Fray Diego de Torres Rubio

Del Arte de la lengua aymara, por  Torres Rubio, Diego de, 1547-1638

Fray Diego de Torres Rubio, lingüista, gramático y lexicógrafo jesuita, estudioso de las lenguas andinas aymara y quechua, nace en Alcázar de San Juan, en 1547, y muere en Chuquisaca, actual Sucre-Bolivia, el 13 de abril de 1638, a la edad de 91 años, en donde era profesor de ambas lenguas.

Las lenguas quechua y aymara eran los idiomas más extendidos por las regiones de los Andes centrales a la llegada de los españoles. En cierta forma se puede afirmar que el quechua era, de facto, la lengua oficial del Imperio Inca. Tanto era así que la Iglesia Católica, de la mano de sus misioneros, en su estrategia de expandir su actividad misional por todo el Virreinato del Perú, se esmeró sobremanera en estudiarlas y dominarlas con rapidez para poder comunicarse fácilmente con los nativos de los nuevos territorios y cumplir con su misión evangelizadora. Desde el primer momento estableció cátedras de estos idiomas en los colegios y universidades que se iban fundando.

La obra escrita más antigua que conocemos en lengua quechua es “Gramática o arte de la lengua general de los indios de los reynos del Perú”, del misionero dominico Fray Domingo de Santo Tomás, impresa en Valladolid en el año 1560.

En 1583 se editó en Lima el primer “Catecismo en la lengua Española y Aymara del Pirú”, como resultado de las directrices emanadas del III Concilio Provincial de Lima (1582-1583). Este Concilio fue de suma importancia para la cristianización de los pueblos nativos del Virreinato del Perú, pues de él surgió una abundante normativa evangelizadora, una de las más influyentes la que ordenaba que no se obligase a sus habitantes a rezar en latín, lo que propició la aparición de abundantes textos religiosos en las lenguas nativas más habladas. Este catecismo fue reimpreso en Sevilla, en 1604, por Bartolomé Gómez.

Catecismo en la lengua Española y Aymara del Pirú. Edición de 1604. Sevilla

En 1607, el también misionero, en este caso jesuita, Fray Diego González Holguín publicó su “Gramática y arte nueva de la lengua general de todo el Perú, llamada lengua Quichua, o lengua del Inca” y, en 1608, el “Vocabulario de la lengua general de todo el Perú llamada lengua Quichua o del Inca”. Ambas obras se imprimieron en Lima.

Unos años antes, en 1603, el misionero jesuita alcazareño Fray Diego de Torres Rubio publicó la obra “Gramática y Vocabulario en lengua Quichua, Aymara y Española”, que se imprimió en Roma, y fue reeditada en Sevilla en 1609, pero que hoy, desaparecida, solo se la conoce por referencias.

Fray Diego de Torres Rubio nace en Alcázar de San Juan, entonces llamada Alcázar de Consuegra, en 1547.Con 19 años de edad, en 1566, abandona su ciudad natal y se traslada a Valencia para ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús, en donde obtiene el grado de subdiácono seis años más tarde, en 1572.

En 1577, junto al también jesuita alcazareño Fray Alonso de Valdivielso, marcha al Nuevo Mundo en la expedición promovida por el Padre Everardo Mercuriano,

Prepósito General de la Compañía de Jesús, “en respuesta a la solicitud que el Padre Acosta le hace rogándole que enviara un teólogo ya formado y de nota para que continuase los cursos de teología que él había interrumpido al ser nombrado Provincial del Perú”, según recoge el Padre F. Mateos en su “Historia General de la Cia. de Jesús en la Provincia del Perú”.

El jesuita P. Bartolomé de Alcázar, en el Tomo II de su “Chrono-Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo”, Madrid 1710, relata con exactitud el día en que Fray Diego y Fray Alonso embarcaron en Sanlucar de Barrameda, como integrantes del grupo de dieciséis religiosos que componían la expedición ordenada por el Padre Everardo Mercuriano: “A las provincias del Perú partieron también de San Lucar, a 16 de octubre (de 1577), en los Galeones de el cargo de Don Juan de Velasco de Barrio, dieciséis de la Compañía de Jesús …” citando expresamente a los dos alcazareños de esta forma: “Alonso de Valdivielso, estudiante theologo, natural de Alcaçar de San Juan de la provincia de Toledo… Diego de Torres Rubio, subdiácono, natural de Alcaçar de San Juan…”.

Al frente de la misma iba el Padre José Tiruel y la componían cuatro diáconos, siete estudiantes, dos hermanos coadjutores y tres sacerdotes, uno de ellos el eminente teólogo y moralista Padre Esteban de Ávila. La lista completa de sus integrantes, junto al grado de cada uno de ellos y sus lugares de procedencia, consta en el “Libro del Noviciado” de la Compañía.   

Desconocemos el puerto de arribada al Nuevo Mundo, pero si sabemos que en febrero de 1578 todo el grupo se encontraba sin novedades dignas de reseñar en Panamá, para embarcar con destino al Virreinato del Perú en el navío del conocido y prestigioso piloto Antón del Rodal. El también jesuita P. Giovanni Anello Oliva nos describe este viaje en su “Historia del Reino y Provincias del Perú y vida de los varones insignes de la Compañía de Jesús”, escrita en el año 1630, de esta forma:

“Pero en este (viaje) no podré dejar de hacer especial mención del que el Padre Joseph Tiruel y el Padre Esteban de Ávila hicieron con otros catorce sujetos, el año de 1578… en este navío vino y en compañía de nuestros padres D. Martín Garçía de Loyola a quien después mataron los indios de Chile, siendo gobernador de aquel Reino y sobrino que fue de nuestro Glorioso Padre San Ignacio. También vino D. Lorenço Xuerez de Figueroa gobernador de las Provincias de Santa Cruz de la Sierra…“, siguerelatando quenavegarondurante once días hasta el puerto de Paita en Perú, en donde descansaron cinco días, continuando su singladura durante otros dieciséis días, para llegar, el 31 de marzo de 1578, Viernes de la Semana de Pascua, al puerto del Callao en Lima.

A esta expedición también se refiere el Virrey Francisco de Toledo en una carta enviada a Felipe II, el 18 de abril de 1578, en la que le comunica que: “Entró aquí una manada de clérigos de la Compañía, mozos y para estudiar acá”.

Es más que probable que en Lima los caminos de Fray Diego y Fray Alonso se separaran definitivamente para no volver a juntarse jamás, lo que no podemos asegurar puesto que no hemos encontrado constancia documental del destino que América le deparó a Fray Alonso de Valdivielso. Quizás volvió a España, porque en 1601 encontramos a un Fray Alonso de Valdivielso velando en su casamiento a Francisco Pérez Marañón y Paula de Valdivielso, hija del Doctor Valdivielso, casamiento que ofició Fray Juan de Valdivielso. “Libro primero de Desposorios y Velaciones celebradas en la Iglesia Parroquial de Santa María desta villa de Alcázar de San Juan”. Archivo parroquial de Santa María. Pero ésta es otra historia.

Tras permanecer dos años en Lima, entonces llamada Ciudad de los Reyes, en donde fue ordenado sacerdote en 1580, al ya Padre Diego de Torres Rubio lo enviaron a la importante misión jesuita de Juli, al sur del actual Perú, junto al lago Titicaca, territorio habitado por el pueblo Aymara, en donde también aprendió esta lengua. En Juli coincidió con el jesuita italiano P. Ludovico Bertonio (1557 – 1625), lingüista y lexicógrafo como él, autor, entre otras obras, del “Vocabulario de la Lengua Aymara”, impreso en Juli en 1612, y de varios textos religiosos en español y en aymara.

