La Sociedad Cervantina de Alcázar estará presente en la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia de El Puerto de Santa María

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Luis Miguel Román Alhambra (vicepresidente) y Constantino López Sánchez-Tinajero (secretario) viajarán a la ciudad gaditana para impartir sendas conferencias

Anualmente la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia organiza a finales de abril una Lectura Pública del Quijote para conmemorar el Día del Libro, suele hacerlo en fechas cercanas a esta celebración, concretamente este año será el 21 de abril.

Coincidiendo con estas celebraciones, D. Luis Francisco Garrido Quijano, su presidente, ha cursado invitación a miembros de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan para que estén presentes en su sede impartiendo un ciclo de conferencias en el mes cervantino por excelencia.

El jueves 25 de abril, Luis Miguel Román Alhambra (vicepresidente) y Constantino López Sánchez-Tinajero (secretario), estarán en el Puerto de Santa María para impartir sendas conferencias dentro del ciclo “Cervantes y el Quijote. Sus lectores en el siglo XXI”.

La participación de los alcazareños, ha sido posible gracias al buen hacer del socio común Antonio Leal Jiménez que es el Representante del Cuerpo de Académicos dentro de la junta directiva de la asociación cultural portuense.

De hecho, la presentación del ciclo y de los conferenciantes correrá a cargo de Antonio Leal Jiménez, quien abrirá la sesión y dará paso a las intervenciones de sus paisanos alcazareños. Las conferencias se titularán “Dos Cervantes, un autor del Quijote a cargo de Constantino López Sánchez-Tinajero y “Tras los pasos de Rocinante. Realidad y ficción en el Quijote” que impartirá Luis Miguel Román Alhambra.

El objetivo final de ambas ponencias es que los socios gaditanos puedan conocer aspectos de la vida de nuestro primer escritor y su obra principal, El Quijote, poco conocidos en el cervantismo actual.

Pero fundamentalmente en lo que incidirán ambos, es en que hay que ver el Quijote con ojos nuevos cada día e insistirán en la lectura de esta novela, así como de toda la obra cervantina, porque siempre nos enseña un punto de vista nuevo y siempre podemos extraer enseñanzas profundas de su lectura, al tiempo que se disfruta de ella.

El hecho de que la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia lleve 124 años trabajando al servicio de la cultura portuense es un reto para los cervantistas alcazareños que agradecen de todo corazón a esta institución, de solera reconocida,  la invitación recibida, porque representa una ocasión excepcional para llevar el nombre de Alcázar de San Juan  a tierras gaditanas, así como para difundir el conocimiento de los textos cervantinos más allá de la Mancha, en el territorio andaluz que tan bien conoció Cervantes y en el que pasó una parte muy importante de su vida trabajando en favor de la Corona de España.

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

La estupenda batalla entre don Quijote y el vizcaíno en Puerto Lápice

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Dice el narrador que «siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser un lugar muy pasajero» (Q1, 8).

Poco antes, Sancho socorría en el suelo a don Quijote derribado por las aspas de un molino de viento de Campo de Criptana. Esta vez, ha sido el sabio Frestón el que ha convertido a los gigantes en molinos de viento para quitarle a nuestro hidalgo manchego «la gloria de su vencimiento», o al menos así estaba convencido don Quijote que había ocurrido.

Puerto Lápice es actualmente una localidad manchega de la provincia de Ciudad Real, en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, con alrededor de mil habitantes. En tiempos de la escritura del Quijote no era más que un paraje con una venta y unas pocas casas quinterías de agricultores dentro del término municipal de Herencia. En las Relaciones Topográficas mandadas hacer por Felipe II, los vecinos encargados de elaborar las contestaciones de Herencia, declaran en 1576 que «en el término de ella está una venta que se dice el Puerto Lápice como está declarado y esto responden, y esta venta es de un particular vecino de Villafranca».

Ubicada esta venta junto a un cruce de caminos, era muy conocida por viajeros, arrieros y trajinantes a finales del siglo XVI principios del siglo XVII. Cervantes, sin duda alguna, también la debía de conocer y hasta allí encamina a sus personajes después de la batalla contra los molinos de viento.

En el mapa anterior he marcado en azul las carreteras actuales que unen Campo de Criptana con Puerto Lápice, trazadas en una buena parte sobre los antiguos caminos viejos que unían estos lugares. El lector curioso que sigue mis trabajos, sobre los caminos y parajes reales en el Quijote, se estará preguntando por la ruta o caminos que desde el molino de viento siguió don Quijote para no volver por su mismo pueblo, Alcázar de San Juan, ya que tanto su familia como la de Sancho ya estarían alborotadas al notar su ausencia esa misma mañana.

No, lógicamente no vuelven por el mismo camino de Campo de Criptana a Alcázar de San Juan para después continuar hacia Herencia y llegar a Puerto Lápice, el camino más lógico y recto. Teniendo en cuenta el escenario, interpretes y diálogos escogidos por Cervantes en esta aventura encontramos la respuesta.

            Después de caminar todo aquel día y pasar la noche entre unos árboles, llegan a ver Puerto Lápice a las «tres del día». Siguen caminando hacia Puerto Lápice mientras don Quijote, entre otras cosas, insta a Sancho a que no le defienda con espada sino es contra «canalla y gente baja». En esto iban cuando advierte el narrador que «asomaron por el camino dos frailes de la orden de San Benito» junto con un coche de caballos con «una señora vizcaína que iba a Sevilla, donde estaba su marido, que pasaba a las Indias con un muy honroso cargo». Don Quijote cree ver en estos actores que entran en la escena a unos «encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche». Esta sencilla y pacífica comitiva llegaba a Puerto Lápice por un camino en sentido opuesto al que don Quijote y Sancho también llevaban.

            Don Quijote decide «deshacer este tuerto… y se puso en la mitad del camino por donde los frailes venían». A sus voces para que liberaran a «las altas princesas», los frailes se identifican como tales y le dicen que no saben realmente quien viaja en aquel coche, lo que irrita aún más a don Quijote que arremete con su lanza a uno de los dos frailes, que tratando de salvar su vida se tira al suelo. Mientras el otro fraile huye, Sancho trata de despojar de sus hábitos al fraile caído en el suelo, según él, porque le correspondían por haber sido vencido por su amo en batalla. Los mozos de mulas de los frailes, que no lo entienden así, comienzan a golpear a Sancho dejándolo molido y en mitad del camino.

            Don Quijote, sabiéndose vencedor y libertador de aquellas «princesas», estaba «hablando con la señora del coche» a la que «en pago del beneficio que de mí habéis recebido no quiero otra cosa que volváis al Toboso y que de mi parte os presentéis ante esta señora [Dulcinea] y le digáis lo que por vuestra libertad he hecho». Dice el narrador que uno de los escuderos de la señora, «que era vizcaíno… viendo que no quería dejar pasar el coche adelante, sino que decía que luego había de dar la vuelta al Toboso» increpa a don Quijote. El final de esta «estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron» acaba con el vizcaíno en el suelo casi muerto y don Quijote con una oreja malherida.

Para encontrar a esta señora aquí en su viaje a Sevilla, a principios del siglo XVII, voy a tener en cuenta las guías e itinerarios de los caminos de España muy conocidos en aquella época. En ellos se relacionan los pueblos y ventas, entre el principio y el final de cada itinerario, y la distancia que hay entre ellos.

Juan de Villuga edita en 1546 su Repertorio de todos los caminos de España, con 139 itinerarios. Treinta años después, en 1576, Alonso de Meneses publica su Repertorio de Caminos identifica 134 caminos distintos. Ambos son muy parecidos, si bien el de Meneses puede resultar más práctico al estar ordenado alfabéticamente con la primera letra del nombre del lugar de origen.

Desde Bilbao, en la actual provincia de Vizcaya, la señora vizcaína podría seguir, según Villuga y Meneses, el camino de Bilbao a Burgos, Burgos a Toledo, Toledo-Sevilla pasando por Ciudad Real, Sierra Morena por el Valle de Alcudia y Córdoba (camino marcado en verde en el mapa). Este camino real era muy transitado por todo tipo de viajeros, especialmente por quienes realizaban su viaje en coche de caballos porque era el único de ruedas que permitía su paso a través de Sierra Morena.  

Pero Puerto Lápice, como podemos apreciar en el mapa anterior marcado en rojo, no está en este camino de Bilbao a Sevilla.  Para localizar a esta señora vizcaína en este paraje manchego, con intención de llegar a Sevilla en su coche de caballos, habría tenido que seguir otro camino.

Aunque no está anotado en los Repertorios de Villuga y Meneses, desde Madrid era ya muy utilizado un camino hacia Andalucía, que con el tiempo se convirtió en una de las seis carreteras generales de España. Desde Madrid, el viajero podía ir hasta Aranjuez y desde allí por Ocaña, Tembleque y Madridejos llegar hasta Puerto Lápice. Desde este paraje cervantino continuaría por Villarta de San Juan, Manzanares, Valdepeñas, Santa Cruz de Mudela sin entrar en ella, para llegar a El Viso a los pies del Puerto de Muladar. Atravesando con mucha dificultad por aquí Sierra Morena el viajero entraría en Andalucía.

Entre finales de 1575 y principios de 1576, coincidiendo con la publicación del Repertorio de Meneses, así respondían vecinos de estos lugares de paso:

-Ocaña: Esta villa es pasajera dende la villa de Madrid donde reside al presente y lo demás ordinario la Corte de Su Majestad a los reinos de Murcia y de Valencia y a tierras de Cuenca, y algunos pasan por ella al reino de Granada, que aunque no es tan común camino, como por la ciudad de Toledo, es algo más breve, tiene en su término las ventas que dicen de Juan Sarmiento y de Carrión y de Escolchón que rentan poco.

-Madridejos: Por esta villa pasan los carreteros y caminantes que vienen de Murcia a Toledo y los que vienen de Madrid para Granada, y en su término no hay venta ninguna.

-Villarta de San Juan: Al cincuenta y cinco dijeron que el pueblo es pasajero a Toledo y Granada y a Sevilla y a la Mancha y a Cuenca.

-Viso del Marqués: En cuanto al cincuenta y cinco capítulos, esta villa es pueblo muy pasajero por estar como está al pie del dicho Puerto Muladar y ser camino real para todos los que caminan hacia el Andalucía y del Andalucía a Toledo y Madrid y Valladolid y otras partes. Y a la entrada del dicho puerto, a dos leguas de esta villa, está una venta que llaman del Iruela que es de la Encomienda del dicho don Francisco de Álava, comendador de la dicha dehesa de Mudela, y dicen que renta al dicho comendados en cada un año quinientos ducados poco más o menos.

El paso de Sierra Morena por el Puerto de Muladar solo era posible a pie o en caballerías, conocido como un camino de herradura. Y así siguió hasta que, durante el reinado de Carlos III, se abrió el nuevo Paso de Despeñaperros por el ingeniero francés Carlos Lemaur, terminándose en 1788. Este inconveniente para quienes seguían este camino en coche o en carro lo anota precisamente Matías Escribano en su Itinerario Español o Guía de Caminos para ir desde Madrid a todas las Ciudades y Villas más importantes de España. En la edición de 1767 describe en el camino de Madrid para Cádiz, que aunque es camino de rueda, al llegar a El Viso «Aquí se toman caballerías para pasar el Puerto del Rey. Sierra Morena».

Con este gran inconveniente en el viaje en coche de caballos,  la señora vizcaína llegaría desde Madrid hasta Puerto Lápice y desde aquí continuaría por el camino a Villarrubia de los Ojos y Ciudad Real, para seguir camino hacia el Valle de Alcudia atravesando Sierra Morena por el también conocido Camino de la Plata. 

Otro camino, también recogido en los Repertorios de Villuga y Meneses, sería por la ciudad de Cuenca. Cuenca está señalada por Villuga y Meneses, como inicio o final de itinerario, en siete de ellos. Es uno de los nodos de caminos más importante de Castilla, junto a Toledo y Burgos.  La señora vizcaína podría seguir el camino real de Burgos a Cuenca, y desde aquí seguir por el camino de Cuenca a Alcázar de Consuegra. Desde el actual Alcázar de San Juan continuaría por el camino derecho a Herencia y Puerto Lápice. Una vez en Puerto Lápice seguiría su viaje por buen camino hasta Villarrubia de los Ojos y desde allí a Ciudad Real, ya en el Camino de Toledo a Sevilla.

Una pequeña variante, con distancias similares, de este camino la encontramos casi al final. El Camino de Cuenca a Alcázar de Consuegra pasa por Mota del Cuervo. Desde aquí podrían haber seguido su camino hasta El Toboso, y por Miguel Esteban a Herencia y Puerto Lápice.

En total, siguiendo el camino de Burgos-Cuenca-Ciudad Real la distancia recorrida es de unas diez leguas más que por Burgos-Madrid-Toledo-Ciudad Real y su variante por Madrid-Aranjuez-Puerto Lápice-Ciudad Real. Decidir uno u otro camino dependía mucho del interés de paso de los viajeros y la comodidad de los alojamientos.

Por un camino o por otro, lo que es evidente es que Cervantes sitúa en Puerto Lápice a la señora vizcaína y su comitiva de acompañantes, escuderos y mozos, para encontrase allí, de frente, con don Quijote, quien después de creer haber vencido a quien le llevaba secuestrada,  les mandaba «que volváis al Toboso… dar la vuelta al Toboso».

Según notas al pie de página de grandes editores del Quijote,«volváis al Toboso» o «dar la vuelta al Toboso» podían tener significados distintos para los primeros lectores de la novela. Para Martín de Riquer: «deis la vuelta hacia el [Toboso]», para Francisco Rico: «os desviéis del camino para ir al Toboso» y para Enrique Suárez: «en este pasaje, como en otros, no ha de entenderse estrictamente regresar por donde se venía, sino: cambiar de dirección, poner frente a, encaminarse».

Según podemos apreciar en el mapa anterior, después del encuentro con don Quijote, darse la vuelta por donde venían o encaminarse a El Toboso desde aquí, coincide geográficamente con los caminos reales que podían traer los vizcaínos.

Por tanto, el camino desde Campo de Criptana a Puerto Lápice, pasando por Alcázar de San Juan y Herencia, uno de los que podría haber traído hasta aquí a la señora vizcaína, no es el seguido por don Quijote y Sancho por dos motivos evidentes:

1. De haberlo seguido el cuento no habría sido este. Habrían sido vistos por sus familias y vecinos, y seguramente obligados a abandonar la empresa recién empezada.

2. Habrían llegado a Puerto Lápice por el mismo Camino viejo de Herencia a Puerto Lápice que la comitiva vizcaína y de frailes de San Benito (camino amarillo), por lo que tampoco se habría producido el encuentro de frente con ellos, tal y como describe Cervantes.

Solo llegando don Quijote y Sancho a ver Puerto Lápice es posible entender geográficamente esta aventura (camino azul). Sigamos ahora los pasos de Rocinante por otro camino hasta llegar a Puerto Lápice por este camino a Villarta de San Juan.

            Desde el paraje de los molinos de viento criptanenses, don Quijote y Sancho «siguieron el camino del Puerto Lápice». Cervantes, lógicamente no deja a sus primeros lectores  detalles del camino a seguir desde aquí por sus protagonistas, estando tan cerca de su pueblo del que quiso olvidar su nombre al principio de la novela, como tampoco nombra explícitamente a Campo de Criptana, aunque fuese el único lugar de toda la Mancha que contase en aquella época con «treinta o pocos más desaforados gigantes».

Solo les describe cómo ese día lo pasan caminando, pasan la noche entre unos árboles y que al día siguiente, pasado el mediodía, ven Puerto Lápice. Para los lectores curiosos de su tiempo no necesitaban mucha más información para seguir creyendo verosímil el cuento que Cervantes les estaba contando. Desde los molinos de Campo de Criptana, al paso lento del bueno y despaldado Rocinante, por su encontronazo con el molino, en ese tiempo narrado habría caminado unas quince horas, jornada y media larga. Conocen ya la pobre condición física del rocín, aquejado de los dolorosos “cuartos” en sus pezuñas, por lo que el camino recorrido a media legua a la hora, la mitad de un caballo normal, estaría en torno a unos cuarenta y cinco kilómetros.

En mi próximo Tras los pasos de Rocinante. Segunda salida, voy a llevar al lector viajero por los caminos que don Quijote guió a Rocinante en esta segunda salida de su casa. Lógicamente, desde Campo de Criptana bordearán Alcázar de San Juan por el Camino de la Media Legua para seguir por el Camino de Herencia a Tomelloso entrando en Herencia. Desde aquí, siguiendo el Camino de La Pedriza, parte del Camino de Herencia a Villarrubia de los Ojos, atravesando por mitad de sus sierras, llegar al Camino de Villarta de San Juan a Puerto Lápice. Desde aquí, con la visión lejana de Puerto Lápice, tal y como lo vieron don Quijote y Sancho, llegarán al centro de Puerto Lápice, a su magnífica plaza.

Allí podrán sentarse en sus balcones y creer ver la llegada de los frailes benitos y la señora vizcaína por el Camino de Herencia a Puerto Lápice por un lado y a don Quijote y Sancho por el otro, mientras releen los capítulos VIII y IX de la primera parte del Quijote. Realmente, habrán recorrido desde los pies de los desaforados molinos de viento poco más de cuarenta kilómetros, los mismos que Rocinante recorrió en la ficción.

                                                    Luis Miguel Román Alhambra

“Tras lo cual”, Enrique Suárez Figaredo

Enrique Suárez Figaredo en el Sillón de Sancho en la Platera, Alcázar de San Juan

Enrique Suárez Figaredo (Barcelona, 1951) vivió su infancia en el barrio del Poble Sec, a las espaldas de aquella fábrica de la luz de la que hoy sobreviven sus emblemáticas chimeneas. A ellas, a la Fecsa, lo llevó el destino en 1974. Cuando Fecsa se integró en Endesa, se le encargó el Centro de Ingeniería de Distribución de esta compañía, y, posteriormente, la Subdirección de Control de Calidad de Aprovisionamientos.

Su afición al Quijote empezó hace ya muchos años, cuando editó un Quijote para su empresa con el que agasajaban a los ilustres visitantes o regalaban a los empleados por su jubilación. Hizo cierto el aforismo de Cicerón: “si quieres aprender sobre algo, escribe un libro”.

Pero una vez editado su Quijote no paro ahí, hombre inquieto, se interesó por el asunto, y empezó a acumular documentación, a consultar ediciones, antiguas y modernas, a contactar con quijotistas del mundo, a leer toda la producción cervantina y a otros autores del Siglo de Oro y, finalmente, a compulsar los ejemplares originales de las primeras ediciones del libro.

Investigando y confrontando originales en la Biblioteca Nacional de España fue como descubrió que del Quijote de Avellaneda (del que la BNE poseía 4 ejemplares) hubo dos ediciones y que los ejemplares que se manejaban correspondían a la segunda y por tanto se había dado a la imprenta una edición anterior (la primera) que no estaba catalogada como tal.

Es por tanto uno de los mayores especialistas mundiales en el Quijote apócrifo, obra de la que todavía hoy desconocemos quién fue su autor.

Como bien nos relata Cristina Ruiz Urbón en su trabajo Los diez entremeses atribuidos a Miguel de Cervantes Saavedra: historia crítica y estado de la cuestión, desde el siglo XVIII se han barajado infinidad de propuestas de la persona que podría haberse escondido tras el pseudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda: fray Luis de Aliaga, fray Juan Blanco de Paz, Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Tirso de Molina, Agustín de Rojas, Pedro Liñán de Riaza, Francisco López de Úbeda, Alfonso Lamberto, Juan Ruiz de Alarcón, Alonso Castillo de Solórzano, fray Luis de Granada, Alonso Fernández Zapata, fray Cristóbal de Fonseca, Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, fray Alonso Fernández, Juan Martí, Alonso Pérez de Montalbán, el clérigo cordobés Juan Valladares, Alonso de Ledesma, el conde de Lemos en colaboración con Mira de Amezcua y Gabriel Leonardo de Albión y Argensola, Ginés Pérez de Hita, Baltasar Eliseo de Medinilla, fray Hortensio Félix Paravicino, Cristóbal Suárez de Figueroa, alguno de los hermanos Argensola e incluso el propio Miguel de Cervantes. De un tiempo a esta parte, el debate se centra en el soldado aragonés Jerónimo de Pasamonte (Riquer 1988 y Martín Jiménez 2005), el dominico vallisoletano Baltasar de Navarrete (Blasco 2005) y el poeta arriacense José de Villaviciosa (Rodríguez López-Vázquez 2011a).

Como se ve la nómina es grande. Nuestro querido Enrique se atrevió a proponer como autor a Cristóbal Suárez de Figueroa, en atención a un estudio del estilo, de construcciones léxicas particulares y de palabras que utilizaba repetidamente el autor y que sometida a la comparación con las obras de Suárez de Figueroa alcanzaba una concordancia muy superior a la de otros posibles autores, cuyas obras también fueron sometidas a confrontación y estudio.

Es notable que Enrique Suárez haya encontrado una construcción en el texto que es muy poco usada en el Siglo de Oro y que caracteriza esta obra, se trata de la expresión “tras lo cual”, que aparece 28 veces en el texto. No obstante, su excepcional trabajo no quedó sólo en eso, sino que hizo un completo estudio estilográfico del Avellaneda que puede consultarse completo aquí: https://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista10/SuarezFigaredo/SuarezFigaredo.pdf

Desde este momento, sometemos esta frase a la consideración de los expertos que traten de encontrar los tics avellanedescos en otros autores (escritores o nobles) contemporáneos a Cervantes y en caso de hallar el frecuente uso de “tras lo cual”, ya podemos avanzar que se encontrará cerca de resolver este enigma aún irresoluto.

Por azares de la vida, conocimos a Enrique y por su afabilidad, bonhomía y accesibilidad en el trato, nuestra amistad se ha ido asentando y es hoy un amigo extraordinario y además Socio de Honor de esta Sociedad y el hecho de que viva lejos no impide que disfrutemos de su erudición y sobre todo de su amistad. Todo esto, lo completa, además, con al menos dos presencias físicas anuales en Alcázar de San Juan.

Estas son las cosas que el amor por el cervantismo y el quijotismo nos traen a la Sociedad Cervantina de Alcázar: son premios añadidos a esta pasión.

Como, por ejemplo, la amistad de Manuela Sáez González, monfortina, investigadora incansable y autora de la mejor biografía sobre el Conde de Lemos (mecenas de Miguel de Cervantes y otros escritores).

Si hemos leído con atención, en la relación de Ruiz Urbón se encuentra también el Conde de Lemos en colaboración con Mira de Amezcua y su secretario Gabriel Leonardo de Albión y Argensola como posibles autores del Avellaneda; pero en los numerosos escritos del Conde de Lemos, Manuela sólo encontró la expresión “por lo cual”; ningún “tras lo cual”.      

Ojalá otras mentes inquietas y doctas sepan tirar de los hilos convenientes y busquen por donde se pueda encontrar al tordesillesco autor, y de este modo puedan dar felice terminación a los trabajos iniciados por estos buenos amigos antes citados.

Y como decía nuestro querido don Miguel, a ti que lees: «Dios te dé salud y a mí no olvide».

 Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Miguel Ángel Martínez Martínez, embajador de la Mancha en Bruselas

El que fuese vicepresidente del Parlamento Europeo por un periodo de ocho años ha dicho que la única obra literaria que ha sido traducida al mayor número de idiomas y que además tiene versiones adaptadas para niños, es el Quijote

Alcázar de San Juan, 03/02/2024.- El sábado 3 de febrero visitaba la Sociedad Cervantina de Alcázar el ex eurodiputado Miguel Ángel Martínez Martínez para tomar parte de los “Almuerzos de don Quijote”, actividad que regularmente organiza esta asociación cultural.

Miguel Ángel Martínez Martínez fue elegido diputado por Ciudad Real en el Congreso en 1977 y en 1981 fue elegido Secretario General del PSOE de Castilla-La Mancha (hasta 1988), en 1999 fue elegido eurodiputado, cargo que desempeñó hasta 2014, siendo además vicepresidente del Parlamento Europeo entre los años 2007 a 2014.

A las 12 de la mañana los socios cervantistas visitaban el Museo que la Asociación Amigos de Miguel Ángel Martínez le tiene dedicado en Alcázar de San Juan donde fueron recibidos por el propio Miguel Ángel junto con Carmen, su mujer, y por María Ángeles Pérez Montero, presidenta de la Asociación, quienes han acompañado la visita al museo y han compartido también el almuerzo.

Este museo acoge gran parte de sus documentos gráficos y escritos, y también las numerosas condecoraciones obtenidas a lo largo de su dilatada vida política. Todo ello convierte a este Museo en un sugestivo recorrido por la memoria democrática de Europa y en una luminosa ventana que permite conocer interioridades de la más reciente historia de Occidente. 

El Museo se encuentra en el andén número 1 de la estación de ferrocarril de Alcázar de San Juan. Se trata de un espacio simbólico y representativo tanto para la localidad como para el conjunto del país, ya que fue uno de los nudos ferroviarios más importantes de España. A lo largo de sus salas se encuentran reunidos los objetos que permiten hacer un recorrido por las diferentes épocas de su vida y que muestran referencias de su dilatada carrera, recuerdos atesorados en una vida dedicada a servir a los ciudadanos desde la política en las diferentes responsabilidades que desempeñó, así como sus condecoraciones, objetos personales y su colección de Quijotes.

El vínculo de Miguel Ángel Martínez con Castilla-La Mancha, así como su afición por la lectura, fueron los motivos por los que durante más de cuarenta años coleccionó ediciones de El Quijote en diferentes idiomas. Esta colección de la obra cervantina, que ha estado expuesta en el Parlamento Europeo, así como en numerosas ciudades españolas, cuenta con ejemplares en 46 lenguas diferentes tanto en ediciones completas como en adaptaciones para niños.

A este respecto, Martínez Martínez aseveró que el Quijote es la única obra literaria de carácter universal que además de ser traducida a numerosas lenguas, tiene versiones adaptadas para niños, ya sea en forma de libros de aproximación, en formato cuento o como tebeos.

En esta colección de Quijotes están representados todos los países de la Unión Europea y también los de países vecinos, Suiza, Macedonia, Albania. Montenegro, Armenia, Moldavia, Rusia, etc. La colección tiene Quijotes en chino, azerí, árabe, en latín y latín macarrónico y por supuesto en Braille.

Los cervantistas alcazareños disfrutaron de esta visita y elogiaron la colección completísima tanto de las diferentes ediciones del Quijote como de la abundante iconografía quijotesca. Reconocieron el trabajo intenso de coleccionista de Miguel Ángel que ha ido recopilando y conservando infinidad de recuerdos que están a disposición de cuantos visitan el museo.

Ya en la sede cervantina, a lo largo del almuerzo, Miguel Ángel Martínez refirió las extraordinarias relaciones personales que pudo construir con importantísimas personalidades de todo el mundo gracias a sus viajes y a su intermediación en el ejercicio de sus responsabilidades políticas, labor que ha sido reconocida con innumerables condecoraciones y distinciones que lo convierten en una de las personas más reconocidas de España en la historia reciente.

Siempre se mostró como un firme y digno embajador de la Mancha y del Quijote tanto en Bruselas como por cuantos lugares ha visitado, allí siempre presumió de provenir de la tierra de don Quijote y Sancho Panza, y ante las autoridades de todo el mundo nunca olvidó pronunciar palabras de reconocimiento para la importantísima obra literaria de Miguel de Cervantes, estimando que es tan grandiosa la obra que -a su juicio-, cree haber superado en fama a su autor.

En relación con el aprovechamiento del Quijote como recurso gratuito que la Mancha tiene para posicionarse en el mundo del turismo, y más concretamente dentro del turismo literario, cree que debe hacerse un trabajo bien programado, conjuntamente ejecutado y coordinado entre diferentes municipios y administraciones para alcanzar el resultado más óptimo y cuyos beneficios alcancen a todos. En este aspecto coincide plenamente con esta Sociedad Cervantina en su idea de lo que debe ser la “Comarca Quijote”.

No resulta exagerado decir que los cervantinos alcazareños no sólo han tenido el privilegio de estar en compañía de una persona extraordinariamente afable, que conoce y ha difundido con denuedo el Quijote por el mundo, sino que han podido disfrutar por unas horas de la historia viva de España.

 Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan