El Quijote y el cine de Manuel Gutierrez Aragón

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El origen y presentación de la serie

Con un presupuesto que rondó los 1.000 millones de pesetas y dos años y medio de trabajo, El Quijote se proyectó en Valladolid íntegramente y en su formato cinematográfico original antes de ser emitido por TVE. Gutiérrez Aragón se encontraba en Barcelona con Jaime Camino cuando Emiliano Piedra le llamó para proponerle la dirección del proyecto.

Le dijo al momento que sí, aunque después de leer los guiones se lo pensó un poco más. Tenía muy claro que la serie se basaría sobre todo en la novela y no en el personaje. Pretendía contar en imágenes la novela. El guion de Camilo José Cela resultaba bastante fiel al texto original de Cervantes. El Quijote, de llevarse a imágenes, tendría para su director más sentido como serie, porque es un libro serial, un libro que se compone de grandes tramos, a veces muy repetitivos de estructura.

Piensa que el guion, la realización, la dirección, la interpretación, sobre todo, es fiel a El Quijote original. Don Quijote es un personaje fanático, ridículo. Emiliano Piedra fue el productor de la serie, junto con Pilar Miró. Fue el impulsor de la obra mucho antes de llegar Gutiérrez Aragón. Era un entusiasta de El Quijote. Siempre estuvieron de acuerdo; puso muchísima ilusión y muchísimo talento. Tuvieron mucha suerte al contar con Fernando Rey como Quijote. Para Sancho, todos pensaban que Alfredo Landa era ideal.

El resto de los personajes se buscaron entre los mejores actores españoles. Dulcinea, aunque está presente siempre, visualmente no aparece en la primera parte. Gutiérrez Aragón insistió bastante en que prefería tener a Don Quijote en los decorados, más que en la propia Mancha, porque la actual no es ya la de Cervantes: no era tan cerealista, sino más boscosa. Además, el Quijote pasa gran parte de su tiempo en Sierra Morena, donde sí rodaron. Predominan los exteriores y hay que destacar la labor de Teo Escamilla.

El Quijote no es un estilo barroco, sino de transición. En la escena de la batalla contra los molinos, descabalgó al Quijote y lo paseó entre los molinos, cada uno de los cuales tenía el nombre de un gigante, sacado de los libros de caballería. No desechó la idea de que Don Quijote se enganchase en un aspa y diera vueltas. La batalla con los carneros, donde sí aparecen caballeros, es el único momento en el que se permitió no seguir exactamente el texto. Nunca se había hecho en la pantalla de una manera tan extensa. Salen incluso partes de la novela marginales, porque en el mundo de Don Quijote son importantes todos los encuentros que tiene en la sierra[1].

El director

Para Vicente Molina Foix, Gutiérrez Aragón no solo es el cineasta español más leído, sino el más letrado. Las categorías manejadas por el director oscilan entre el materialismo dialéctico y los sueños. Cabe hablar del destino o aspiración cervantina de Gutiérrez Aragón, citando sus palabras sobre la admirable naturalidad que el Quijote instaura entre la realidad concreta de la Mancha y los acontecimientos irreales que en ella se suceden. Aproximado al gran libro de Cervantes de forma sesgada, periférica, en La noche más hermosa, una cadena de casualidades, iniciada por la voluntad férrea de Pilar Miró, hizo que el cineasta, en un momento de desánimo cinematográfico, aceptara el encargo del productor Emiliano Piedra para rodar, con el apoyo económico de la RTVE que entonces dirigía Miró, una larga serie sobre Don Quijote de la Mancha.

El proyecto se haría a lo grande; equipos técnicos de la mayor solvencia y colaboradores artísticos de renombre. La música de Lalo Schifrin, que tiene un motivo melódico central pegadizo, cae a veces según Molina Foix en el elemental sinfonismo de las películas de acción americanas. Pero lo peor fueron los guiones originales, que el propio director de la serie se negó a llamar así. Encargados a Camilo José Cela y astronómicamente pagados por el ente público, desde el primer día se dijo que esos “objetos inútiles” ni siquiera eran del autor de La familia de Pascual Duarte, sino obra de “negros” literarios.

Ante la negativa de Gutiérrez Aragón de hacerse cargo cinematográficamente de tales pseudoguiones, TVE y Piedra decidieron darle libertad absoluta de reescritura al director de la serie, también guionista propio y ajeno de larga trayectoria. Rodada en formato cine a lo largo de nueve meses, la serie se emitió a primeros de 1992 en cinco capítulos, y fue tal su éxito que de inmediato se empezó a preparar una extensión que adaptara la segunda parte de la novela de Cervantes.

Diversos avatares (Pilar Miró había dejado su cargo en RTVE y se produjeron las muertes de Emiliano Piedra y, más tarde, de Fernando Rey) fueron atrasando su continuación, escrita ya en primera instancia por Gutiérrez Aragón y con el nombre de Mario Camus propuesto para la dirección. Este segundo proyecto no se llevó a cabo, aunque casi diez años más tarde haya sido el propio Gutiérrez Aragón quien volviera cinematográficamente a la novela de Cervantes[2].

El Quijote de Miguel de Cervantes es también un excelente Quijote de Gutiérrez Aragón. Sutil, trepidante, refinada de estampa y caracterización, la serie hace honor a la combinación mágico – realista del libro. Las mejores escenas de El Quijote de Cervantes son las que transcurren en exteriores. En una película que muestra con gran potencia visual el paisaje manchego (real), las varias secuencias nocturnas de reposo o conversación entre Don Quijote y Sancho filmadas en un bello decorado que hace el cielo imposiblemente azul producen efectos de encantamiento muy adecuados ambos a la intención de la novela.

El caballero Don Quijote (2002). El hidalgo había vuelto a casa herido, humillado y exhausto. Hay una lógica narrativa que une, por encima del tiempo transcurrido entre las dos publicaciones de Cervantes (diez años) y las dos filmaciones de Gutiérrez Aragón (once), las dos obras resultantes. El Alonso Quijano de Juan Luis Galiardo es más joven y mucho más sensato y terrenal que el de Fernando Rey, algo que está en sintonía con el texto cervantino de la segunda parte. Más problemática es la composición del Sancho de Carlos Iglesias. Donde Landa fue llano, Iglesias es vulgar. Hay excelentes aportaciones actorales en la película, entre otras las de Santiago Ramos, Emma Suárez, Fernando Guillén Cuervo y Juan Diego Botto.

El empaque formal, la bella consistencia de los decorados y localizaciones elegidas, el ocurrente vestuario de Gerardo Vera, el espectáculo en su más trepidante grado emocional, la luz de las imágenes de Alcaine: todos esos elementos siguen siendo eminentes en El caballero Don Quijote, a los que se añaden novedades como la del brillante uso de las técnicas digitales en la escena de la Cueva de Montesinos.

En El caballero don Quijote, Don quijote muere de tristeza, de una causa próxima que es el derribo del Quijote por el caballero de la Blanca Luna, en la playa. Pero alguien vio que en realidad todo empieza en el momento en que Don Quijote discute con Sancho a causa de los azotes. Sancho no quiere azotarse y Don Quijote y el escudero se enzarzan en una pelea desagradable. Sancho ataca al caballero. Luchan. En un momento, Don Quijote, de un empujón, cae contra una piedra. Se da la cabeza contra ella.

Don Quijote ha de enfrentarse, en lucha final, con el caballero de la Blanca Luna. Pero ya de su cabeza, bajo el casco, mana un hilo de sangre: Don Quijote nunca ha superado el golpe que le propinara Sancho. Los dos caballeros cruzan sus lanzas y Don Quijote cae derribado. Pero, en realidad, su herida íntima es la causada por Sancho, y la herida mortal también. Pero tiempo más tarde, el caballero Don Quijote muere rodeado de Sancho, sus amigos y familiares[3].

El Quijote de Miguel de Cervantes (1991). Duración: un capítulo de 90 minutos y cuatro capítulos de 55 minutos. Intérpretes: Fermín Reixach (Cardenio), José Luis López Vázquez (ventero 1), Aitana Sánchez – Gijón (Dorotea), Eugenio Lázaro (Ginés de Pasamonte), Nuria Gallardo (sobrina). El caballero Don Quijote (2002). Guion: Manuel Gutiérrez Aragón, basado en la obra de Miguel de Cervantes. Duración: 119 minutos. Intérpretes: José Luis Torrijos (cura), Víctor Clavijo (barbero), Santiago Ramos (Sansón Carrasco), Kiti Manver (ama), María Isasi (sobrina), Manuel Alexandre (Montesinos), Marta Etura (Dulcinea), Joaquín Hinojosa (Duque), Emma Suárez (Duquesa), Juan Diego Botto (Tosilos), Manuel Manquiña (Merlín), Fernando Guillén Cuervo (secretario)[4].

Señala el director que lo que más le gusta de Don Quijote de la Mancha es que Don Quijote discurre por la Mancha, llega a pueblos con nombres concretos, pero esa Mancha es un lugar donde suceden episodios mágicos. Por una parte es un lugar muy real y por otra muy mágico[5].

José Manuel Gutiérrez Sánchez (Torrelavega, 1942) escribió los guiones de sus películas y también colaboró en los de Furtivos (1975) de José Luis Borau y Las largas vacaciones del 36 (1976) de Jaime Camino. Sus mejores películas son Maravillas (1980), Demonios en el jardín (1982) y La mitad del cielo (1986)[6].

Nacido en Torrelavega el 3 de enero de 1942 como José Manuel Gutiérrez Sánchez Aragón, nieto de abuelo español emigrante en Cuba y de abuela cubana, hijo primogénito de padre criollo y sobrino de indianos, vivió rodeado de nostalgia y de melancolía cubana todos los días de su niñez. Para estudiar en la Universidad, Manolo tiene que instalarse ya definitivamente en Madrid desde 1961. En la facultad de Filosofía y Letras entra en contacto con la gente del Partido Comunista de España (PCE), en el que acaba ingresando, al año siguiente de haberse establecido en la capital, por mediación de Chicho Sánchez Ferlosio. Y entre sus compañeros de célula partidaria se encuentra por entonces Fernando Sánchez Dragó.

Sin embargo, la curiosidad cultural y la personalidad del nuevo militante, ajeno a todo dogmatismo, encajan mal en el marxismo ortodoxo. Entra en la escuela de cine, donde se va a encontrar también con activos militantes comunistas. En la escuela de cine comparte promoción con Patricio Guzmán, Antonio Drove, Josefina Molina, Iván Zulueta y José Luis García Sánchez. Todos ellos tienen como profesor de guion a José Luis Borau, futuro director de Furtivos (1975).

El magisterio de Borau dejará una huella profunda sobre su discípulo Manolo Gutiérrez. Más adelante, el admirado profesor se convertirá en valedor, amigo, consejero, coguionista e incluso productor de Manolo Gutiérrez. Dos “cuentos cervantinos” fueron estructurados y concebidos de forma diversa: una serie para TV, integrada por cinco capítulos y compuesta a partir del primer libro que narra las aventuras de Don Alonso Quijano (Don Quijote, 1991) y un largometraje para la pantalla grande, extraído del segundo libro sobre el hidalgo manchego: El caballero Don Quijote (2002). Dos abordajes directos del universo creativo más querido por el director heredero de una tradición tan española como la cervantina[7] .

Gutiérrez Aragón ha colaborado, en calidad de coguionista, con José Luis Borau o José Luis García Sánchez. En 1991 adapta El Quijote para TVE en cinco capítulos. Y a finales de 2002 estrena una nueva entrega de las andanzas del ingenioso hidalgo (El caballero Don Quijote), realizada para ser exhibida en salas comerciales. Aquellas primeras colaboraciones quijotescas le permiten, de un lado, conectar con una cantidad de público indispensable hasta la fecha y, de otro, conocer y trabajar con un hombre extraordinario y un productor irrepetible en el cine español: Emiliano Piedra[8].

Una vigorosa, a veces explícita y casi siempre subterránea vena cervantina recorre la filmografía de Manuel Gutiérrez Aragón. La vena cervantina se muestra extraordinariamente fecunda para la obra cinematográfica de Gutiérrez Aragón. Será incluso una personalísima, original relectura de La novela del curioso impertinente (relato autónomo incluido por Cervantes en su libro) la que genere una heterodoxa comedia estilizada sobre el demonio de los celos: La noche más hermosa (1984).

Todo el esquema argumental referente al triángulo formado por los tres personajes, y hasta la literalidad escénica de ciertas situaciones, remiten de forma inequívoca, y a veces explícita, al texto de Cervantes. Manuel Gutiérrez Aragón era el director idóneo para enfrentarse a una adaptación frontal de El Quijote. Gutiérrez Aragón se mantiene fiel a la representación realista de las personas y de los objetos que constituyen el objeto material sobre el que Don Quijote construye sus fantasías.

El cineasta tendrá la oportunidad de llevar al cine la segunda entrega de la novela cervantina, a la sazón mucho más juguetona, lúdica, fantasiosa y metaficcional que la primera. Estamos aquí frente al retrato cálido y sabio de un caballero otoñal, cansado y escéptico. Estamos ante un Quijote que persigue sorprendido a su propia leyenda, que se siente desbordado por la fama que le precede, que se ve rebasado y humillado por la parodia que se hace de su propia figura en las ferias de los pueblos. Este nuevo Quijote se sabe a sí mismo materia de ficción, se siente imitado y suplantado por el Quijote de Avellaneda. El Quijote de Gutiérrez Aragón deberá ceder incluso el protagonismo del desenlace al propio escudero[9].

Cineasta de inspiración telúrica, verdadero romántico del Norte aun cuando ruede en Andalucía y la Mancha, familia acomodada, vivió una infancia feliz en Torrelavega hasta que a los seis años cayó enfermo de tuberculosis[10].

El Quijote (1991). Decorados: Félix Murcia. Intérpretes: Fernando Rey (Don Quijote), Alfredo Landa (Sancho Panza), Francisco Merino (cura), Manuel Alexandre (barbero), Emma Penella (Teresa Panza), José Luis Pellicena (Cervantes), Fermín Reixach (Cardenio), Aitana Sánchez – Gijón (Dorotea), José Luis López Vázquez (ventero 1), Héctor Alterio (ventero 2), Esperanza Roy (Maritornes), Eusebio Lázaro (Ginés de Pasamonte), Terele Pávez (ama), Nuria Gallardo (sobrina). El caballero Don Quijote (2002). Guion: Manuel Gutiérrez Aragón, sobre El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.

Fotografía: José Luis Alcaine. Dirección artística: Félix Murcia. Música: José Nieto. Ayudantes de dirección: Ignacio Gutiérrez Solana y Carlos Llorente. Lugares de rodaje: Cádiz, Sevilla, Toledo, Madrid, Ávila, Belmonte (Cuenca) y Valle de Alcudia (Ciudad Real). Duración: 119 minutos. Estreno: 8/11/2002 (Madrid). Espectadores: 70.144. Intérpretes: Juan Luis Galiardo (Don Quijote), Carlos Iglesias (Sancho Panza), Santiago Ramos (Sansón Carrasco), Víctor Clavijo (Barbero), José Luis Torrijos (cura), Kiti Manver (ama), María Isasi (sobrina), Manuel Alexandre (Montesinos), Marta Etura (Dulcinea), Juan Diego Botto (Tosilos), Joaquín Hinojosa (Duque), Emma Suárez (Duquesa), Manuel Manquiña (Merlín), Fernando Guillén Cuervo (secretario). Premio Ciudad de Roma a la mejor película latina. Festival Internacional de Cine de Venecia[11].

En abril de 1989 se anunciaba la puesta en marcha de un ambicioso proyecto por parte de TVE, impulsado en su interior por Pilar Miró, conducido desde la producción por Emiliano Piedra, sobre guiones escritos por Camilo José Cela y dirigida por Gutiérrez Aragón para rodar una serie sobre El Quijote. El primer escollo surgió cuando el director leyó los supuestos guiones escritos por Cela. Se aceptó la propuesta de Gutiérrez Aragón y este se aplicó a la tarea de escribir los que habían de ser los auténticos guiones de la serie, si bien se llegó al acuerdo de que, en los títulos de crédito, el novelista seguiría figurando como autor de los mismos.

La primera gran opción que tomó fue la de escoger el libro en lugar del personaje a la hora de concebir su Quijote particular. Ese criterio implicaba seguir de cerca, o al menos hasta donde pudiera ser razonable, la estructura original de la novela. El Don Quijote a quien Fernando Rey interpreta es un caballero andante que tiene tanto de fanático enloquecido como de histrión cómico y risible. Con los interiores rodados en los viejos estudios Bronston, el Quijote se beneficia de unos decorados espléndidamente trabajados.

La novela del curioso impertinente es un relato casi independiente dentro de El Quijote cervantino y que la película elimina, quizás porque el director se había servido ya de su historia anteriormente en La noche más hermosa. Rodada en soporte cinematográfico, la serie se proyectó por primera y única vez sobre una pantalla grande durante la Seminci vallisoletana de 1991 y se emitió por televisión a lo largo de 1992.

Televisión Española tenía la intención de adaptar después la segunda parte de la novela y estaba previsto inicialmente que fuera Mario Camus quien la dirigiera, pero un cambio de planes hizo recaer de nuevo sobre Gutiérrez Aragón la tarea de la dirección. La idea de rescatar para el cine ese segundo volumen renació bajo el impulso del productor Andrés Vicente Gómez, quien abrigaba el propósito de hacer un largometraje, concebido en exclusiva para las salas y dirigido también por Gutiérrez Aragón. El director llegó a escribir el guion de esta segunda parte con el título de El caballero Don Quijote[12].

Cervantes y El Quijote en la pantalla

Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares en 1547. En 1605 publica la primera parte del Quijote, con la que tiene un gran éxito, editándose diez años después su continuación. En 1616, enfermo de hidropesía, fallece en la calle León de Madrid. Cervantes, de Alfonso Ungría (España, 1980) cuenta entre su reparto a Julián Mateos (Miguel de Cervantes), Carmen Maura (Constanza), Paco Rabal, Isabel Mestres, Marisa Paredes y María Luisa Ponte. Guion: Eugenio Martín y Camilo José Cela (supervisión). Música: Antón García Abril. 540 minutos. Color. Excelente miniserie de TVE sobre la vida del personaje de su título, cuya trama comienza en 1616. Miguel y William, de Inés París (España / Gran Bretaña, 2007) cuenta en el reparto con Elena Anaya (Leonor de Vivero), Juan Luis Galiardo (Miguel de Cervantes), Will Kemp (William Shakespeare) y Geraldine Chaplin (la dueña). Guion: Inés París. 114 minutos. Color[13].

Para Manuel Gutiérrez Aragón, El Quijote de Miguel de Cervantes (1991) suponía la primera incursión como director en una adaptación propiamente dicha y lo situaba cara a cara con el referente que la crítica había detectado en sus relatos cinematográficos. TVE, con Pilar Miró (impulsora de la idea) al frente, encarga a Piedra la producción de la serie con una titánica planificación inicial de dos años de rodaje en exteriores y estudios. Gutiérrez Aragón se encargaría de los primeros seis capítulos, con rodaje entre abril y diciembre de 1990, y Mario Camus del resto, cuya filmación debería alargarse hasta 1992. Pero, tras el rodaje de la primera parte, la serie se paraliza.

El ente público se derrumba económicamente y pone freno al proyecto, y Emiliano Piedra fallece en el verano de 1991, antes de poder verla serie estrenada. En 1992, Gutiérrez Aragón se pone a trabajar en el guion de cuatro episodios, pero el delicado estado de salud de Fernando Rey, que fallecerá en marzo de 1994, acaba con las esperanzas de llevar a la pantalla la segunda parte a medio término. La postproducción de los cinco primeros episodios (el director propuso unir los dos primeros capítulos en uno) finaliza en junio de 1991 y, tras su exitoso periplo por festivales y mercados internacionales, el 29 de enero de 1992 se produce el estreno en televisión, arropado por una campaña publicitaria sin precedentes en la televisión pública[14].

Es una de las contadas ocasiones en que el talento del cineasta logra sobreponerse a las dificultades de producción. Los guiones se encargan a Cela, recién galardonado con el Premio Nobel de Literatura, y los nombres que van haciéndose públicos (Fernando Rey y Alfredo Landa en el capítulo interpretativo, Lalo Schifrin a cargo de la partitura, Teo Escamilla con la fotografía…) revelan la ambición industrial del proyecto, que deberá ir pareja a sus expectativas artísticas. Gutiérrez Aragón lee los guiones de Cela y le parecen horribles. El propio director asumirá la tarea de adaptador y guionista, si bien se acuerda que se mantendrá el nombre de Cela en los créditos, dada la gran suma de dinero (público) que este había recibido. Los créditos finales de cada capítulo incorporan dos guionistas adicionales (Fernando Corugedo y el propio hijo, Camilo J. Cela Conde).

Se realizan, entre otras, series como Cervantes (Alfonso Ungría, 1980, con guion supervisado por Cela), Los pazos de Ulloa (Gonzalo Suárez, 1986, con adaptación de Gutiérrez Aragón) o La Regenta (Fernando Méndez – Leite, 1995). Pese a los problemas y requerimientos de producción, El Quijote de Miguel de Cervantes acabó siendo una realidad; el enfoque de Gutiérrez Aragón otorgaba a la serie una apariencia externa de producción lineal, detallada y fiel al libro.

La opinión fue en su mayoría favorable a la adaptación resultante cuando se estrenó. La voz en over corresponde al personaje de Cervantes interpretado por José Luis Pellicena. La cámara recorre lentamente los libros del hidalgo, sintetizando las numerosas referencias de la novela a los romances de caballeros andantes que ha leído. Gutiérrez Aragón pretende plasmar en su texto fílmico tanto la historia escrita por Cervantes como el discurso narrativo del escritor. Un fragmento de diálogo del ventero le determinará a volver a su casa para hacerse con un escudero. El barbero logra salvar el Amadís del fuego del cura. La cámara vuelve a cura y barbero cuando hablan emocionados de Tirante el Blanco, que el barbero se llevará para releer. El cura hará lo propio con La Galatea de Cervantes.

La extensión característica de la serie televisiva permite al director dilatar algunas secuencias respecto al texto literario. Teresa Panza obtiene su nombre definitivo en la segunda parte de la novela. Alfredo Landa recibió no pocos elogios en su interpretación del escudero. La salida del sometimiento a la iconografía de Doré se manifiesta en planos en los que Don Quijote cabalga apaleado y encorvado. La duración del primer tranco (85 minutos) y la habilidad del director para elaborar una presentación más o menos detallada de los personajes, la plasmación de referencias intertextuales y la asimilación del concepto de parodia en la narración constituye en su conjunto un ejemplar primer episodio, con relación al cual los siguientes palidecerán un tanto.

Siguen sucediéndose los capítulos de la novela en análoga estructura, incidiendo no solo en la anécdota y la resolución de los mismos, sino en el carácter de viaje que adquiere la narración, la suciedad, el sudor, el calor extremo del peto y el espaldar bajo el sol, el hambre… Y el escudero empieza a aumentar su carácter quejumbroso y a dudar de la gloria de su señor. El escudero se vuelve progresivamente más sarcástico con su señor. Don Quijote llega a su aldea viendo cómo los niños se amontonan ante el carro para llamarle loco y entra patéticamente en su casa ante los gritos de sus vecinos.

La siguiente aproximación de Gutiérrez Aragón a la novela sería prolija en la reinterpretación, la ampliación del espectro narrativo – Quijote de Avellaneda incluido – y la muy acentuada subversión de precedentes icónicos y del acatamiento a los episodios más conocidos, El caballero Don Quijote (Manuel Gutiérrez Aragón, 2002). Andrés Vicente Gómez tenía la intención de producir una segunda parte destinada al cine, sin estructura seriada, y de la que se encargaría el propio Gutiérrez Aragón, sin duda el idóneo para afrontar el proyecto tras el recorrido internacional y las críticas de la serie precedente. Después de que el director escribiese el guion de El caballero Don Quijote, el proyecto vuelve a suspenderse.

No es hasta 2001, diez años después de su primer Quijote – y respetandoinvoluntariamente el intervalo establecido entre ambas partes de la novela -, cuando se consigue llevar a cabo el proyecto con producción de Juan Gona y con Juan Luis Galiardo y Carlos Iglesias en los papeles principales. El presupuesto asciende a unos 4’8 millones de euros y el rodaje se lleva a cabo en Cádiz, Sevilla, Toledo, Madrid, Ávila, Belmonte (Cuenca) y Valle de Alcudia (Ciudad Real) entre agosto y noviembre de 2001. Pese a la cálida recepción crítica y al premio Ciudad de Roma a la mejor película latina en el Festival de Venecia, El caballero don Quijote tuvo el 8 de noviembre de 2002 un estreno relativamente reducido.

Dada la ruptura que supone el obligado cambio de actores y de extensión de la narración, y teniendo en cuenta la mayor presencia de los personajes en la segunda parte de la novela, el director afrontará este segundo contacto con el personaje desarrollando una obra que en principio se desvincula un tanto de las acciones del texto literario, pero que intentará embriagarse de la escritura cervantina acentuando los juegos intertextuales en los que don Quijote es consciente de la existencia escrita de esa narración y se sabe leído y conocido.

La ficción es también el gran tema de El caballero don Quijote, versión sustentada en el componente metaliterario de la obra. Gutiérrez Aragón omite las aventuras más conocidas de la segunda parte para centrarse en episodios no menos emblemáticos, pero a priori más difíciles de visualizar (la cueva de Montesinos: un sueño relatado por el caballero), o refundir situaciones y personajes, manteniendo rasgos que permitan identificar los episodios del texto literario pero desarrollando  acciones y comportamientos nuevos (la rebelión en la ínsula Barataria, el encuentro con los Duques o con don Álvaro), y donde lo que determinará el punto de inflexión de la historia será la presencia del Quijote apócrifo de Avellaneda.

La estructuración de la trama tampoco se limitará a seguir ordenadamente la estructura de la novela, ya que en un punto determinado Don Quijote se deja llevar totalmente por la ficción de su doble literario, lo que le llevará a espacios no transitados por Cervantes y sí por Avellaneda. Y en la película Don Quijote invierte sus últimas fuerzas en ir a buscar a ese impostor, primero a Toledo y luego a Barcelona. Por otra parte, Gutiérrez Aragón confrontará al personaje con una representación, en esta ocasión de teatro de calle, en la que él mismo es protagonista y en la que Juan Luis Galiardo interpreta al representante o actor de la ficción, a su otro nacido del éxito de la primera parte de la novela.

Contra lo que ocurría en la segunda parte de la novela, se verá derrotado por cada uno de los elementos que configuran su mundo: por la proyección de un falso caballero andante (Sansón Carrasco) inspirado en los libros de caballerías que le han llevado a la locura; por ese actor que parodia sus aventuras en las calles; y por su propio escudero, que en inesperada rebelión herirá físicamente a su señor. El director también ha querido acabar con el sometimiento a la iconografía aceptada desde Doré y sitúa a un caballero más rejuvenecido y robusto en su salida y a un escudero sin su característica gordura. El caballero don Quijote se quedó en 74.076 espectadores.

En su tercera salida don Quijote, además de llevar a cabo sus hazañas de caballero, deberá defender su condición de personaje ante la proliferación de dobles e imitadores. Son los encantadores los que le hacen ver las cosas como no son, y todavía los esfuerzos de esta nueva salida irán encaminados a desencantar a Dulcinea. En 2002, la crítica se refería a la versión de Gutiérrez Aragón como a una obra postmoderna, arriesgada y de aire borgiano. La tan estudiada quijotización de Sancho tiene en esta película su más claro exponente.

En las adaptaciones no se ha dudado en eliminar de las tramas las narraciones intercaladas. Solo El curioso impertinente ha adquirido una entidad propia en las adaptaciones, desmarcándose del Quijote como si de una de las Novelas ejemplares se tratase. La noche más hermosa confirma que la presencia de Cervantes en el cine resultaría precaria de no existir las tres obras que Gutiérrez Aragón ha basado en los episodios del Quijote.

La televisión pública española había dedicado cierta atención al universo cervantino, aunque sin llegar a completar una adaptación tan ambiciosa de su obra maestra. El Quijote (1991) se inspiraba en la primera parte de la novela de Cervantes, pero aspiraba a proponer un enfoque nuevo. Si bien los escenarios son predominantemente realistas, hay significativas ocasiones en las que se opta por mostrar los entresijos de la trampa. El sentido lúdico y humorístico que ilumina la inmortal obra literaria ha sido captado en las imágenes. Fernando Rey recrea un caballero enjuto, estirado, idealista. El caballero que recrea Rey aparece cansado, apaleado, cabalgando encorvado, renunciando a un falso decoro. Sancho es un hombre pegado a la tierra, encarnación del pueblo llano, pero en esta serie se refleja esa fascinación progresiva que el campesino tiene por su amo, tan ponderada por los exégetas de la novela[15].

El director artístico Félix Murcia se basó en molinos reales para los primeros términos, pero amplió las perspectivas con molinos reconstruidos de menor tamaño en los segundos términos. Las fachadas de las casas de Don Quijote y Sancho se filmaron aprovechando construcciones de época de Talamanca del Jarama (Madrid); la venta principal se construyó ex profeso como decorado en los campos de Valdeolmillo (Madrid), aunque la venta donde Don Quijote vela las armas aprovechaba la parte de un edificio de época. Los tipos y ambientes recuerdan a veces la iconografía de la pintura naturalista del Siglo de Oro hispano.

Tras el fracaso del proyecto para adaptar la segunda parte de la novela para TVE que iba a producir González – Sinde en 1993, Manuel Gutiérrez Aragón logra concretarlo en el largometraje El caballero Don Quijote (1992). Sancho es menos grueso y de ingenio más vivo que los “sanchos” que habitualmente pueblan las pantallas. En las nuevas hazañas de la singular pareja, la imaginación, la autoconciencia y el juego de ficciones constituyen las coordenadas primordiales de esta recreación fílmica.

Repitió en El caballero Don Quijote Félix Murcia, quien confirmará su buen hacer dando vida a las escenografías construidas – interior de la cueva de Montesinos recreado en las bodegas de Talamanca del Jarama -, adaptadas o, las más, naturales; estas últimas ambientadas principalmente en el Valle de Alcudia, por ser un ecosistema equiparable a La Mancha de entonces, más húmeda y frondosa que la actual, pero también en esa playa atlántica gaditana que simula la del Mediterráneo barcelonés. El castillo de Belmonte (Cuenca) hace las veces, junto a algunas estancias de los Reales Alcázares de Sevilla, de Palacio Ducal y la casa del labrador rico que convida a los protagonistas y les notifica la existencia del libro de Avellaneda.

El vestuario, impecable, se debe a Gerardo Vera, en tanto que la música es del veterano José Nieto, quien remata una partitura tan bella como acompasada con las imágenes, mucho más lograda en tono y estilo que la de la serie de TVE.

La estructura literaria de El Quijote da más posibilidades de adaptación para la televisión que para el cine. Al menos dos películas de Gutiérrez Aragón estaban inspiradas en capítulos del libro de Cervantes. Hubo un primer guion firmado por nuestro premio Nobel Camilo José Cela que fue echado a la papelera inmediatamente de acuerdo con las confesiones del equipo de producción y realización, siendo reelaborado por Fernando Corugedo y Camilo J. Cela Conde, así como por el propio director y el propio productor. La serie está basada en la primera parte de El Quijote, ya que el proyecto de la segunda, realizado posteriormente para cine en distinto formato de pantalla, quedó en el aire por falta de presupuesto, en principio, y por la muerte del productor y del actor Fernando Rey. La serie fue emitida por primera vez en enero y febrero de 1992. Su premio en Cannes a la mejor serie de televisión apenas tuvo competencia[16].

La noria que levantó Félix Murcia al lado de un río para El caballero Don Quijote fue la primera secuencia que se rodó. Una de las últimas versiones de la llegada al mar es la de El caballero Don Quijote; en ella los protagonistas han acampado entre pinos, después de que Sancho derribe al caballero y le produzca una herida en la cabeza que luego será la que aparentemente le cause la muerte. Según ha contado Félix Muria, el reconocido escenógrafo de esta película, esta secuencia no se rodó en el Mediterráneo, sino en el Atlántico, en las playas gaditanas de Bolonia y Sanlúcar de Barrameda, que era donde se podían encontrar pinos y dunas cerca de la playa[17].

Un perfecto ejemplo de cómo el Quijote puede ser abordado desde tratamientos musicales antitéticos son los dos acercamientos de Manuel Gutiérrez Aragón al personaje. La serie televisiva El Quijote (1991) contó con partitura del argentino Lalo Schifrin (n. 1932), un hombre clave de la música cinematográfica de Hollywood. No hubo entendimiento entre director y compositor, y el primero suprimió varios bloques del montaje final. La partitura de Schifrin es ágil, exuberante y dinámica, un abierto homenaje al cine de aventuras al estilo Korngold, con aires españoles y árabes que no beben de fuentes directas, sino de las evoluciones de Falla y Albéniz o del orientalismo made in Hollywood. Schifrin recoge la retórica del equivalente cinematográfico a esas novelas de caballerías que vuelven loco al hidalgo, es decir, la música de las películas de Errol Flynn o Robert Taylor.

Pese a los momentos logrados, tal júbilo tenía que chocar con la estética de Gutiérrez Aragón: La Mancha que pinta Schifrin es un lugar tan mítico y esplendoroso como la ínsula Barataria, en lugar de esa tierra dura y agotada poblada por mesoneros, mozos y gallinas. El segundo trabajo de Gutiérrez Aragón sobre el personaje, El caballero Don Quijote (2002), contó con una banda sonora que se plegaba más a sus exigencias, escrita por José Nieto (n. 1942). La vocación de austeridad queda más patente que nunca[18].

El Quijote es una serie televisiva que la entonces directora de Televisión Española Pilar Miró había encargado a Gutiérrez Aragón. Programada para cinco semanas, de enero a febrero de 1992, se benefició de un índice excepcional de audiencia. El director, que se complace en reivindicar la doble paternidad de John Ford y de Cervantes, ha reubicado las aventuras de Don Quijote en un marco concreto, al tiempo que nos recuerda que el héroe es fruto de una invención literaria, salida de una obra en plena gestación. Los enfrentamientos de Don Quijote con sus enemigos, reales o supuestos, son de corta duración. También nos propone El caballero Don Quijote un decapado de la segunda parte de la novela, tal como poco a poco han ido recubriéndola las glosas acumuladas desde hace dos siglos.

Si ha vuelto a utilizar las principales aventuras que forman la trama de la novela, también ha incluido en su guion secuencias aparentemente menores, que reinterpreta para explotar su valor simbólico. Mientras que El Quijote había emocionado a un amplio público de espectadores, El caballero Don Quijote solo logró un éxito de prestigio[19].

Desde sus inicios, el cine ha concedido al Quijote un lugar privilegiado. En 1992, la propuesta de Gutiérrez Aragón resitúa los episodios en un marco concreto y recuerda que el héroe es fruto de una invención literaria. La versión de la segunda parte, El caballero Don Quijote, diez años posterior y concebida esta vez para el cine, no se caracteriza tanto por la visión que se da del caballero, encarnado sin excesos ni énfasis por Juan Luis Galiardo, sino por la forma en que Carlos Iglesias reinventa un Sancho desprovisto de su gordura y que, si bien mueve a la risa, nunca es grotesco.

Además de las principales aventuras, que forman la trama del original cervantino, Gutiérrez Aragón también incluyó en su guion otras secuencias reinterpretadas para explotar su valor simbólico, como el encantamiento de Dulcinea, la escena en que el caballero se pone a leer la continuación apócrifa de Avellaneda o la vuelta a la aldea, donde Sancho expresa su dolor con unas pocas palabras sencillas, mientras Don Quijote exhala el último suspiro[20].

El caballero Don Quijote (2002) tiene una duración de 119 minutos y entre sus intérpretes está Carmen Machi (Teresa Panza). Don Quijote de la Mancha, tras un breve descanso en su hacienda, acompañado de su fiel escudero Sancho, después de descubrir que existe un libro en el que se narran sus desventuras y que ahora es conocido en toda España. En este su último viaje estará motivado por el intento de desencantar a su amada Dulcinea del Toboso del poderoso mago Merlín y por desenmascarar a aquellos impostores que suplantan su identidad y a los que escriben mentiras sobre su figura, mientras Sancho ve cómo, poco a poco, se consume su señor. Es una película diferente al resto y diferente al anterior punto de vista que el autor tenía de la misma historia. Manuel Alexandre es uno de los pocos actores que pueden preciarse de haber trabajado en varias de las versiones que se han hecho, ya sea en cine, ya sea en televisión, del caballero andante. La mezcla de comedia, drama y aventuras funciona a la perfección. La música de José Nieto, supeditada siempre a la acción, es suave y está cargada de tristeza. Rodada entre Madrid, Sevilla y La Mancha en su mayor parte, los paisajes están aprovechados al máximo. Unas vistas de gran belleza, que ocupan las cercanías de pueblos como Talamanca del Jarama o Brazatortas. La película, además del Goya a la mejor fotografía, estuvo premiada en sendos festivales de Montreal y Nueva York, siendo más apreciada en el extranjero de lo que lo fue dentro de nuestras fronteras[21].

El Quijote de Miguel de Cervantes (1991) cuenta con intérpretes como Eusebio Lázaro (Ginés de Pasamonte), Alejandra Grepi (Luscinda) o Francisco Algora (Juan Haldudo). Galardonada con el premio al mejor actor del Festival de Cannes y el premio de la Unión de Actores en esa misma categoría de protagonista masculino a Fernando Rey por su encarnación de Don Quijote, esta miniserie dividida en cinco partes está sin duda entre las mejores adaptaciones de la obra de Cervantes, tanto en cine como en televisión. Esta serie sobre Don Quijote se situó entre lo mejor del año 1991, devolviendo a la televisión pública la calidad de que había hecho gala en etapas anteriores a la hora de recuperar clásicos de nuestra literatura. Rey inicialmente mostró muchas dudas a la hora de interpretar un personaje que le exigió un gran esfuerzo tanto en el físico – 12 kilos hubo de adelgazar el actor para transformarse en el hidalgo – como en la interpretación. Y solo diez años más tarde pudo el realizador volver sobre la obra y el personaje para completar su ciclo de adaptación a través de El caballero Don Quijote, que no estuvo exenta de polémica en cuanto a la opinión de la crítica, al contrario de la miniserie que la precedió, cuya valoración fue positiva y unánime tanto por parte del público como de los críticos.

Fue rodada en Castilla y tras casi dos años que incluyeron la reconstrucción de dos ventas y un pueblo manchego a escala. Destaca en esta versión del Quijote su carácter de narración en episodios, que sin duda beneficia enormemente el acercamiento a la periferia literaria del personaje. La construcción de Don Quijote y Sancho se lleva a cabo de forma muy similar a la aplicada por Cervantes en su obra. Sancho pasa de la fascinación por el discurso de Alonso Quijano a ser él mismo participante activo en la fantasía de su señor, pero al mismo tiempo no pierde nunca contacto con la realidad, sufriendo en ocasiones las consecuencias más dolorosas y humillantes derivadas de la locura del hidalgo. La serie se exhibió en el Festival de Cine de Valladolid como homenaje a su productor, Emiliano Piedra[22].

Juan Luis Galiardo le dio a Alonso Quijano un aire de galán veterano, más viejo que el original y redicho. Sin embargo, sus palabras tenían un enorme poder de seducción. Nació en San Roque (Cádiz), el 2 de noviembre de 1940. Se crio en Extremadura y debutó en el largometraje en 1963, en El camino, de Ana Mariscal. Funda con varios socios Penélope Films, su propia productora, responsable de El disputado voto del señor Cayo, adaptación de la novela de Miguel Delibes. En cine, el mejor trabajo de Galiardo es Familia, ópera prima de Fernando León de Aranoa. Fernando Casado Arambille (Fernando Rey) nació en La Coruña el 20 de septiembre de 1917.

De familia burguesa, era hijo de un militar que fue oficial del bando republicano durante la Guerra Civil. Parecía un actor muy adecuado para personajes históricos carismáticos. Fue también el narrador de Bienvenido, Mr. Marshall. Su primera aproximación a la obra cervantina fue interpretando al bachiller Sansón Carrasco en Don Quijote de la Mancha (1946) de Rafael Gil. También estaba presente en Don Quijote de Orson Welles, donde realiza una aproximación haciendo de sí mismo. En 1993 triunfó en la televisión por primera vez con El Quijote de Miguel de Cervantes, la serie dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón. Falleció el 9 de marzo de 1994 en Madrid. Alfredo Landa, actor de carácter nacido en Pamplona en marzo de 1933, se convierte en Sancho y nos deleita junto a Fernando Rey con un trabajo brillante y comedido. Carlos Iglesias dio una imagen más cercana en edad al Sancho de Cervantes. Contaba 543 años cuando rodó la película[23].

Marta Etura nació en San Sebastián el 28 de octubre de 1980. Se instaló en Madrid en 1997. A Marta, Gutiérrez Aragón le dejó reservado el papel de Dulcinea del Toboso. “En mi película Dulcinea conserva su doble condición de aldeana bruta y la de su idealización hecha por el caballero”, apuntaba el realizador cántabro en las notas de producción. La cinta, con una duración de 122 minutos y estrenada en España el 8 de noviembre de 2002, sitúa la acción en 1616. En El caballero Don Quijote, Gutiérrez Aragón reserva sorpresas para el público. Se atreve a convertir al atractivo y habitual galán Juan Diego Botto en la Dulcinea más surrealista, grotesca y surrealista que uno pueda imaginar. La película recibió en su día críticas muy favorables. Marta Etura, con sus rasgos dulces, sonrisa inocente, cuerpo menudo y proporcionado e imagen de actriz seria y eficaz, volvió a rodar con Gutiérrez Aragón La vida que te espera[24].

Allá por mediados del siglo XVI y principios del XVII se vivía en tiempos del primero de los Carlos y del segundo y tercero de los Felipe. Cervantes, nacido en Alcalá de Henares y descendiente de conversos que ejerce incluso de familiar de la Inquisición, es un convencido cristiano como tantos otros escritores de su época a su manera (Lope de Vega, Quevedo, Tirso de Molina…). Cervantes es un perfecto fracasado como su propio personaje de la triste figura. Cervantes inventa un personaje, al que adjudica la locura, que nace hidalgo[25].

El Quijote de Miguel de Cervantes

Manuel Gutiérrez Aragón estaba en Barcelona, contratado para escribir un guion. Se le ofreció en llamada telefónica la dirección de una serie que sería una versión televisiva del Quijote, un rodaje muy largo. El rodaje de la serie iba a resultar el trabajo más jubiloso de cuantos hizo en el cine. Volvió a Madrid y en la tertulia de El Alabardero Luis Carandell y Ángel Fernández – Santos expresaron su opinión negativa sobre el tema de la adaptación. Al día siguiente, el director debía dar una respuesta a los responsables de Televisión.

Por otra parte, acababan de aceptar una profunda revisión de los guiones. Los responsables televisivos se encargaron de Cela, cuyo nombre mantendrían en los títulos de crédito, ya que le habían pagado. Don Quijote está loco; si no absolutamente, sí lo suficiente para no temer el ridículo y cumplir con su papel. Respecto a la discordancia entre el mundo imaginado por Don Quijote y el real y polvoriento de los caminos, Aragón decidió que lo fantástico no saldría en imágenes, permanecería en las aladas palabras del caballero.

Con la inestimable ayuda del escritor y cinéfilo Fernando Corugedo, se encontró una fórmula por la que Don Quijote siguiera hablando “en antiguo” – una manera de hablar ya pasada incluso en su época -, mientras que los otros personajes hablarían en un lenguaje más sencillo, pero sin utilizar términos que no pertenecieran a su tiempo. Un trabajo delicado, respetando el contraste entre las formas de hablar que utilizaba Cervantes. El productor Emiliano Piedra estaba lleno de entusiasmo. Un plantel de conocidos actores, encabezado por Alfredo Landa como indiscutible Sancho Panza, estaba ya contratado y comenzado a vestir según los diseños de Gerardo Vera.

El Quijote es un loco risible, pero también es el paradigma de la nobleza y la dignidad. Los aristócratas lo utilizan como sujeto de burla, es un bufón. Los niños se ríen de él. El lector de hoy lo considera un santo. Fernando Rey mantenía una apostura de hidalgo viejo, algo solemne, rígida. Lo que Fernando Rey tenía de apropiado para el personaje era su dicción, una manera de hablar clara y solemne, capaz de hacer comprender las razones y sinrazones del caballero. El actor iba a ser quien hiciera ver lo que el director no mostraría: gigantes, hechiceros y personajes numinosos. En el cine, y no digamos ya en las series televisivas, los diálogos han ido ganando terreno a la imagen. Sancho no se fía del todo del caballero, pero se deja llevar una y otra vez por las palabras del caballero. Después de emitida la serie, fueron muchos los que ya no concebían un Quijote fílmico que no fuera el encarnado por Fernando Rey[26].

La noche anterior al rodaje, un viento manchego había destrozado una parte del decorado, las piezas añadidas a los molinos de viento de Alcázar de San Juan. Tuvieron que modificar las aspas en las escenas de los molinos de viento. Las propias del antiguo mecanismo no servían para los propósitos de la escena. Por otra parte, el director recibió algunas advertencias de que aquellos molinos de Alcázar no eran los “verdaderos” molinos del Quijote. Según algunos, los “verdaderos” eran los que estaban ubicados en Campo de Criptana, que eran los que Cervantes había tomado como inspiración. Además, eran escasos y hubo que fabricar algunas maquetas. Félix Murcia las colocó simulando una perspectiva en escala. El cerro de los molinos quedó bastante modificado[27].

El director señala que Juan Luis Galiardo “era una persona detestable”. Sin embargo, a los directores de fotografía les encantaba porque daba estupendamente en pantalla. A López Vázquez Manolo Gutiérrez Aragón nunca le aceptó ninguna de sus propuestas[28].

La serie se divide en “trancos”. En el Tranco I aparece Manuel Alexandre como barbero, el oficio del padre de Cervantes, Rodrigo. Así interviene este gran secundario durante la primera parte de la serie. Los barberos eran una mezcla de médicos, cirujanos y barberos. Además, hacían recetas, como la que prescribe a Don Quijote. Hay preciosas panorámicas del pueblo en planos generales. La iluminación mediante focos supera la luminosidad de las velas o palmatorias que se usarían en la época. Don Quijote comienza a montar a caballo por el Campo de Montiel.

En la primera venta aparece López Vázquez con bigote. Charo Soriano le atiende allí. Es la primera escena burlesca de la serie, que tiene escenas como esta, que no aparece en la versión más reducida (de 180 minutos) de la película. Aparece más adelante Paco Algora azotando a un niño. Su personaje es Juan Haldudo, vecino de Quintanar. Don Quijote viaja solo por el campo, montado en Rocinante. En la quema de los libros en la hoguera, el barbero defiende el Amadís de Gaula. El cura y el barbero parecen conocer el contenido de algunas obras. Se salva La Galatea porque es obra de Cervantes, amigo del cura. Aparece José Luis Pellicena, que aquí incorpora al escritor. Le cierran la biblioteca mediante albañiles y hacen una hoguera en el patio con sus libros. Entre ellos hay obras que tratan sobre el rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda. Las vistas del pueblo bajo un cielo azul son maravillosas.

Aparecen Sancho, que cuida a su burro, y su familia. Don Quijote le promete una ínsula. En la casa de Don Quijote hay arcos góticos. Sancho acompaña a Don Quijote en su segunda salida. La aventura de los molinos es la primera aventura de ambos juntos. Y el Quijote ya empieza a inclinar la cabeza, postura que se repetirá en la serie, así como a recibir palizas. Don Quijote mete la pata constantemente, sin comprender que sus ideales están fuera de lugar y acaban resultando nefastos. Tanto Rey como Landa están geniales en sus papeles respectivos.

Salen la muralla y una puerta de Toledo, ciudad medieval y con peso de la cultura islámica, en donde Cervantes encuentra la continuación de la aventura del vizcaíno. Es una licencia intertextual del director. Aparece una tintorería, trabajo penoso y maloliente. Se atribuye a un caso de papeles comprados a un muchacho la continuación de la obra. Por una vez, Don Quijote vence al vizcaíno. Pero Sancho recibe una paliza por desvalijarle.

Sancho es realista y trata de evitar que Don Quijote se engañe por su mala cabeza, pero no consigue convencerle. Da la sensación de que Gutiérrez Aragón estaba más fresco e ilusionado en la primera parte y trató de salir del paso en la segunda, con otros actores (en su mayoría) y en un formato más breve. La reducción de la serie a 180 minutos en la película tal vez responda a razones comerciales. Hay escenas en la serie, como la de la venta, que no aparecen en la película.

Tranco II. Sancho es analfabeto, algo muy frecuente en aquella época. El calor hace estragos en ambos. Un pastor aplica unas hierbas a la cabeza herida del caballero. Éste habla de la Edad de Oro, donde no había propiedad privada, las mujeres iban desnudas y existía la justicia. Pasan la noche con los cabreros, que elaboran queso de cabra. La escena no figura en la película.

A Rocinante le golpea un grupo de campesinos. Y después sacuden a Don Quijote. Esta escena tampoco aparece en la película. Don Quijote y Sancho llegan heridos de los golpes a la segunda venta. Esperanza Roy está genial, graciosa y divertida como Maritornes. Pero allí hay también otra pelea. El ventero (Héctor Alterio) golpea a Maritornes. Antonio Guerrero hace un pequeño papel. El bálsamo de Fierabrás sienta fatal a Sancho. A este le mantean porque la pareja no paga por su estancia.

Tranco III. Sancho quiere regresar al pueblo. A veces recuerda a Cantinflas, que también participó en una versión cómica del Quijote. Este cae en medio de un rebaño de ovejas. Y a Sancho le roban. Se encuentran de noche con una procesión que transporta un cadáver vestido con hábito religioso. Es un caballero que murió en Baeza y lo llevan a Segovia. Esta vez, Don Quijote se disculpa. Sancho le llama Caballero de la Triste Figura. Y Don Quijote lo acepta. Sancho ve una noria funcionando junto a un río. Esta parte no aparece en la película y se desarrolla de noche. Ya de día, Sancho suelta a Rocinante, al que puso un cepo para que no se moviera.

Una rueda de batán asusta a Sancho, a quien su amo le golpea. Sigue la aventura del yelmo de Mambrino, que porta un hombre sobre otro burro. Don Quijote recoge la bacía del burro, cuyo propietario huye. Sancho le quita las albardas, como antes hicieron con él. Ante los galeotes, Sancho advierte a su señor para que no intervenga. Pellicena va esposado por chulo de putas. La Santa Hermandad les custodia. Pero Alonso Quijano les libera y desea que cuenten a Dulcinea su hazaña. Los presos les atacan y antes de huir les colocan sus cadenas. A Sancho le quitan la ropa y su rucio desaparece.

Según los extras de la serie, Argamasilla de Alba sería el “lugar de la Mancha”. Aquí se encuentran la casa del bachiller Carrasco y la cueva de Medrano. En una de las ventas de Puerto Lápice se armaría caballero a Don Quijote. Consuegra está dominada por once molinos de viento. Es una población de origen romano y destacan su castillo y su casco antiguo. En Madridejos se encuentra el molino del Tío Genaro, uno de los más antiguos. En Alcázar de San Juan, en el vecino cerro de San Antón, encontramos cuatro molinos de viento en excelente estado de conservación. En el Cerro de la Paz (Campo de Criptana) pueden contemplarse diez molinos. Mota del Cuervo ofrece un espectacular conjunto de molinos de viento que dominan la localidad. El Toboso sería la patria chica de Dulcinea.

Tranco IV. El caballero su escudero atraviesan una zona montañosa. A Sancho le han desvalijado y va a pie. Encuentran un arcón con dinero, que Sancho se queda, y Don Quijote lee un libro que encuentran. Sancho se viste con ropas del arca. Encuentran allí a un loco que se lamenta de la traición de una mujer. Don Quijote le sigue. Es Cardenio, hijo de una rica familia andaluza. Era el prometido de Luscinda y escribía poesías a su amada, pero tiene que acompañar a Fernando, prometido con una labradora e hijo de duques. Esta historia en la película se encuentra resumida y no se entiende del todo. Cardenio muestra a Fernando a Luscinda, su amada, dormida y le enseña las cartas que le escribió ella. Luscinda era aficionada a las novelas de caballería y Fernando le envía una nota entre las páginas de un Amadís. Cardenio y Don Quijote discuten y se pelean, pero Cardenio está más loco que Alonso Quijano. Sancho se queja y quiere volver a la aldea.

Don Quijote quiere hacer penitencia en una peña. Se desnuda y encarga a Sancho que vaya con Rocinante en busca de Dulcinea. Y le entrega una carta dirigida a ella, aunque apenas la ha visto. Dulcinea es Aldonza Lorenzo, a quien Sancho conoce y le parece más recia de lo que Don Quijote cree. Sancho llega a una venta, que es la segunda, la de Maritornes. Allí están el cura y el barbero, que cuando van en busca de Don Quijote, se encuentran a una joven (Aitana Sánchez – Gijón) que les oye. Es Dorotea, la hija de unos labradores ricos andaluces. Fernando la prometió matrimonio. Aparece Cardenio. Fernando huía de Dorotea y decide casarse con Luscinda. Se cruza con Dorotea, cuyo rostro se oculta tras un velo oscuro, y no la reconoce. Fernando es Máximo Valverde, que fuerza a Dorotea, pero esta se entera de la boda entre Luscinda y Fernando. Dorotea trata de matar a Fernando, pero la boda no llegó a culminarse. Es una historia intercalada, que continúa con la penitencia de Don Quijote.

Dorotea conoce a Don Quijote, que ya es famoso. El cura y el barbero señalan que se encontraron a los galeotes liberados camino de Sevilla. Se menciona a un tal Pedro de Valladolid.

Tranco V. A Sancho le encuentra Dorotea. Pero Don Quijote se enfada y le pide explicaciones sobre Dulcinea. Sancho descubre a un rucio montado por Ginés de Pasamonte, uno de los galeotes, que huye ante Don Quijote. Vuelven a la segunda venta, seguidos por Cardenio. El ventero tiene libros de caballería, aunque no sabe leer. Y Don Quijote derrama el vino guardado en la bodega, que estaba almacenados en pellejos.

Luscinda entra en la venta conducida por caballeros y Fernando trata de acercarse a ella. Esta parte no aparece en la película. Fernando, Dorotea, Luscinda y Cardenio se encuentran en la venta. Es una escena teatral. Luscinda y Cardenio se unen, lo mismo que Fernando y Dorotea. Y el público aplaude el final feliz.

En la misma venta, el personaje que interpreta Rafael Alonso reconoce su bacía. Don Quijote dice a Sancho que se la devuelva, pero se produce una pelea. Aparece entonces la Santa Hermandad, que busca a Don Quijote. Este sufre una pesadilla y por fin le meten en una jaula de madera tirada por bueyes, en la que se lo llevan. Pero sale a hacer sus necesidades, y se encuentra un grupo de encapuchados que conducen una escultura de la Virgen María. Alonso Quijano les desafía y acaba siendo golpeado. Vuelve al carro y a su llegada los niños le insultan y se burlan de él. Sancho regresa a su casa con monedas de oro, que muestra a su mujer (Emma Penella).

En la película de 1990, al igual que en la serie, Terele Pávez hace de ama. Comienza asimismo en la casa del hidalgo. Este vive en una casa de pueblo, separada de este por una tapia. Los libros de caballería le devanaron los sesos y los niños se ríen de él. Tiene un amplio patio y su primera salida se produce de noche. Amanece mientras atraviesa la llanura. Monta a Rocinante por el campo de Montiel y se mete por el trigo de un campesino. Llega a una calzada y se encuentra con un grupo. Se menciona la Alcarria y Extremadura. Alonso Quijano se inventa a Dulcinea y bautiza con su nombre a Rocinante. Recibe su primera paliza, a pesar de su armadura. Entonces aparece un hombre que lo conoce. Es su vecino Pedro Alonso y le lleva de vuelta a su casa.

A continuación se produce el escrutinio de los libros de su biblioteca. El barbero ordena que le preparen un bebedizo. Francisco Merino representa al cura. Los libros arden en una hoguera, en el patio. Y también le tapian la sala de la biblioteca. Sancho adecenta a su rucio. Y Alonso Quijano le promete una ínsula. La fotografía de Teo Escamilla resulta espléndida. Y la música también está a un gran nivel. Emma Penella es Teresa, la mujer de Sancho. Don Alonso vuelve a salir, ahora ya de día. Es mucho más alto que Sancho, en especial cuando cada uno monta a su animal de transporte. Salen por una llanura con montañas azules al fondo. Y llegan a la aventura de los molinos.

Eduardo Alonso Franch

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan


[1] “’Ante todo he querido ser fiel a Cervantes’. El Quijote, de Gutiérrez Aragón, serie del año”.   Seminci, nº1, 18 octubre 1991, pp. 12 – 13.

[2] MOLINA FOIX, Vicente: Manuel Gutiérrez Aragón.   Madrid: Cátedra, 2003.

[3] GUTIÉRREZ ARAGÓN, Manuel: “El caballero Don Quijote se sale del libro”.   Ibid.

[4] Filmografía.   Ibid.

[5] MARTÍNEZ TORRES, Augusto: Conversaciones con Manuel Gutiérrez Aragón.   Madrid: Fundamentos, 1985.

[6] “Gutiérrez Aragón, Manuel” en: TORRES, Augusto M.: Diccionario del cine español. Madrid: Espasa Calpe, 1994, p. 241.

[7] HEREDERO, Carlos F: “La libertad del fabulador”.    Manuel Gutiérrez Aragón. Las fábulas del cronista / edición: Carlos F. Heredero.    Madrid: Ocho y Medio, 2004.

[8] SÁNCHEZ HARGUINDEY, Ángel: “Un hombre de nuestro tiempo”.    Ibid.

[9] HEREDERO, Carlos F.: “La simiente cervantina”.   Ibid.

[10] MOLINA FOIX, Vicente: “Las dos Españas de Gutiérrez Aragón”.   Ibid.

[11] Filmografía.   Ibid.

[12] HEREDERO, Carlos F.: Cuentos de magia y conocimiento. El cine de Manuel Gutiérrez Aragón.    Burgos: Alta Films, 1998.

[13] JUAN PAYÁN, Miguel: La historia de España a través del cine.   Madrid: Casitel, 2007.

[14] HERRANZ, Ferran: El Quijote y el cine.   Madrid: Cátedra, 2005.

[15] HERNÁNDEZ, Javier: “Manuel Gutiérrez Aragón o los quijotes de la democracia”.   Don Quijote en el cine.   Nosferatu, 50, Diciembre 2005.

[16] SÁNCHEZ MILLÁN, Alberto: “El Quijote en la televisión”.   Ibid.

[17] GOROSTIZA, Jorge: “Provenza, Crimea… La Mancha. El paisaje de El Quijote”.   Ibid.

[18] CUETO, Roberto: “Sinfonías de La Mancha. La música en las versiones cinematográficas de El Quijote”.  Ibid.

[19] CANAVAGGIO, Jean: “Don Quijote”, del libro al mito.   Pozuelo de Alarcón: Espasa Calpe, 2006.

[20] CANAVAGGIO, Jean: Diccionario Cervantes.   Madrid: Centro de Estudios Europa Hispánica, 2020.

[21] UCERO CASTAÑO, Jesús: “El caballero Don Quijote (2002)”.   El Quijote en el cine / Miguel Juan Payán (coord.).   Madrid: Jaguar, 2005.

[22] PAYÁN, Miguel Juan: “El Quijote de Miguel de Cervantes, 1991”.   Ibid.

[23] SÁNCHEZ, José Luis: “Los actores y Don Quijote”.   Ibid.

[24] SCOLA, Gloria: “La misteriosa figura de Dulcinea y sus actrices: el viaje desde la letra hasta la imagen”.    Ibid.

[25] SANZ LARREA, Gonzalo: “Paisajes de la España del Quijote y semblanzas cinematográficas cervantinas”.   Ibid.

[26] GUTIÉRREZ ARAGÓN, Manuel: “’No son gigantes, señor, son decorados de cine’. Relato de un Quijote televisivo” en: A los actores / Manuel Gutiérrez Aragón.    Barcelona: Anagrama, 2015.

[27] GUTIÉRREZ ARAGÓN, Manuel: “El cine y los realismos”.   Ibid.

[28] GUTIÉRREZ ARAGÓN, Manuel: “Entre el autoritarismo y la timidez”.   Ibid.

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