El resto de su vida transcurrió, en su mayor parte, en regiones de la actual Bolivia, llegando a ser Rector de los colegios de La Paz (Chuquiabo o Chuqiyapo en aymara), Potosí y La Ciudad de La Plata de los Charcas, conocida también como Chuquisaca y, desde 1839, llamada Sucre, ciudad muy importante en esa época pues en ella residía la Real Audiencia y Cancillería de La Plata de los Charcas, la segunda en jerarquía tras la de Lima. En Chuquisaca, en donde ocupó la cátedra de aymara durante 30 años, se le atribuye el establecimiento, en 1610, de dos seminarios de Estudios y Noviciados para impartir Teología y Artes.

Partiendo desde Potosí, en el año 1595, fue uno de los primeros misioneros jesuitas que, junto al Padre Yáez, visitó a los chiriguanos, etnia de lengua guaraní, que se asentaban en el Gran Chaco, en lo que hoy es territorio compartido por Bolivia, Argentina, Brasil y Paraguay.

El Padre Bartolomé de Alcázar, en el ya citado Tomo II de su “Chrono-Historia de la Compañía. de Jesús en la Provincia de Toledo”, nos da cumplidas referencias del talante y la personalidad de Fray Diego, diciendo que: “Ordenado en Lima de sacerdote, para acallar sus fervorosos deseos de ayudar a los indios, le enviaron al Pueblo de Juli, donde en breve aprendió sin maestro con tal perfección las dos lenguas Aimara y Quichua, que las redujo a reglas y las enseñó en Chuquisaca por treinta años. Hizo muy repetidas Misiones, a pie así siempre en la Provincia de los Charcas… Dentro de la casa era infatigable en la caridad con todos…  Asistía y amaba a los indios con celo ardiente, sin fatigarle los trabajos que por ellos toleraba… Adornó su vida larga con grandes virtudes… Siendo Rector de el Collegio de Potosí hacía los oficios más humildes, propios de los criados, diciendo que no había para que executase otro lo que él podía… y solía decir que mientras tuviese manos propias, era injusto valerse de las ajenas… Por su amor a la santa Pobreza jamás admitió para uso propio, sino lo más viejo y desechado de la casa… Era muy dado a la oración vocal, y a la mental empleando en ésta cuatro horas al día, con perseverancia constante… Tuvo una pureza tan sin mancilla, que en su semblante no se vio ademán, o acción ajena de una insigne santidad… Estas y otras virtudes suyas, ya cansado de vivir, le maduraron para el Cielo… Fue su muerte en la Ciudad de la Plata, a 13 de Abril de 1638, a los 91 años de su edad, a los 66 de religión, y a los 58 de profesión de cuatro votos. Escribió una Gramática y un Vocabulario de las lenguas Aimara y Quichua ”.

Los cuatro votos que menciona el Padre Bartolomé de Alcázar son los de pobreza, castidad y obediencia, comunes a todos los sacerdotes, más un cuarto voto especial que solo profesan los jesuitas: la obediencia al Papa sea el que sea.

La anónima “Historia General de la Compañía de Jesús en Perú”, del año 1600, reeditada por el Padre F. Mateos, Madrid 1944, corrobora su cargo de Rector del Colegio de Potosí y recoge la amistad que le unía al Padre Juan de Montoya, compañero en sus viajes misioneros por Juli, Chuquiabo y Potosí, de esta forma: ”… el P. Diego de Torres Rubio, Rector que entonces era de este collegio, como quien sabía bien la mucha virtud y santidad del P. Montoya, por haber vivido en su compañía muchos años en Juli, Chuquiabo y Potosí…”

Además de las ya mencionadas, también hemos encontrado referencias documentadas sobre Fray Diego de Torres Rubio en estos otros escritos:

En el manuscrito “Sobre el noviciado de los jesuitas en Lima”, escrito alrededor de 1600, que se encuentra en la Biblioteca Nacional.

En la obra “Vidas exemplares y venerables memorias de algunos Claros Varones de la Compañía de Iesus”, del humanista y teólogo jesuita P. Juan Eusebio Nieremberg y Ottin, Madrid 1647, se describe a Fray Diego de Torres Rubio como uno de los más importantes y venerables miembros de esta Compañía en el Virreinato del Perú. Confirmando lo ya acreditado con estas palabras: “Sucedió su muerte en la ciudad de Chuquisaca, donde muchos años había vivido, a 13 del mes de abril el año de 1638, de edad de noventa y uno, de su entrada en la compañía sesenta y seis, y de la profesión de los cuatro votos cincuenta y ocho”.

En el “Catálogo de las Lenguas de las naciones conocidas y enumeración, división y clases de éstas según la diversidad de sus idiomas y dialectos”, Madrid 1800-1805, del lingüista y filólogo jesuita Lorenzo Hervás y Panduro.

En la obra “Bibliografía Española de Lenguas indígenas de América”, Madrid 1892, de Cipriano Muñoz y Manzano, Conde de la Viñaza.

En la monumental “Historia General del Perú”, editada enLima entre 1971 y 1984 y en la “Historia de la Compañía de Jesús en el Perú”, Burgos 1963, ambas del jesuita peruano P. Rubén Vargas Ugarte.

O en “Notas sobre jesuitas y lengua Aymara”, 1997, del jesuita e investigador boliviano P. Xavier Albó.

Como ya hemos comentado, la primera obra que Fray Diego de Torres Rubio escribió fue “Gramática y Vocabulario en lengua Quichua, Aymara y Española”, publicada en Roma en el año 1603 y reeditada en Sevilla en 1609, obra que hoy está desaparecida, pero que es citada, entre otros, por Antonio Rodríguez de León Pinelo, historiador y cronista mayor de Indias, en el Tomo II de su obra “Epítome de la Biblioteca oriental i occidental, náutica y geográfica…”, Madrid 1629. Por el bibliógrafo sevillano Nicolás Antonio en el Tomo I de su obra “Bibliotheca Hispana Nova”, publicada en 1672 y, sobre todo, por D. Marcelino Menéndez Pelayo quien en el Tomo III su obra “La Ciencia española: polémicas, proyectos y bibliografía”, Madrid 1888, además de hablar de ella, da su título en latín: “Vocabularium et Gramática limguarum Aymara et Quichuae”.

En 1614 Francisco del Canto, impresor de libros, publicó “Arte, y vocabulario en la lengua general del Perú, llamada Quichua, y en la lengua Española. El más copioso y elegante, que hasta agora se ha impresso”, editada en Lima con licencia del Excelentísimo Marqués de Montesclaros, hasta ese año Virrey del Perú, y dedicatoria del editor al Ilustrísimo Señor Don Hernando Arias de Ugarte, Obispo de Quito y del Consejo de su Majestad.

Arte y vocabulario en la lengua general del Perú, llamada Quichua, y en la lengua Española. 1614

Desde la Biblioteca John Carter Brown de la Universidad de Providence, Rhode Island, EE.UU., atribuyen esta obra a Fray Diego de Torres Rubio, pero otras fuentes también la atribuyen a los jesuitas Alonso de Bárcenas, Ludovico Bertonio o Diego González Holguín, o al dominico Domingo de Santo Tomás, incluso al propio Francisco del Canto. Quizás el editor simplemente reunió datos de todos ellos y la publicó sin mencionar autor alguno. La obra, de 452 páginas, consta de una gramática o arte de la lengua Quichua y un diccionario, de unas 2.500 palabras y frases, del quechua al español y viceversa.

En 1616, Fray Diego de Torres Rubio, publicó la obra “Arte de la lengua Aymara”, editada en Lima por Francisco del Canto, con licencia concedida por el Príncipe de Esquilache, Virrey del Perú entre los años 1614-1621, y la aprobación del Doctor Alonso de Huerta, Catedrático de la Universidad San Marcos de Lima y Predicador de su Iglesia Catedral.

En ella encontramos una gramática o arte de la lengua aymara, un vocabulario bilingüe ordenado alfabéticamente con los vocablos y frases más comunes que ordinariamente se usaban, un breve confesionario en aymara y varios textos religiosos, entre ellos una Letanía de Nuestra Señora.

Hay dos versiones de esta obra, ambas publicadas en Lima en 1616, que se han confundido entre sí, pues en una de ella se incluyó la edición, reimpresa en Sevilla en 1604, del “Catecismo en la lengua española y aymara del Pirú” y en la otra versión no se incluyó.

Arte de la lengua Aymara, edición de 1616, que incluye el catecismo.
Arte de la lengua Aymara, edición de 1616, sin la inclusión del catecismo

En 1967 la Editorial de Libros y Revistas S.A. (LYRSA) de Lima realizó una edición moderna de esta obra, con un preliminar de Gamaliel Churata (seudónimo de Arturo Peralta) y prólogo y actualización de Mario Franco Inojosa.

En 1619 publicó su “Arte de la lengua Quichua”, editada en Limapor Francisco Lasso, con licencia igualmente concedida por el Príncipe de Esquilache, Virrey del Perú, el 16 de febrero de 1619, y la aprobación del Padre Diego Álvarez de Paz, Provincial de la Compañía de Jesús en el Perú.

Está estructurada de forma análoga a la anterior, es decir, un arte (gramática) de la lengua quichua, un vocabulario bilingüe con los vocablos y frases más comunes ordenados alfabéticamente, un confesionario y varios textos religiosos en quichua, entre ellos una Letanía de Nuestra Señora, los Mandamientos y los rezos necesarios para administrar el viático o celebrar el matrimonio.

Arte de la lengua Quichua. Edición de 1619

Esta edición fue ampliada por el P. Juan de Figueredo, quien le añadió una gramática y un vocabulario de la lengua Chinchaysuyo, considerada un dialecto de la lengua Quichua muy hablado en la zona del Arzobispado de Lima, imprimiéndose en esta ciudad, en el año 1700, en la imprenta real de Joseph de Contreras y Alvarado, a costa del mercader en libros Francisco Farfán de los Godos.

Siendo nuevamente reeditada, también en Lima, en 1754, en la afamada imprenta de la Plazuela de San Cristóbal, bajo el título de “Arte y vocabulario de lengua Quichua general de los indios de el Perú que compuso el Padre de Diego de Torres Rubio de la Compañía de Jesús. Y añadió el P. Juan de Figueredo de la misma Compañía. Ahora nuevamente corregido y aumentado en muchos vocablos”.

En 1963 la Editorial H. G. Rozas S.A. de Cuzco publicó una edición moderna de esta obra, incluyendo los añadidos que hizo el P. Juan de Figueredo. El prólogo y las biografías que contiene son de Luis A. Pardo.

Arte de la lengua Quichua. Edición de 1700
Arte de la lengua Quichua. Edición de 1754

El historiador y bibliógrafo peruano Enrique Torres Saldamando (Lima, 14 de julio de 1846 – Santiago de Chile, 1 de abril de 1896), en su libro “Los antiguos jesuitas: biografías y apuntes para su historia” (1882, Imprenta Liberal, pp 79-81) dice que también dominaba la lengua guaraní, quizás aprendida en su comentado viaje al Gran Chaco con el padre Yáez, atribuyéndole la obra “Arte de la lengua Guaraní”, publicada en 1627. Desgraciadamente, a día de hoy, no se ha podido localizar ningún ejemplar que pueda confirmarlo.

Ejemplares de sus obras se encuentran en la Biblioteca Nacional de España, en diversas Bibliotecas Nacionales y Universitarias de Chile, Perú o Bolivia y, especialmente, en la Biblioteca John Carter Brown en la Universidad de Providence, Rhode Island, EE.UU., de cuya Biblioteca Digital hemos extraído las ilustraciones que acompañan a este trabajo.

Hasta aquí este breve recorrido por la vida y la obra de este alcazareño universal, poco conocido y menos reconocido en su ciudad natal, en la que, pensamos que injustamente, no se le recuerda ni tan siquiera con una sencilla placa conmemorativa o con el nombre de una simple calle.

 Manuel Rubio Morano

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

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Breve explicación de este artículo:

Este artículo sobre Diego de Torres Rubio, un jesuita alcazareño que -aparte de ser un verdadero desconocido en la ciudad- fue uno de los mayores lingüistas del Siglo de Oro Español, autor de gramáticas sobre las lenguas Aymara y Quechua, es obra de nuestro socio Manuel Rubio Morano y le ha hecho una pequeña introducción que motiva la realización de este trabajo y que tiene su interés, por eso aquí queda reproducida.

Junta Directiva

«Hace unas semanas nuestro compañero de la Sociedad Cervantina de Alcázar, Enrique Lubián, nos reenviaba por el grupo de wasap unos memes en los que se defendía y reivindicaba la labor de España en el Nuevo Mundo.

En uno de ellos se mostraban las Universidades fundadas por España en América y Filipinas y en otro se comentaba que mientras el primer libro de gramática en lengua alemana se publicó en 1573 y el primer libro de gramática en lengua inglesa lo fue en 1586, en España el primer libro de gramática en lengua española se editó en 1492 y, lo que es más sorprendente, el primer libro de gramática en la lengua andina Quechua lo fue en 1560, trece años antes que en alemán y veintiséis antes que en lengua inglesa.

Esto me animó a poner al día algunos apuntes que ya tenía sobre un alcazareño universal, pero escasamente conocido en su tierra, al que le seguía la pista desde hace bastante tiempo, Fray Diego de Torres Rubio, y me empujó a seguir indagando sobre su vida y obra, por ser uno de los principales artífices del inmenso trabajo que España desarrollo con las lenguas nativas del Virreinato del Perú durante los siglos XVI y XVII. Lo encontrado está en el siguiente trabajo.»

Manuel Rubio Morano

Barcelona, Cervantes y el Quijote. ¿Por qué rasgarse las vestiduras?

Enrique Suárez Figaredo, barcelonés, quijotista y miembro de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Estupor general ha causado la noticia de que el Pleno del Ayuntamiento de Barcelona haya rechazado la propuesta de instalar en la popular playa de la Barceloneta una estatua a Cervantes, propuesta presentada por el grupo municipal de C’s. Como todo es opinable, en las siguientes líneas expresaré mi particular punto de vista sobre este asunto, empezando por asuntos editoriales muy relevantes.

En Barcelona, en 1617, se publicó por primera vez el Quijote completo (2 tomos). Para ello se asociaron tres mercaderes de libros y dos impresores. También en Barcelona, en 1873, se publicó el primer Quijote en facsímil: todo un hito bibliográfico. Edición destinada “para España y para todas las naciones del Universo”, sus suscriptores la fueron completando en fascículos mensuales de 48 páginas al precio de 5 Ptas. La iniciativa correspondió a Reial Acadèmia de Bones Lletres y el Ateneu Barcelonès, y el responsable de esta monumental edición fue el militar y político barcelonés Francesc López Fabra, considerado el padre de la foto-tipografía en España. El papel, de excelente calidad, se produjo en los molinos papeleros de Capellades (prov. de Barcelona), y la estampación se llevó a cabo en la imprenta barcelonesa de Narcís Ramírez. La tirada se limitó a 1605 ejemplares para España y 100 para el extranjero, y el 23 de abril de 1873, ya finalizada, las planchas fueron destruidas en un solemne acto público. Con 257 años y 507 km de distancia de diferencia, ese día fenecieron el Autor y el ambicioso proyecto.

En 1874, se añadió un tercer tomo con Las 1633 notas de Juan Eugenio Hartzenbusch a la primera edición foto-tipográfica del Quijote (Hartzenbusch era entonces Director de la Biblioteca Nacional). En 1879, un cuarto tomo reprodujo 101 láminas elegidas entre 60 ediciones ilustradas, completando así una de las ediciones del Quijote más valoradas por el coleccionismo cervantino.

Todo buen quijotista sabe que muchos de los mejores estudios literarios sobre el Quijote se han escrito en Barcelona, y la potente industria editorial barcelonesa ha publicado bellísimas ediciones. Semejante devoción por obra y autor parece responder a la que Cervantes sintió por la Ciutat Comtal, y así lo expresó en varias de sus obras:

Admiroles el hermoso sitio de la ciudad, y la estimaron por flor de las bellas ciudades del mundo, honra de España, temor y espanto de los circunvecinos y apartados enemigos, regalo y delicia de sus moradores, amparo de los extranjeros, escuela de la caballería, ejemplo de lealtad, y satisfacción de todo aquello que de una grande, famosa, rica y bien fundada ciudad puede pedir un discreto y curioso deseo (en Las dos doncellas, del tomo de las Novelas ejemplares).

Quiero que sepa vuesa merced … que en todos los días de mi vida no he estado en Zaragoza, … me pasé … a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos, y correspondencia grata de firmes amistades; y en sitio y en belleza, única (en la 2ª Parte del Quijote).

Los corteses catalanes, gente enojada terrible, y pacífica suave; gente que con facilidad da la vida por la honra, y por defenderlas entrambas se adelantan a sí mismos (que es como adelantarse a todas las naciones del mundo), visitaron y regalaron todo lo posible a la señora Ambrosia Agustina (en Los trabajos de Persiles y Sigismunda).

¿Qué queda hoy de aquella devoción cervantina, de aquel orgullo ciudadano? Poco, a lo que parece. Me pregunto cuántos componentes del Pleno del Ayuntamiento de Barcelona conocen lo detallado arriba. Es cierto que el nombre de Cervantes ya está bien presente en el nomenclátor de la ciudad (una calle, un parque…), incluyendo un busto en el Pueblo Español y un medallón en fachada de la céntrica Fundació Antoni Tapies; pero no son puntos muy visibles.

La propuesta era colocar una estatua en la playa de la Barceloneta, donde aconteció «la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido»: su derrota frente al Caballero de la Blanca Luna. No se me ocurre un lugar mejor. Ahora bien, desconozco el diseño de la estatua propuesta. ¿Otro busto? ¿Una de cuerpo entero? ¡Qué poca originalidad! Nada mejor que dos caballeros abalanzándose uno contra el otro, lanza en mano, como en la ilustración aportada por Jaume Pahissa para la lujosa edición de Miquel Seguí de 1897. Que yo recuerde, no hay nada así en el mundo.

Barcelona es una de las más turísticas ciudades de Europa, está incluida en la selecta Red de Ciudades Cervantinas, y si ha de hacer algo más por Cervantes y el Quijote, hágalo cuando sea, pero que destaque.

   E. S. F.

Barcelona, 22 noviembre 2021

Camino del Quijote, camino de salud

La Asociación de Diabéticos de Alcázar y Comarca presenta el “Camino del Quijote”, es una nueva actividad que mezcla caminar con la cultura. Para organizarla se han apoyado en la Sociedad Cervantina de Alcázar

Alcázar de San Juan, 21 de noviembre de 2021.- La Asociación de Diabéticos de Alcázar de San Juan y Comarca en la persona de su presidente Domingo Camacho, ha presentado a los medios de comunicación  este proyecto que llevan preparando durante meses, que pretende ser abierto a toda la sociedad y señalan ya la fecha de la primera etapa que será en el mes de diciembre.

Se realizarán diferentes rutas a pie que la ADAC ha organizado en colaboración con la Sociedad Cervantina de Alcázar y que han dado en llamar “Camino del Quijote”.  Esta actividad consistirá en caminar por los mismos lugares en que lo hicieron don Quijote y Sacho Panza, mientras se hace un repaso a las principales aventuras que vivieron los universales personajes en su novela, y mientras que los participantes en la ruta refrescan su conocimiento del Quijote escuchando los fragmentos de la obra cumbre de Cervantes, textos que han sido seleccionados y serán leídos por los miembros de la SCA.

Por lo tanto, afirmaba Domingo Camacho, “lo que pretendemos es combinar cultura y deporte, caminada e inmersión en la novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”.  La primera etapa se realizará el domingo 19 de diciembre entre las localidades de Alcázar de San Juan y los molinos de Campo de Criptana donde tuvo lugar la aventura de los molinos de viento. Tendrá un recorrido aproximado de 12 km y una duración de unas dos horas y media. Se recomienda hacerlo de forma familiar.

Durante la ruta se harán cinco lecturas de fragmentos del Quijote que se desarrollan en esta aventura, de modo que los participantes se meterán dentro de la novela y caminarán por los mismos lugares de la trama. Una vez que lleguen al destino asistirán a una breve representación quijotesca y regresarán en autobús hasta el lugar de salida en Alcázar de San Juan donde acabarán la jornada con una comida típica manchega. El coste de participación será totalmente asequible y solo para cubrir el coste de la comida y el desplazamiento de ida o de vuelta. En esta primera etapa se ha fijado una cuota de participación de 20 euros porque incluye la comida en Hotel ínsula Barataria a la terminación de la etapa. Para finalizar, Domingo Camacho informó que las reservas pueden hacerse al correo: adacalcazardesanjuan@gmail.com desde este mismo momento ya que se limitará a 50 plazas el número de participantes.

En el acto de presentación estuvo presente Luis Miguel Román Alhambra vicepresidente de la Sociedad Cervantina de Alcázar que expuso que han colaborado muy gustosamente con ADAC en la organización de estas rutas porque la difusión de la obra de Cervantes es el principal objetivo de la Sociedad y que no han encontrado ningún problema en identificar lo que ocurre en cada aventura del Quijote y elegir los textos adecuados a cada trayecto. De esta forma y caminando por los lugares en que anduvieron don Quijote y Sancho y oyendo los pasajes correspondientes, se pueden apreciar en toda su extensión aspectos de la obra que en una lectura normal podrían pasarnos desapercibidos.

También intervino José Andrés Ucendo concejal de deportes y medio ambiente de Campo de Criptana para poner en valor el patrimonio molinero de nuestra localidad vecina, alabando que la ruta escogida pase por el paraje de los siete molinos (todavía muy desconocido)  y para manifestar que no hay duda de que estos son los molinos contra los que se enfrentó ese “hombrecillo enclenque”  al que Cervantes hizo luchar contra gigantes en el capítulo 8, y que desde el Ayuntamiento se comprometió a hacer una pequeña representación con actores especializados y en todo caso a dispensar una magnífica acogida a los visitantes que lleguen a la “sierra” en esta primer a etapa.

Cerró el acto de presentación el concejal de medio ambiente de Alcázar de San Juan Pablo Pichaco,  para apoyar la realización de este tipo de rutas naturales que buscan ahondar en la integración de la actividad con la vida saludable y con el conocimiento de los recursos naturales, ya sea la geología o los cultivos típicos de la zona y aves que anidan o pasan por el lugar, que favorecen una relación del hombre con el entorno, haciendo que estas experiencias se vuelvan atractivas porque facilitan una percepción distinta de estos caminos la que se adquiere recorriéndolos a pie, como ya se está haciendo también por ejemplo con los Caminos del Guadiana. Deseó mucho éxito a la nueva actividad y que sirva de ejemplo para iniciativas de este tipo.

Esto es en cuanto se refiere a la primera etapa que ya está prácticamente preparada, pero la actividad “Camino del Quijote” no se circunscribirá a esta única etapa, sino que pretende consolidarse en el tiempo y tendrá un carácter trimestral; ya se están preparando otras tres nuevas etapas que irán creciendo en duración y dificultad, aunque siempre dentro de los límites asumibles para que puedan ser realizado de forma familiar. Todas ellas terminarán en lugares emblemáticos del Quijote.

La Asociación de Diabéticos confía en que esta actividad tenga una buena acogida y por su interés, se convierta pronto en un referente en la Mancha, no solo entre sus asociados, sino entre el público en general ya que la participación en la misma está abierta a todas las personas y colectivos.

Domingo Camacho Castellanos

Presidente de la Asociación de Diabéticos de Alcázar de San Juan y Comarca.

Pablo Conde presenta este viernes el cómic «Miguel Ángel de la Guarda»

El Padre Ángel, presidente de “Mensajeros de la Paz”, y Pablo Conde, autor de “Miguel Ángel de la Guarda”

El periodista y cineasta alcazareño Pablo Conde presente este viernes su nuevo trabajo: “Miguel Ángel de la Guarda”, un cómic que ha realizado con el dibujante Fran I. Periáñez y publicado por Mata Suministros de Papelería. Este proyecto sale, además, en colaboración con “Mensajeros de la Paz”, una ONG presidida por el Padre Ángel a la que se donará una parte de las ventas.

La presentación tendrá lugar este día 19 de noviembre a las 20:30h en el Museo Municipal de Alcázar de San Juan y el acto estará presentado por la conocida periodista José Sáez. En el evento intervendrán los autores Pablo Conde y Fran I. Periáñez, la alcadesa alcazareña Rosa Melchor y el empresario Juan Bautista Mata. El cómic podrá comprarse en la página web: www.miguelangeldelaguarda.com. También estará a la venta en la tienda “Mata” de Alcázar de San Juan y en las tiendas “La Papelería” de Ciudad Real, Argamasilla de Alba e Illescas.

“Miguel Ángel de la Guarda” cuenta la historia de un hombre que, tras quedarse en la calle, se instala en el piso de una señora mayor que vive sola. Lo consigue haciéndola creer que él es su ángel de la guarda… Bajo esta premisa, Pablo Conde escribió el guion del cómic, adaptando una historia que había escrito para cine y que desarrolló después en 64 páginas junto a Fran I. Periáñez, autor de los dibujos y del color.

Este cómic ofrece una historia sencilla concebida como un entretenimiento para el lector y estructurada como una comedia de enredo. A pesar de ello, la publicación trata temas serios, problemas que encontramos actualmente en nuestra sociedad como, por ejemplo, la situación de los mayores que viven solos, muchos de ellos en situación precaria. De hecho, esta problemática fue la que inspiró a Pablo Conde para escribir el guion. La idea le surgió en 2014, cuando trabajaba de reportero para un programa de Cuatro y tuvo que entrevistar a varios afectados por la venta de acciones preferentes. La mayoría eran jubilados que perdieron los ahorros de toda su vida. Su banco de confianza se aprovechó de su buena fe y aquello marcó a Pablo. Tanto que éste es, precisamente, el tema central del que habla el cómic. Además, es también el tema por el que este proyecto incluye una vertiente solidaria.

«Mensajeros de la Paz» lleva 60 años trabajando en diferentes ámbitos y países para hacer la vida un poco mejor a quienes más lo necesitan. Y entre sus acciones destaca la labor que hacen con nuestros mayores. Por esta razón, los autores del cómic y Mata Suministros de Papelería decidieron firmar un convenio de colaboración con esta ONG presidida por el Padre Ángel. A través de este convenio, se ha acordado donar a “Mensajeros de la Paz” la cantidad de 2 euros por cada ejemplar vendido. Este dinero se destinará al «Teléfono Dorado», un servicio que presta apoyo y compañía a personas que padecen aislamiento o soledad no deseada…

80 y Medio

Cuarta campaña de recogida de libros “Ningún niño/a sin imaginación”

Este año se cumple la cuarta edición de esta iniciativa solidaria de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan que permite acercar los libros a los niños más desfavorecidos y fomenta la lectura entre los jóvenes al llegar las fiestas navideñas

Alcázar de San Juan, 15-11-2019.-  El objetivo de esta campaña es que ningún niño se quede sin leer esta Navidad por muy limitado que sea su poder adquisitivo o por muy desfavorables que sean sus condiciones familiares.

Por cuarto año consecutivo la Sociedad Cervantina de Alcázar ha iniciado la campaña “Esta Navidad ningún niño/a sin imaginación” por la que se pone en marcha la recogida de libros infantiles y juveniles que ya han sido leídos en algunos hogares y a los que se permite alargar su vida útil yendo a parar a las manos de otros niños que tienen más difícil el disfrute de este material y a los que la sociedad no puede permitir dejar sin acceso a la lectura y en consecuencia al desarrollo de su imaginación.

Los viernes 19 y 26 de noviembre, y el viernes 10 de diciembre (último día), se ha habilitado la sala 7 del Centro Cívico en la plaza de España de Alcázar de San Juan, en horario de 18:30 a 20:00 para la recepción de libros infantiles y juveniles, usados, pero en buen estado, que sirvan para que otros niños puedan disfrutar del placer de la lectura.

Nuestro socio Enrique Lubián será el encargado de su recogida permaneciendo en el Centro Cívico en el horario anunciado. Se acerca la Navidad y es tiempo de compartir con los demás, sobre todo con los que menos tienen, por lo que es un momento propicio para que afloren nuestra solidaridad.

El año pasado los alcazareños, personas de la comarca y algunas donaciones llegadas de fuera (de Málaga y Sevilla) dejaron el listón muy alto, cerca de los 400 ejemplares, pero hay ilusión y confianza en que este año se supere el reto conseguido en la Navidad de 2020.

Los libros que aporten los donantes, se entregarán a la Asociación Cultural y Social “El Sosiego” (asociación que lleva ya varios años poniendo en práctica su campaña solidaria de recogida de juguetes), al objeto de que estos libros puedan formar parte de los lotes de juguetes a entregar a las familias más necesitadas de nuestra ciudad.

Recordamos los días y horas de recogida en la Sala 7 del Centro Cívico:

  • Viernes 19 de noviembre, de 18:30 a 20:00
  • Viernes 26 de noviembre, de 18:30 a 20:00
  • Viernes 10 de diciembre, de 18:30 a 20:00

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Dos Cervantes contra el Turco

El Ayuntamiento de Alcázar de San Juan tiene diseñado un programa de actividades durante el mes de noviembre con el fin de vincular dos elementos muy significativos de la cultura y tradición alcazareña: Cervantes y el vino. En las VIII Jornadas Vino y Bautismo Qervantino, que se están celebrando entre los días 5 y 14, el martes 9 participé en las Jornadas Cervantinas con una conferencia que pretendía recordar la batalla de Lepanto. Sin duda alguna, si no fuese por una de las dedicatorias en las Letanías del Santo Rosario que recuerda la intercesión de la Virgen: Auxilio de los cristianos, y que en ella participó el autor del Quijote, la anestesiada memoria histórica española habría olvidado por completo un hecho que cambió la historia de España, Europa y el mundo. El título de la conferencia ha sido Lepanto 1571-2021. “Auxilio de los cristianos”. Dos Cervantes contra el Turco.

Sí, dos Cervantes, porque aquel glorioso domingo 7 de octubre de 1571 a bordo de las galeras cristianas comandadas por don Juan de Austria iban embarcados dos hombres de nombre Miguel y el mismo apellido de Cervantes, y ambos resultaron heridos. Aquí dejo mi conferencia y las imágenes que se proyectaron:

Una de las Letanías que rezamos en el Santo Rosario es Auxilio de los cristianos. Este ruego a la Virgen fue añadido por el papa Pío V después de tener noticia que la flota cristiana había vencido a la turca en el Golfo de Lepanto. Esta batalla sucedía el domingo 7 de octubre de 1571, hace 450 años. Una batalla que enfrentó a centenares de barcos y decenas de miles de hombres, paró el dominio turco en el Mediterráneo y cambió la historia de Europa y del mundo.

Al amanecer de aquel domingo, avistada la gran flota turca y formada la escuadra cristiana en orden de combate, en todas las galeras y galeazas se rezaron el Santo Rosario por expreso deseo del papa y del almirante de la flota don Juan de Austria, recibiendo todos de rodillas la bendición apostólica enviada desde Roma. Don Juan de Austria, esa mañana, sabiendo del gran esfuerzo que iban a tener que soportar, ordena doblar la ración de comida a los galeotes y les promete la libertad si se logra la victoria.

A las 12 del medio día un cañonazo de la Capitana turca fue respondido por otro de la galera La Real de don Juan de Austria, aceptando la batalla. Aquí terminó la cortesía militar. Cuatro horas después, muerto Alí Pachá, capitán general de la armada turca, la victoria cristiana era ya indudable. El mar del Golfo de Lepanto quedó teñido de rojo y la batalla había terminado, solo quedaba dar la Extremaunción a los moribundos, auxiliar a los heridos y recoger a los muertos.

Al conocer el papa la victoria, en gratitud a la intercesión de la Virgen María en la batalla ante la poderosa flota otomana, instituyó la fiesta del 7 de octubre con el nombre de Nuestra Señora de las Victorias y poco después su sucesor Gregorio XIII cambió la advocación a Nuestra Señora del Rosario, llegando así hasta nuestros días.

Vivimos hoy solo del presente, nos olvidamos del pasado y casi somos incapaces de pensar en el futuro, porque todo o casi todo ya está establecido por unos pocos a su antojo. En su afán de adormecernos, de anestesiarnos históricamente, persiguen que nos olvidemos de nuestro propio pasado, con sus luces y sus sombras. Y esto es lo que habría pasado, con esta trascendente batalla naval, si en una de las galeras de la escuadra al mando de don Álvaro de Bazán, la Marquesa, no hubiera estado en ella Miguel de Cervantes, quien, treinta y cuatro años después, enviaba a imprimir la primera parte del Quijote. En el Prólogo de sus Novelas Ejemplares, Cervantes nos muestra su orgullo por perder «… en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parezca fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros».

Hasta aquí lo que han contado los biógrafos de Cervantes. Sin embargo, ese glorioso día iban embarcados en la Armada de España dos Cervantes con el mismo nombre de Miguel, y ambos tuvieron la misma triste suerte de salir heridos de la batalla contra la gran escuadra turca. Un hecho que ha estado oculto, por algún motivo, muchos años. Y lo sigue estando…

Para conmemorar el IV centenario de la muerte de Cervantes, la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas organizó en 2016 una gran exposición de documentos y recursos que se conservan en los Archivos Estatales y que nunca se había presentado conjuntamente sobre el autor del Quijote.

Dividida la exposición en tres espacios, en el primero de ellos, titulado «De las letras a las armas», se tenía que recordar, cómo no, su presencia en la batalla de Lepanto. Se pudo contemplar el plano original de la batalla, fechado en el mismo 1571, y una carta escrita por don Juan de Austria al rey Felipe II, su hermanastro, cinco meses después, el día 19 de marzo de 1572, desde la ciudad siciliana de Palermo.

En ella le indica al rey que con la misma «va la relación de las personas a quien se han repartido ayudas de costa, a la mayor parte para curarse de las heridas que tuvieron en la batalla y a otras para ayudarlas a la extrema necesidad en que estaban»

En la tarjeta explicativa, junto a la carta y la relación de heridos, los organizadores de la exposición indican que «En la relación aparecen dos soldados con el mismo nombre, “Miguel de Cervantes” y “Miguel Cervantes”. El primero, el escritor, con otras trescientas noventa y seis personas personas, como expresa la relación, han servido señalada y particularmente el día de la batalla que se dio a la armada del turco (Lepanto) en que salieron heridos y mucha parte dellos mancos; el otro, forma parte de las trece personas que se alzaron con una galera turquesa y se vinieron desde La Caramanía, con ella, hasta Mesina»

Hasta aquí lo que en aquella exposición se podía contemplar sobre este documento. Era muy llamativo que la hoja donde aparecía el segundo Cervantes estaba parcialmente tapada justo después del nombre de “Miguel Cerbantes”. Traté de consultar este documento completo en el Portal de Archivos Españoles PARES y al no estar disponible, ¡¡sigue sin estarlo hoy!!, solicité al Archivo General de Simancas el documento para leerlo con más atención, también porque según la información disponible en la exposición este documento se conocía al menos desde 1849. Algo me hacía pensar que el documento, celosamente guardado en algún cajón del Archivo, contenía algo más.

La digitalización del documento es buena, aunque en blanco y negro. Todo el documento, carta y relación, es claro en la grafía y en los términos que contiene. Lo primero que busco es a los dos Cervantes. El primero se encuentra en el folio 5v de la relación de heridos, marcado al margen con una cruz, y el segundo en el folio 8v con una nota a su margen que dice OJO, siendo este segundo Cervantes la última persona nombrada en la relación antes del resumen económico del contador. Las dos anotaciones al margen están hechas con grafía distinta al general del documento.

Al primer Cervantes el contador de la Armada le entrega 20 ducados y al segundo 22 escudos, cuantías muy similares si las trasladamos a maravedís, unos 8.000 maravedís al primero y 8.250 al segundo.

Comencemos por el principio, por la carta. En el texto anotado en la carpeta que contiene la carta de don Juan de Austria se lee:

-«Palermo»

-«A Su Majestad»

«Del señor don Juan, a 19 de marzo, 1572»

«Recibida a 23 de abril»

Refiérase a lo que se le escribió en una carta de 26 de enero»

-«Aquí dentro, Miguel de Cervantes, agraciado con 22 escudos de ventaja» (1) 

-«Copiado para don Luis López Ballesteros hoy, 24 de noviembre de 1849» (2)

(1) Este de los «22 escudos» es el segundo Cervantes, el anotado con un «OJO»)

(2) Luis López Ballesteros fue nombrado Director de la Real Academia de la Historia el 30 de noviembre de 1849.

¡¡Este documento, carta y relación de heridos se conocía oficialmente al menos desde 1849!! En 2016, fecha de la exposición, hacía 167 años que estaba metido en un cajón, fuera del alcance de investigadores, biógrafos y cervantistas. ¿Quién lo ordenó? ¿Por qué motivo lo hizo? Quizá este documento aporte alguna respuesta sobre todo esto.

Según la tarjeta de la exposición, éste segundo Cervantes no había estado en la batalla de Lepanto, argumentándose en ella que aparecía en la relación por formar «parte de las trece personas que se alzaron con una galera turquesa y se vinieron desde La Caramanía, con ella, hasta Mesina». Sin embargo el documento no deja lugar a dudas, este segundo Cervantes no estaba entre esos trece valientes hombres, como se afirmaba en la exposición, y sí entre los heridos de la batalla.

Después de la primera persona relacionada en este folio 8, Bartolomé Rico Piloto, el contador de la Armada anota: «A trece personas de las que se alzaron con una galera turquesa y se vinieron desde La Caramanía con ella hasta Mecina se les dieron cuatrocientos y sesenta escudos en la manera siguiente»:

1- A Martín Bueno que fue el que comenzó la plática de alzarse con la galera cien escudos, 100 esc.

2- A Francisco de Guzmán espalder que mató al capitán de la galera cincuenta escudos, 50 esc.

3- A Lazarín de la Cruz otro espalder otro tanto, 50 escudos

4- A Marco Moreno, renegado con quien se concertó el negocio otro tanto, 50 escudos.

5- A Martín de Nicados, renegado por el mismo effecto otro tanto, 50 escudos.

6- A Mico Vicencio, barbero, mozo de cámara que dio armas a los cristianos veinte escudos, 20 esc.

7- A Juan de Tavormina el otro mozo de cámara que hizo el mismo effecto otro tanto, 20 escudos.

8-13 y después nombra a seis personas: 8 A Diego Diaz, 9 Nicolas calabrés, 10 Moreto calabrés, 11 Miguel de Palermo, 12 Francisco de Palermo y 13 Simón napolitano, que se hallaron desherrados al tiempo que se alzaron con la dicha galera y ayudaron veinte escudos a cada uno, son ciento y veinte escudos.

En total, están nombrados los trece hombres y las cuantías entregadas a cada uno, que suman exactamente los 460 escudos apuntados por el contador. Y entre estos trece NO aparece el segundo Cervantes.

A partir de esta relación de trece personas, el Contador anota en esta misma  hoja a otros ocho heridos en la batalla.

Y el documento termina precisamente con la vuelta de este folio 8, en el que aparece, ahora sí, Miguel Cerbantes, como último herido agraciado por orden de don Juan de Austria con 22 escudos, después del soldado Luis de Almazán.

Es evidente el error que contenía la tarjeta de la exposición y las descripciones que de este documento disponía el público asistente. ¿Simple error o intencionalidad de que este segundo Cervantes no apareciese entre los heridos en Lepanto? ¡Vaya usted a saber! Quizá este documento, nunca expuesto,  solo quería aportar en la exposición la prueba documental de que el autor del Quijote había estado en la batalla y que había resultado herido, como él mismo afirmaba en el Prólogo de las Novelas Ejemplares.

Era la joya de la exposición, todos los demás documentos, cada uno en su archivo, se conocían perfectamente aunque nunca habían estado expuestos juntos. Pero al contener dos Cervantes heridos, quizás se quiso hacer desaparecer a uno de los dos camuflándolo entre los cristianos que se habían alzado con la galera turca después de la batalla, y de esta manera no quitar protagonismo al otro. No exponer el folio 8, o una copia de él, donde aparece la relación de los trece cristianos rebeldes en La Caramanía y dejar cortado el folio 8v, no parece un error o simple casualidad.

El documento es claro e irrefutable. Se puede afirmar que en la escuadra de las galeras cristianas que combatieron en el golfo de Lepanto, aquel día del 7 de octubre de 1571, estaban a bordo dos hombres de nombre Miguel y con el apellido Cervantes, que resultaron heridos. También es evidente que ambos recibieron en el hospital de Mesina, por orden de don Juan de Austria, una cierta cantidad de dinero similar por «ayudas de costas» mientras se curaban de sus heridas.

Y ahora me surgen algunas preguntas más sobre este documento, las mismas que se puede hacer cualquiera. Uno de los dos Cervantes es el autor del Quijote, no cabe duda, pero ¿quién es el otro Cervantes? ¿se conocieron estos dos Cervantes al escuchar su mismo nombre en la gran sala de heridos del hospital de Mesina? De uno de ellos sabemos que le dieron el alta unos días más tarde, en abril, y siguió en la Armada pero ¿y el otro Miguel, por qué no hay rastro alguno de él? ¿por qué se escondió este documento más de 150 años y sigue sin estar a disposición en el PARES? y la última, y no menos importante, ¿hay más documentos guardados en algún cajón referentes a la vida de Cervantes o de estos dos Cervantes, e incluso de otros Cervantes más, que pondrían dudas a la biografía más o menos oficial del autor del Quijote?

Y otra más, hoy es un día de preguntas, ¿estos dos Cervantes que aparecen en este documento eran «dos soldados» como indicaba la tarjeta de la exposición? Pues no hay certeza alguna de ello, al contrario, a la vista del documento se puede afirmar que ninguno de los dos lo eran ese día de la batalla contra el Turco, al menos con esa graduación militar.

Vuelvo a recordar aquí lo que don Juan de Austria decía en su carta al rey. Le comunicaba que con su carta, fechada el 27 de marzo de 1571, «va la relación de las personas a quien se han repartido ayudas de costa, a la mayor parte para curarse de las heridas que tuvieron en la batalla y a otras para ayudarlas a la extrema necesidad en que estaban». Y el contador de la Armada, anota al inicio de la relación que acompañaba a la carta que «se han dado ayudas de costa desde los trece de noviembre del año mil quinientos y setenta y uno hasta quince de marzo mil quinientos y setenta y dos», doce días antes del envío de la carta.

Más delante, en la misma carta, don Juan informaba al rey que «Al Veedor general y contador he ordenado que saquen una relación de los soldados que han quedado mancos y maltratados en la batalla para enviarla a Vuestra Majestad, aunque a estas horas la mayor parte de ellos se han ido a Nápoles y a esos reinos con cartas mías, que es lo que a mí me ha tocado y con lo que les he podido ayudar» Esta segunda relación de soldados solicitada no acompañaba a su carta al realizarse después.

El contador de la Armada es muy preciso con la entrega del dinero a cada una de las personas heridas o con extrema necesidad que «tan bien pelearon en ocassion tan onrdada». A los caballeros que participaron en la batalla, y que resultaron heridos, les antepone el “don” al nombre y a quienes tuvieron un puesto señalado los nombraba con su empleo. Así podemos ver en la relación a patrones y cómitres de galera, artilleros, cirujanos, pilotos o responsables de bastimentos. Las personas que tenían una graduación militar, ésta aparece junto al nombre: capitanes, alféreces y sargentos.

Lo llamativo en esta relación de personas es que como soldado solo aparece uno en toda la relación, «Luis de Almazán soldado diez escudos», precisamente delante del segundo Cervantes. Se puede afirmar, por tanto, que ninguno de los dos Cervantes de esta relación de heridos en Lepanto es soldado, ni tiene un cargo o empleo a destacar por el contador, como otros muchos aquí anotados. Cervantes en el mismo Prólogo de las Novelas Ejemplares afirmaba que «Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo…», no cabe duda alguna, pero este empleo de soldado lo debió de conseguir después de ser dado de alta en el hospital de Mesina y seguir alistado en la compañía de Manuel Ponce de León, del Tercio de Lope de Figueroa.

Alcázar de San Juan, por tradición oral desde que se publicó el Quijote y que en 1748 se descubriera en su iglesia de Santa María una partida de bautismo de un niño al que su padre Blas de Cervantes Sabedra, el día 9 de noviembre de 1558, le pusiera de nombre Miguel, ha creído firmemente que este Miguel de Cervantes Saavedra fue el autor del Quijote. También ha presumido que con tan solo trece años este alcazareño había estado en la gloriosa batalla de Lepanto. Edad imposible para estar de soldado en los Tercios Españoles, cómo han afirmado con razón quienes han tratado de anestesiar la tradición alcazareña, pero edad apropiada para las labores de grumetes y pajes que con la edad de trece años podían embarcarse ya en las galeras y galeones españoles. Aunque la labor de estos muchachos  estaba destinada en trabajos de limpieza y de ayuda a todo lo que se terciaba, especialmente si acompañaban a caballeros y capitanes, en caso de batalla eran los encargados de mantener encendidas las mechas junto a los arcabuceros de los Tercios.

Esta función en las galeras o en el  mundo militar, que hoy nos puede parecer imposible por la edad, era tan normal y conocida en tiempos de Cervantes que incluso él mismo la describe en el capítulo LI de la primera parte del Quijote. La comitiva que traía a don Quijote desde Sierra Morena estaba comiendo en un prado de lo que los criados del canónigo habían traído hasta allí, cuando un cabrero que perseguía a una cabra suya llegó hasta ellos. Al ofrecerle comer con ellos el cabrero acepta y les cuenta una historia que pasó en una aldea cercana. El cabrero relata la llegada de un hombre de su pueblo que «venía de las Italias, y de otras diversas partes de ser soldado» recordando que «llevóle de nuestro lugar siendo muchacho de hasta doce años, un Capitán, que con su compañía por allí acertó a pasar». La misma edad con la que el alcazareño Miguel de Cervantes Saavedra pudo enrolarse como paje o grumete en la Armada de España en Italia en 1570.

Termino esta conferencia con otra pregunta, que nunca tendrá respuesta: ¿Fue este Miguel alcazareño, del que tampoco sabemos nada más de él sino que fue bautizado aquí, el que se encontraba en la Marquesa ese glorioso día en Lepanto o fue el otro?

Finalmente, recuerdo el primer subtítulo de la conferencia Auxilio de los cristianos.Gracias a la intercesión de la Virgen del Rosario estos dos Cervantes, aunque heridos, salvaron sus vidas. Uno de los dos Cervantes escribió el Quijote y gracias a su orgullo por haber estado allí se sigue recordando esta gran victoria contra el Imperio Turco cuatrocientos cincuenta años después, ¡pese a quien le pese!

Gracias!!!

En las respuestas a las preguntas de los asistentes, entre las muchas curiosidades del documento, destaqué la presencia en la relación de heridos de una mujer, quizás también una muchacha, que se encontraba en aquel hospital militar junto a los dos Cervantes. Se llamaba Roseta y el contador de la Armada así la anotó: «A Roseta Ossorio Hija de Luis Ossorio otro tanto – 20 ducados » 

                                                      Luis Miguel Román Alhambra

Publicado en Alcázar Lugar de don Quijote

Dominguera ruta Cervantin@lcazar

En la mañana del domingo 7 de noviembre, los asistentes a la ruta guiada descubren los lugares de Alcázar de San Juan que tienen vinculación con el escritor y su obra

Alcázar de San Juan, 9 de noviembre de 2021.- A lo largo de la mañana dominical un nutrido grupo de asistentes ha podido recorrer y al propio tiempo descubrir paseando, los diferentes lugares de la ciudad que tienen vinculación con Miguel de Cervantes y su obra.

Coordinada por la Sociedad Cervantina de Alcázar, miembros de esta asociación daban la bienvenida a los participantes de la ruta a las 12 de la mañana, junto a la escultura “Alonso con su gato” del escultor valdepeñero Antonio Lillo Galiani, situada en la Av. de Herencia frente a Aguas de Alcázar y punto de encuentro habitual de la ruta guiada.

Posteriormente los asistentes conocieron la historia que encierra el Quijote Cósmico, en la plaza de Palacio, busto que Eulalio Ferrer (español exiliado en México tras la Guerra Civil y padre de la Fundación Cervantina de México) regaló a la ciudad de Alcázar de San Juan y del que existe otro ejemplar exactamente igual en Guanajuato, México. Ahí tuvieron ocasión de conocer de manos de Luis Miguel Román un Quijote, en edición de Calleja de 1905 igual al que consiguió Eulalio Ferrer en el campo de refugiados del sur de Francia cambiándolo por una cajetilla de tabaco, y con el que inició su pasión por el Quijote.

Enseguida llegaron a la Iglesia de Santa María, parroquia fundada en 1226 y donde conocieron que el próximo martes se cumplirá el 463 aniversario del bautizo de un niño llamado Miguel, hijo de Blas de Cervantes Saavedra y Catalina López, acontecido en esta misma parroquia el 9 de noviembre de 1558.

Se detuvieron en la calle Pedro Díaz Morante maestro de calígrafos, coetáneo y amigo de Cervantes, y tras conocer el antiguo convento de San José (sede actual del FORMMA, museo de alfarería de la Mancha) llegaron a la calle San Juan, justo al lugar en que estuvo la casa de Don Juan López Caballero, ascendiente de Gutierre Quijada, de quien Alonso Quijano a su vez “dice descender por línea recta de varón” según Cervantes relata en el Quijote cuando habla del linaje del caballero andante.

En la Plaza de Cervantes antiguamente llamada de los Rosqueros y de las Rubias, frente al lugar donde se encontraba la casa natal de Cervantes, se recordó la figura del moteño Fray Alonso Cano Nieto quien fue unos de los grandes valedores de Alcázar de San Juan como cuna del Quijote por la tradición oral que le había llegado, transmitida de forma directa a través de personas que habían vivido en le misma época del escritor, como fueron los abogados Rodrigo Ordóñez de Villaseñor (coetáneo de Miguel de Cervantes), Francisco de Quintanar y Úbeda y Juan Francisco Ropero y Tardío, quien puso al corriente de Fray Alonso Cano de la tradición cervantina de Alcázar que se ha ido transmitiendo desde la época del propio nacimiento de Miguel, como queda recogido en el Proemio  a la edición de 1870 de la Real Academia Española realizado por el militar y académico Vicente de los Ríos.

Y ya en la plaza de España los asistentes conocieron la estatua de don Quijote y Sancho Panza realizada por Marino Amaya quien se inspiró en el periodista y alcazareño de adopción Tico Medina para la cara de Sancho Panza, siendo este el final de la ruta guiada.

Se recordó a los asistentes que el  martes día 9 de noviembre, tendrá lugar en el Museo Casa del Hidalgo la charla de Luis Miguel Román Alhambra titulada “Lepanto 1571-2021. Auxilio de los Cristianos” a partir de las 19:00 horas, donde se ampliarán más algunas de las cuestiones suscitadas en la ruta guiada de esta jornada.

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Al hospital Mancha Centro: Gracias por la vida

Un sencillo homenaje tributado por la Sociedad Cervantina que el pueblo de Alcázar debía a los profesionales del hospital Mancha Centro y que no se había podido celebrar antes por las restricciones de la pandemia

Alcázar de San Juan, 8 de noviembre de 2021.- Este sábado 6 de noviembre ha tenido lugar el Almuerzo de don Quijote en honor al personal del hospital Mancha Centro en agradecimiento por su trabajo y profesionalidad durante la pandemia de COVID-19 en el que diferentes trabajadores del hospital, desde personal de limpieza y servicios, celadores, auxiliares, enfermeros, personal administrativo y en especial médicos –gran parte de ellos especialistas-, que arrimaron el hombro de forma admirable en funciones que no eran las propias, ayudando a sus compañeros, para luchar más eficazmente contra esta epidemia mundial.

Los miembros de la Sociedad Cervantina de Alcázar han querido rendir un sentido y sincero homenaje a todos cuantos trabajaron denodadamente por nuestra salud y que después han llevado a cabo un proceso de vacunación ejemplar tanto desde el hospital como desde los centros de atención primaria.

Con este motivo se han reunido -en torno a los típicos platos del Quijote regados con el ya afamado vino “Hideputa”-, en la sede de la SCA donde en la persona de su gerente, Lucas Salcedo, han recibido un detalle conmemorativo en premio al esfuerzo demostrado durante meses.

Salvo Ana Chacón (servicio de limpieza) que no pudo asistir por causas ajenas a su voluntad, han estado presentes Caridad Montalvo (auxiliar de enfermería), M. Cruz García Navas (enfermera de Medicina Interna), Francisco Fernández (médico Atención Primaria), Jesús Lizano (director de Gestión), Javier Castellanos (director de Enfermería) y Lucas Salcedo (gerente).

Junto a ellos asistieron nuestros asociados José Manuel Zarco (médico Oftalmología) y Manuel Castellanos (supervisor de Salud Mental y Medicina Interna 4) quienes hicieron de nexo de unión entre los invitados y la Sociedad Cervantina de Alcázar.

Con este almuerzo y este modesto homenaje, la Sociedad alcazareña ha tratado de devolverles lo mucho que hicieron por los ciudadanos de Alcázar de San Juan y su comarca y les animan a que sigan dando lo mejor de sí mismos en favor de nuestra salud.

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan