La ganadería en El Quijote, la figura de Juan Haldudo vecino del Quintanar (I)

Para celebrar la festividad de San Pedro y San Pablo

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El pastor con su cuerna y su grey (alrededor de 1905)

A semejanza del capítulo anterior en esta ilustre revista de La Encina sobre la Agricultura, en este número nos acercamos a otro sector también vital de la vida económica y social de la época cervantina como fue la Ganadería con una gran presencia en El Ingenioso Don Quijote de la Mancha.

Una de las referencias históricas como son Las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575 respecto a Quintanar en la respuesta 25 se contesta: “En esta villa se vive…, es de criar ganado lanar e muy poco cabrio,… e de crias de ganados había cada año uno con otro dos mil es setecientas crias…”, nos refleja la existencia del ganado mayoritariamente de ovino en Quintanar, aunque en Castilla también era frecuente los rebaños de caprino y los más generalizado es que fuesen ganados mixtos de ovejas y cabras.

Nada más comenzar las andanzas de Don Quijote al llegar a la Venta ya nos habla de un estilo de vida del pastoreo de ganadería “En esto sucedió acaso que un porquero que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos –que, sin perdón, así se llaman– tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen…” (DQ I-II), pues era dado que un porquero o pastor sacase a los cerdos como las ovejas o cabras a pastar, los animales domésticos de cada casa, a una zona de pastos comunales  y a última hora del día los recogiese con la llamada de un cuerno para volver al corral de cada vivienda para ser ordeñadas; los dueños de las cabezas de ganado pagaban una pequeña cantidad conociéndose esta práctica como la dula, saliendo a subasta el puesto para para ejercer y llevar a cabo la dula. Esta práctica se ha mantenido en muchos pueblos hasta el siglo pasado.

Era muy curioso la llegada de la dula al pueblo conducidos por el porquero o pastor pues los animales comenzaban a correr como despavoridos para desplazarse a cada una de sus casas llevados por su intuición, por su olfato correspondiendo a los dueños dejarle la puerta abierta para el acceso.

Con un gran significado para Quintanar hay que resaltar que la primera aventura  nada más comenzar la novela después de salir ufano y tan contento de La Venta  Don Quijote por haber sido armado caballero de la orden de la Caballería, comienza su vida de “desfacedor” de entuertos y que sucediendo en los montes del Quintanar de la Encina con la siguiente cita “en la espesura de un bosque” del que salían las voces del labrador rico Juan Haldudo, vecino de Quintanar, y de su criado Andrés, que guardaba un hato de ovejas en aquellos contornos, al que azotaba atado a una encina“ (Don Quijote I- IV), nos describe dos clases sociales el hacendado y el sirviente, y menciona el rebaño dentro de un paisaje del monte mediterráneo con encinas, la riqueza de la convivencia ecológica del ganado dentro de los encinares, el perfecto ecosistema actualmente totalmente desaparecido ;  el ganado ovino es conjuntamente con el caprino las especies dominantes en Castilla del siglo XVII.

Para acarrear los ganados nada mejor que unos buenos perros y así aparecen al final del Quijote, en el momento transcendental de su vida, en el lecho en el tránsito a la muerte: “…el bachiller que se animase y levantase… y que ya tenía comprados de su propio dinero dos famosos perros para guardar el ganado, el uno llamado Barcino, y el otro Butrón, que se los había vendido un ganadero del Quintanar. (DQ II-LXXIV).

Don Quijote y Sancho llegaron “…junto a unas chozas de unos cabreros…” (DQ I-X) y en el siguiente capítulo: “se fue tras el olor que despedían de sí ciertos tasajos de cabra que hirviendo al fuego en un caldero estaban,…tendiendo por el suelo unas pieles de ovejas,… Sentáronse a la redonda de las pieles seis dellos, que eran los que en la majada había,…” (DQ I-XI), Cervantes lleva a los personajes a unas chozas que conjuntamente con el aprisco formaban las majadas lugar dónde reposaban los pastores y el ganado por la noche; construcciones típicas de nuestra zona el chozo y la cerca de piedra de las cuáles alguna se mantiene en pie en la fisonomía manchega.

¿Por qué en este mes de junio la publicación de esta colaboración? A parte de su carácter prodigioso en el mundo pagano al ser el mes del solsticio de verano con la celebración de la noche mágica de San Juan coincide con un tiempo eminentemente ganadero en nuestra tierra castellana y manchega, era el tiempo del retorno de la trashumancia desde los montes del sur a los pastos y rastrojos primaverales de la meseta, llegando los rebaños durante el mes de mayo.

Y en este mes de junio en ciudades y pueblos con tradición ganadera y lanar se celebra la festividad de San Pedro y San Pablo el 29 de junio, e incluso las ferias como en Burgos y Zamora, el patrón que veneran los pastores, que les protegía y que tienen el mismo mandato como dice la palabra del evangelio: “Apacienta mis corderos”; era tradición que el día del santo se producía, el intercambio de los mayorales, pastores, zagales, rochanos (1)… que cambiaban de casa, de patrón, que realizaban mudanza buscando mejor salario;  este hecho anual tiene el mismo parangón y significado que el 29 de septiembre cuando los trabajadores agrícolas cambiaban de casa de labor con el refrán“(fulano) ha hecho el San Miguel”.

Eran frecuentes las ermitas dedicadas a la advocación de San Pedro por el significado y relación tanto con la localidad como con los oficios, en este caso como la simbología cristiana pastor de rebaños, que se materializa en la erección de una ermita para su culto, estando ubicada muy cercana a Quintanar de la Orden en la Venta de don Quijote, pues en los siglos XIX y XX la propiedad de la tierra en esta parte del término toboseño era mayoritariamente de familias quintanareñas y que poseían ganado.

Marciano Ortega Molina (Sociedad Cervantina de Alcázar)

  • Fuentes: Relaciones histórico-geográfico- estadísticas de los pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II en 1575.
  • Don Quijote de la Mancha
  • (1) Rochano: Término de nuestra zona de La Mancha que define al joven ayudante del pastor.

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«Alcázar tiene suerte de tener viva su tradición cervantina» dijo Davydd Greenwood

Los invitados: Pilar Fernández-Cañadas (5ª por la izquierda) y Davydd Greenwood (6º por la izquierda)

Davydd Greenwood y Pilar Fernández-Cañadas, estuvieron de acuerdo en afirmar que no debiera haber quijotismo ni sanchismo, sino reconocer la evolución de la relación de los personajes aprendiendo a valorarse mutuamente como personas

Alcázar de San Juan, 16-06-2019.-  El matrimonio formado por el antropólogo norteamericano Davydd Greenwood y la doctora en literatura comparada Pilar Fernández-Cañadas, regalaron una extraordinaria jornada cervantina a los socios de la Sociedad Cervantina de Alcázar, participando en su actividad denominada “los Almuerzos de don Quijote” celebrado en Alcázar de San Juan el pasado sábado 8 de junio.

Por la mañana visitaron el Museo del Hidalgo que aún no conocían y que les mereció una buenísima impresión porque consideran que cumple sobradamente su propósito de dar a conocer cómo era la vivienda de un hidalgo manchego del siglo XVII y por la utilidad que además tiene como lugar para eventos culturales situado en un escenario singular y totalmente adecuado para ello.

Greenwood  quees Catedrático EméritoGoldwin Smith de Antropología de Cornell University  (Ithaca, N.Y.), ofreció una visión antropológica del Quijote y expuso la importancia que ha tenido para estudiosos norteamericanos sobre todo de principios del siglo XX. Particularmente alabó a Walter Starkie quien difundió en el exterior de España la obra cervantina como pocos intelectuales anteriores a él.  Y refiriéndose a nuestra ciudad, el profesor norteamericano dijo que “Alcázar de San Juan tiene suerte de tener viva su tradición cervantina”.

Así mismo Davydd Greenwood apuntó que por lo que se deduce de la lectura de sus obras, en toda su vida,  Miguel de Cervantes encaró sus vicisitudes con un optimismo fuera de lo común y trataba siempre de obtener lo mejor de cada circunstancia, de cada dificultad por arduas que le resultasen –como su propio cautiverio-, eso le permitió escribir las grandes páginas literarias que ahora disfrutamos y como ejemplo de la afabilidad y sociabilidad que poseía Cervantes, dijo que “en un almuerzo como esté que estamos disfrutando, él se hubiese encontrado totalmente a gusto”.

Por su parte Pilar Fernández-Cañadas González-Ortega, natural de Herencia apuntó que comenzó su acercamiento a Cervantes con “La Galatea” sobre la que hizo su tesis doctoral porque en aquel tiempo le daba un poco de miedo trabajar directamente con el Quijote. Después lo ha estudiado a fondo y ha visto en esta obra maestra de Cervantes el magnífico libro de humanidades que es. Nos habló de su último trabajo: Una mi abuela por parte de mi padre: momentos familiares en El Quijote. Actualmente en imprenta, que es una interesante aportación sobre la familia de don Quijote.

En relación con la controvertida opinión de D. Luis Astrana Marín sobre la falta de documentación existente del paso de Cervantes por La Mancha, dijo  que si Cervantes estuvo preso en Argamasilla de Alba, como debe constar en los archivos penitenciales del siglo XVII, no hay duda de que Cervantes pisó y vivió en tierras manchegas y más concretamente en el propio Campo de San Juan. Igualmente dijo que desde el punto de vista de la crítica literaria y echando mano de las teorías semióticas o estudio del significado de los signos (verbales, no-verbales, etc), Cervantes muestra un dominio total de los regionalismos, localismos, idiosincrasias y hábitos del lenguaje popular manchego (como es repetir y ensartar refranes) que no se adquieren sin estar inmerso en el contexto verbal. Estos rastros lingüísticos de los signos verbales son documentos tan válidos como los de archivo.

Ambos hablaron también de su lugar de trabajó en Ithaca, que es verdaderamente idílico y se mostraron de acuerdo en que las asociaciones culturales deben seguir esforzándose por mantener viva la llama de la cultura y la defensa de las tradiciones porque muchas veces los poderes públicos desisten de ello. No ocurre así en Estados Unidos en los que cada pueblo que tiene un patrimonio de importancia, la administración se esfuerza en su conservación y enriquecimiento para disfrute de la ciudadanía y de las generaciones venideras. Les sorprende mucho que aquí en España sean las asociaciones culturales y personas particulares quienes más se involucren en ello.

Por lo que respecta al Grupo de Estudios del Campo de San Juan del que son impulsores, les pareció magnífico que ambas asociaciones mantengan una fluida comunicación y una interacción que se prolongue en el tiempo.

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

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El condumio del Quijote

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“Los sábados, duelos y quebrantos”

A diferencia de los libros de caballería del siglo XVI, los héroes del Quijote comen y beben, y hacen sus necesidades. Don Quijote come lo justo y Sancho Panza todo lo que puede, cuando tiene qué comer. Es al principio de la novela donde Cervantes nos describe el “condumio” semanal que en casa de don Quijote el Ama cocinaba: “Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda” (1, 1)

Si para un manchego los “duelos y quebrantos” no ofrecen duda alguna del tipo de plato que es, y los ingredientes que son necesarios para su elaboración, para quienes no lo son el nombre no les aporta ninguna pista, solo les suena que en el Quijote se nombran. Es por lo que solo en ediciones en español se conserve este singular nombre y en ediciones en otras lenguas, prácticamente en todas, esté traducido como “tortilla de huevos” o “huevos con tocino”.

¿Pero realmente qué son los “duelos y quebrantos”? Antes de explicar qué son hoy en día, la primera definición que de este plato se conserva está en el primer Diccionario de la Real Academia Española, conocido como Diccionario de Autoridades. En el tomo tercero, letras D.E.F del año 1732, podemos leer: “Duelos y Quebrantos. Llaman en la Mancha a la tortilla de huevos y sesos”. Hoy es un revuelto de huevos con tocino, chorizo y jamón, al que en determinados lugares se le pone también sesos de cordero, como en Tembleque.

Ya, pero el misterio sigue, ¿verdad? ¿Por qué se llama así este plato tan sencillo? Al hispanista, erudito y músico irlandés Walter Starkie, en su viaje a pie que hizo por la Mancha, en 1935, le explicó un vecino de Campo de Criptana su significado:

– ¿Qué cenaré esta noche? ¿Por qué no “duelos y quebrantos” siendo sábado?

– ¿Usted sabe por qué lo llaman “duelos y quebrantos”? –me dijo una persona distinguida de la localidad.

– Supongo que se refiere a los desperdicios de la carne que son la comida del pobre.

– Ya se conoce que no es usted manchego, sino no diría eso. “Duelos y quebrantos” son términos estrictamente manchegos. Los pastores aquí desempeñan un puesto de confianza cerca de sus amos y son responsables de cada oveja que está a su cuidado. Si muere una por accidente el pastor la desuella y cura la carne con sal y ajo. Luego, el sábado, día de entregar la cuenta va a ver a su amo y le enseña la piel como prueba de que el cordero ha muerto. Entonces él se lleva la carne para cocerla en su casa. La pérdida del cordero es una pena (duelo) y un “quebranto” para el amo. He aquí la explicación.

Este es el origen y el nombre del plato, puesto por los pastores manchegos. Realmente sería un revuelto de huevos con los sesos de la oveja o cabra muerta recientemente, ya que esta parte no se podía conservar, y la consumían ese mismo día en el campo, sabiendo que sería un “duelo y un quebranto” para su amo cuando conociese la noticia.

Hay otras hipótesis enraizadas en las creencias religiosas de árabes y judíos que se convirtieron al cristianismo, en la España del siglo XV y XVI, a los que, en esta parte de la Mancha, se les invitaba a comer un revuelto de tocino con el que “acreditar” su nueva fe. Siendo para muchos de ellos un “duelo” y un “quebranto” para su fe verdadera, a la que nunca renunciaron, el tener que comer un plato con cerdo, un animal impuro para ellos.

Yo soy manchego, he conocido a pastores y he comido sus sencillos guisos. Siempre que me preguntan por el significado de los “duelos y quebrantos” respondo como lo hicieron con Starkie. Ese es el origen de este sencillo y sabroso plato, que aunque ahora esté más elaborado, nunca llegará a tener ese aroma que le impregna a la sartén la lumbre de unos sarmientos o las pequeñas ramas secas de una vieja encina, más el placer de comerlo a sopas de pan pinchadas con la punta de una afilada navaja de Santa Cruz de Mudela o de Albacete, resguardado del aire solano detrás de un majano de piedra caliza, entre tomillos y romeros, mientras el fiel perro pastor espera paciente a que una de esas sopas de pan candeal, “ilustradas” con este manjar manchego, caiga al suelo. A unos pocos metros el ganado sigue comiendo entre rastrojos vigilado de reojo por el pastor. No puede haber en el mundo un restaurante que pueda ofrecer ese momento sublime para los cinco sentidos, por muchas Estrellas Michelín que tenga colgadas en sus lujosas paredes.

̶ ¿Y los gazpachos con los que quería hartarse Sancho? Me preguntan.

Son también parte del “condumio” manchego que explícitamente está nombrado en el Quijote, y que en otra ocasión explicaré, aunque adelanto que los pastores manchegos no están muy largo de la sartén.

 ¡¡”Duelos y quebrantos” son términos estrictamente manchegos!! le decían al irlandés en Campo de Criptana. ¡¡Y todavía hay quien cuestiona que Cervantes no conoció bien esta parte de la Mancha, y a los manchegos!!

Como dicen los pastores de la Mancha: ¡¡Eso es tener gana de ganeta!!

                                                                                         Luis Miguel Román Alhambra

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Miguel de Cervantes, ¿Espía ocasional o profesional?

Uno de los aspectos menos conocidos de la vida de Miguel de Cervantes es que ejerció como espía

Vista de Toledo desde las torres de San Ildefonso (iglesia de los Jesuitas)

Alcázar de San Juan, 07-06-2019.-

Si bien la biografía de Miguel de Cervantes es poco conocida, hay periodos de su vida en que no se tiene constancia alguna durante meses, incluso años, y no sabemos absolutamente nada de sus andanzas. Se sabe muy poco de lo que hizo entre 1568 y 1570. Desde que está en Madrid con López de Hoyos hasta que se incorpora como soldado al Tercio de Miguel de Moncada en septiembre-octubre de 1570,  en la compañía de Diego de Urbina en la que se alistó -en compañía de su hermano Rodrigo- para ir a tomar parte a la batalla de Lepanto.

El propio Miguel de Cervantes dejo constancia en su hoja de servicios, que en 1568 estaba al servicio del rey, cuestión contradictoria, pues según sus biógrafos, estaba al servicio de Acquaviva.

Planteamos la posibilidad de que Cervantes  ejerciese como espía al servicio de Felipe II que dado el carácter reservado de sus actividades no se hayan podido detallar en modo alguno. Para sustentarlo hay que tener en cuenta algunas evidencias de su vida que hemos podido conocer.

Al regreso de su cautiverio en Argel, Cervantes realizó un servicio a la Monarquía Hispánica, en 1581, Miguel de Cervantes recibió el encargo de dirigirse hacia Cádiz para luego tomar dirección a Orán y participar en una misión de espionaje relacionada con movimientos que se estaban produciendo en el Norte de África, con el frente “turco-berberisco”. De esta misión se sabe que duró un mes y que cobró 100 ducados, al cambio en la actualidad, unos 8000 euros, cantidad nada desdeñable. De Orán partió de nuevo rumbo a Mostaganem donde obtuvo información muy importante que entregó al Rey Felipe II a su vuelta a la península a la retornó por Cartagena y donde cobró los 50 ducados restantes.

       Hay constancia documental que acredita una Real Cédula dada en Tomar (Portugal) a 21 de mayo de 1581 por la que se ordena un pago de 50 ducados (18.750 maravedíes) a favor de Miguel de Cervantes para ayuda de costa en su misión, pago que se hace efectivo el 23 de mayo en Tomar por Juan Fernández Espinosa, del consejo de hacienda y tesorero general, «…teniendo en cuenta que va a ciertas cosas de nuestro servicio».

A la finalización de esa misión, se sabe que demandó una «merced» en pago a sus servicios prestados tanto en Italia como en Argel o por el Mediterráneo como espía. Buscaba que le fuera otorgado un puesto en América, para lo cual escribió el 17 de agosto de 1582 a Antonio de Eraso recordándole que había ya solicitado un oficio en América que desconocemos.

Aunque por su propio carácter secreto, no todo el mundo conocía las labores de espionaje realizadas por Miguel de Cervantes, no obstante había quienes sí las  conocían y no veían tan desproporcionado que se le concediese merced en pago a sus servicios, como sucede con Francisco de Sopando Balmaseda, titular de la escribanía de justicia  de la Secretaría del Consejo de Indias quien acoge favorablemente la petición de Miguel no pareciéndole muy lejos de sus merecimientos, ni inadecuada a sus capacidades.

Posteriormente el 21 de mayo de 1590 mediante un memorial vuelve a solicitar al Consejo de Indias que se le tuviera en cuenta como candidato para la contaduría del Nuevo Reino de Granada; o la gobernación de Soconusco en Guatemala; el corregimiento en La Paz; o la contaduría de las galeras de Cartagena de Indias en Colombia, puestos de los más codiciados en la corte,  aunque la petición no llegó a buen término, contestándole aquello de «busque por acá en que se le haga merced», con lo que queda claro que atesoraba méritos.

En la hoja de servicios de esta segunda petición (en 1590), Cervantes indica que lleva 22 años al servicio del rey («que ha servido de 22 años a esta parte»), lo que quiere decir que los servicios a la Corona se remontan al año 1568, posible fecha de su viaje a Italia, pero ¿en calidad de qué?

Pero no sólo en su hoja de servicios habla de esta fecha, sino que al menos en otras dos ocasiones más sale hace mención expresa a este tiempo de servicio , en la Información hecha en Madrid a solicitud de Rodrigo de Cervantes, padre de Miguel de Cervantes Saavedra, para poder probar ser su hijo noble y estar cautivo en Argel, y que por ser pobre, dicho padre no podía rescatar (Madrid, 17 de marzo de 1578) su padre Rodrigo afirma que «… Miguel de Cervantes, mi hijo, ha servido a Su Majestad de diez años a esta parte…». Volvemos otra vez a 1568…

Pero es que el propio Miguel en su Epístola a Mateo Vázquez, escrita en 1577 o 1578, dice: «Diez años ha que tiendo y mudo el passo en servicio del gran Philippo…». Y otra vez más nos lleva a 1568.

La realidad es que la pista de Miguel de Cervantes se pierde durante dos años y no se sabe cómo ni de qué manera llego según sus biógrafos a Roma y se puso al servicio como camarero de Monseñor Giulio Acquaviva..

Es posible que en el mundo de la Curia, se conociesen perfectamente los Acquaviva (de origen napolitano, coincidente además con la ubicación de la diócesis del español) y Cervantes de Gaete, y que el cardenal español facilitase o recomendase a Miguel de Cervantes para irse a Italia, incluso lo hubiese acogido allí en Roma para introducirlo en la familia Acquaviva y en la corte romana a fin de obtener información del Estado Vaticano para Felipe II, dado que, no está de más apuntar aquí que Claudio Acquaviva, tío de Giulio, fue Prepósito General de los Jesuitas, el más joven en acceder al cargo de General con 37 años y el que más tiempo ha estado al frente de la orden (lo estuvo a lo largo de 34 años), siendo a menudo conocido como el segundo fundador de la orden jesuita, adema de camarero secreto de Pio V Mientras que el resto de órdenes tiene que cumplir tres votos (castidad, pobreza y obediencia) los jesuitas se autoimponen uno más, el de obediencia ciega al Papa, con la connotaciones que eso conlleva, servicios de espionaje etc.., por lo que se  les ha considerado siempre como una orden muy poderosa.

Cómo y cuando llegó Miguel de Cervantes a Italia nadie lo sabe, pero sus biógrafos están de acuerdo en que debió hacerlo en mayo de 1569 si no es que se fue acompañando a Acquaviva, en su séquito, entre diciembre de 1568 y enero de 1569.

Es por lo que creemos que el “servicio al rey” desde 1568 pudo tratarse de espiar para Felipe II, al igual que lo hizo después de volver del cautiverio de Argel y que obtuviera un resultado satisfactorio de sus pesquisas en Roma, hecho que motivó la petición desproporcionada -según algunos-, por falta de méritos, de los puestos más codiciados: los de representante de la corte española en América.

                                                              Constantino López y Alonso M. Cobo

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

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El caso de la bacía despedazada

ENTRE los especialistas del Quijote, la edición de la Primera Parte estampada en Bruselas por Roger Velpius en 1607 es la mejor calificada en términos de pulcritud editorial de aquellos años. Además, contiene media docena de enmiendas textuales muy oportunas, tanto, que los editores modernos no dudan en aplicarlas. Otras enmiendas son desechadas por gratuitas; y es que, examinada con detenimiento, hay un punto en que parece cobrar vida propia lo que se inició como copia servil (erratas e incongruencias incluidas) de un ejemplar de la segunda estampada por Juan de la Cuesta. Ese punto se encuentra alrededor del folio 90 del modelo, y ya en el 107 nos ofrece una excelente muestra, en concreto en la aventura de los galeotes. Leamos el pasaje en la segunda impresión de Juan de la Cuesta:


En la edición de Bruselas-1607, ese pasaje se copió minuciosamente renglón a renglón, excepto las tres últimas líneas, en la última de las cuales se introdujo una sutilísima modificación:

¿Por qué el cajista, hasta entonces tan obediente al modelo, se tomó semejante libertad? Empecemos por decir que esa decisión no la tomó el cajista. En las imprentas se trabajaba a destajo y los cajistas no se distraían en florituras, así que la modificación le vendría insertada a mano en la plana que estaba copiando. La pista que nos lleva al culpable se encuentra en el folio 124 del modelo, donde se lee:


Pero dime, Sancho, ¿traes bien guardado el yelmo de Mambrino? Que ya vi que le alzaste del suelo cuando aquel desagradecido le quiso hacer pedazos; pero no pudo, donde se puede echar de ver la fineza de su temple… La bacía yo la llevo en el costal toda abollada, y llévola para aderezarla en mi casa y hacerme la barba en ella, si Dios me diere tanta gracia que algún día me vea con mi mujer y hijos.


¡Ah! Quien modificó el texto del folio 107 ya había alcanzado al folio 124 (y más aun), y sorprendido por la ‘resurrección’ de la bacía de don Quijote, volvió atrás e insertó aquel «casi» con que se encontraría el cajista. «¡Esto sí que encaja!», debió pensar. ¿Fue el corrector de la imprenta? Puede que sí, pero excediendo los límites de su tarea. Sea quien fuere, la cantidad de modificaciones gratuitas que se observan en aquella edición nos conducen a un lector muy gustoso de lo que leía. Y también de mentalidad excesivamente cartesiana. Me pregunto si alguna vez le habían partido el corazón o si un esfuerzo le había dejado el cuerpo hecho polvo.


Enrique Suárez Figaredo
Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Peces y bestias

En el cap. II-XIX del Quijote nos encontramos con «la famosa aventura del barco encantado». Nuestro hidalgo, ávido y memorioso lector de libros de caballerías, encuentra a orillas del Ebro una barca sin remos. De inmediato se le vienen al caletre episodios similares que le incitan a subir en el barco (lo es para don Quijote) y dejarse llevar a la grandiosa aventura que sin duda le espera y sólo para él estaba guardada. Sancho acepta a regañadientes. No tardan en divisar en medio del cauce unas aceñas (molinos de agua con rodete vertical y admisión inferior) y don Quijote da por sentado que los malandrines que custodian aquella extraña y estridente fortaleza tienen cautiva alguna persona.

Leamos:
En esto el barco… comenzó a caminar no tan lentamente como hasta allí. Los molineros de las aceñas, que vieron venir aquel barco por el río y que se iba a embocar por el raudal de las ruedas, salieron con presteza … con varas largas a detenerle. Y puesto [don Quijote] en pie en el barco, con grandes voces comenzó a amenazar a los molineros diciéndoles: —¡Canalla malvada…, dejad en su libertad y libre albedrío a la persona que en esa vuestra fortaleza o prisión tenéis oprimida, alta o baja, de cualquiera suerte o calidad que sea, que yo soy don Quijote de la Mancha, llamado el Caballero de los Leones por otro nombre, a quien está reservada por orden de los altos cielos el dar fin felice a esta aventura! Y diciendo esto echó mano a su espada y comenzó a esgrimirla en el aire contra los molineros, los cuales … no entendiendo aquellas sandeces, se pusieron con sus varas a detener el barco, que ya iba entrando en el raudal y canal de las ruedas…, pero no de manera que dejasen de trastornar el barco y dar con don Quijote y con Sancho al través en el agua…, y si no fuera por los molineros, que se arrojaron al agua y los sacaron como en peso a entrambos, allí había sido Troya para los dos … Puestos, pues, en tierra, más mojados que muertos de sed … los … molineros … les dejaron y se recogieron a sus aceñas… Volvieron a sus bestias, y a ser bestias, [*] don Quijote y Sancho, y este fin tuvo la aventura del encantado barco.

No he encontrado un solo comentarista del Quijote que ofrezca la que, a mi modo de ver, es la interpretación acertada y simple del pasaje marcado *. La mayoría lo pasan por alto, quizá entendiendo que los protagonistas volverán a sus necedades. Así lo entendió Francisco Rodríguez Marín, que lamentó «el injusto y nada piadoso calificativo que da Cervantes no sólo a Sancho, sino también a don Quijote». La edición de la RAE se limita a anotar: «dejarse dominar por la tristeza». Idea algo más desarrollada por Erna Berndt-Kelley en su artículo En torno a sus bestias y a ser bestias, que entiende «desengañarse de sus vanidades humanas». Para Vicente Pérez de León, en su artículo La exploración de los límites de la razón, la fe y la lógica de los sueños como fuente de conocimiento cervantino, «supone la constatación del alejamiento de ambos del orden social, al haber sido recriminados y considerados fuera de la razón».
Quienes acogen esa empírica interpretación suelen apoyarse en lo que Sancho dijo a don Quijote tras el desengaño sufrido con su Dulcinea transformada en rústica aldeana: «Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias. Vuestra merced se reporte y vuelva en sí» (cap. II-XI). Pero en aquel lejano pasaje Sancho quiso decir que quien se deja dominar por sus sentimientos evidencia su escaso raciocinio, lo que no está muy lejos de lo que creyó ver Rodríguez Marín. En mi opinión, es posible otra interpretación benévola y graciosa considerando la obra de la Madre Naturaleza en tierra, mar y aire:


Hasta entre los elementos, aves del aire y animales de la tierra y peces del agua hay superior conocido a quien obedecen (Gabriel Pérez del Barrio, Dirección de secretarios de señores, Madrid-1613).
Dijo Dios a los hombres: Creced y multiplicad y henchid la tierra y sed señores de los peces del mar y de las aves del cielo y de las bestias de la tierra (Fray Martín de Córdoba, Jardín de nobles doncellas).
Este deseo, en cuanto es en … aves, peces e bestias de la tierra, es sólo natural deseo, el cual … les mueva a la obra de engendrar (Alonso Fernández de Madrigal, Sobre los dioses de los gentiles).
Ni podemos nosotros vivir sino con la muerte de las otras cosas que hizo Naturaleza: aves, peces y bestias de la tierra, frutas y yerbas y todas las otras cosas perecen para mantener nuestra miserable vida (Fernán Pérez de Oliva, Diálogo de la dignidad del hombre, h. 1530).

De modo que evitando entrar en lo divino y atendiendo al medio en que se desenvuelven, todo se reduce a peces, aves y bestias. Y así, sacados del agua y vueltos a su medio natural, perfectamente puede decirse que don Quijote y Sancho volvieron a ser bestias: recurso tan irónicamente cervantino como el previo «más mojados que muertos de sed» para decirnos que habían tragado mucha agua. Creo que el pasaje tiene una interpretación así de simple, y como diría el italiano, se non è vero, è ben trovato.


Enrique Suárez Figaredo
Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

La condena a galeras de Tirante el Blanco

En el cap. VI de la Primera Parte del Quijote, que trata «Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo», se menciona al libro de caballerías Tirante el Blanco en un pasaje que fue calificado por Diego Clemencín como el «más obscuro del Quijote». Leámoslo (y diseccionémoslo) en la primera de las ediciones estampadas por Juan de la Cuesta:


Valame Dios, dixo el cura, dando vna gran voz, que aqui esté [1] Tirante el Blanco: Dadmele aca compadre, que hago cuenta que he hallado en el vn tesoro de contento, y vna mina de passatiempos. Aqui está don Quirieleyson de Montaluan, valeroso cauallero, y su hermano Tomas de Montaluan, y el cauallero Fonseca, [2] con la batalla que el valiente Detriante [3] hizo con el Alano, y las agudezas de la donzella Plazerdemiuida, con los amores, y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Ipolito su escudero. Digoos verdad, señor compadre que por su estilo, es este el mejor libro del mundo: aqui comen los caualleros, y duermen, y mueren en sus camas, y hazen testamento antes de su muerte: con estas [4] cosas, de que todos los demas libros deste genero carecen. Con todo esso [5] os digo, que merecia el que le compuso, pues no [6] hizo tantas necedades de industria, [7] que le echaran a galeras, [8] por todos los dias de su vida: Lleuadle a casa, y leedle, y vereys que es verdad quanto del os he dicho.


[1] Más cervantino sería leer ‘está’, y es una enmienda comúnmente aplicada por los editores modernos. La avala un muy similar pasaje del cap. XXV de la Segunda Parte:
Cuerpo de tal, dixo el ventero, que aqui está el señor masse Pedro, buena noche se nos apareja.


[2] Detalle desconcertante. Sólo aparece una vez en el libro: ‘Primeramente salió la bandera del emperador, llevada por un caballero que se llamaba Fonseca sobre un grande y maravilloso caballo todo blanco’ (cap. CXXXII). Sólo se me ocurre que Cervantes quisiese ridiculizar el dar nombre a personajes del todo irrelevantes, que es algo que he visto en algunos libros de caballerías. Aquí viene de molde lo que don Quijote dirá de cierto personaje del Amadís de Gaula: ‘Gasabal, escudero de don Galaor, que … sola una vez se nombra su nombre en toda aquella tan grande como verdadera historia’ (cap. XX).


[3] Manifiesta errata por ‘de Tirante’. Increíblemente, se mantuvo en todas las ediciones posteriores hasta finales del siglo XVIII, que fue introducida por John Bowle.


[4] También se leía ‘estas’ en las oportunistas ediciones lisboetas del mismo año (Jorge Rodríguez y Pedro Crasbeek). A partir de ahí se impuso ‘otras’. La expresión ‘con otras cosas que…’ es muy cervantina, lo cual avala lo acertado de la enmienda, y más si diésemos por cierto que la segunda impresión de Cuesta incorporó correcciones introducidas por el autor; pero incluso quien defiende tal intervención opta por mantener la lectura primitiva aduciendo que «resulta perfectamente inteligible».


[5] Muletilla que se usaba igual que en nuestros días, para introducir una contradicción, algún inconveniente a lo manifestado justo antes. El cura recupera el papel de severo juez del que por unos momentos se había desprendido.


[6] Hartzenbusch propuso eliminar la negación creyendo aclarar así el pasaje. ¡Ah! Las enmiendas consistentes en añadir o quitar vocablos suelen ser rechazadas por los otros editores, en especial cuando alteran diametralmente la interpretación, como es el caso.


[7] Expresión en desuso. Hoy diríamos ‘ingeniosamente’. Si fuese con mal fin, ‘maliciosamente’.


[8] La condena por varios años a remar en las galeras del Rey era lo habitual para muchos delitos. Martín de Riquer, entusiasta del Tirante e insigne comentarista del Quijote, propuso que esas ‘galeras’ sería el armazón empleado en la imprenta para ir recogiendo las líneas de texto que iba completando el componedor. En otras palabras: las bondades literarias de Tirante merecían más tiradas, más difusión. Otros editores respetan tal interpretación, pero no se suman a ella.


Así que en el pasaje nos topamos de nuevo con el respeto reverencial al texto de la edición príncipe, esta vez unido a la sofisticada lectura de un pasaje que tiene una lectura recta: Tirante el Blanco no dejaba de ser un libro de caballerías, pero había en él elementos de verosimilitud como para conmutar la pena de muerte en la de trabajos forzados. Eso sí: a perpetuidad. El severo juez considera como atenuante la ‘industria’ (ingenio) de un autor que no incurrió en tantas necedades (disparates) como se leen ad nauseam en otros libros de caballerías.


Ahora bien, ¿qué juicio le merecía a Cervantes? Por supuesto que el del cura. Y no se nos escape que es Cervantes quien propicia la salvación de Tirante cuando in extremis lo hace caer de las manos del ama:


Y sin querer cansarse más en leer libros de caballerías, mandó al ama que tomase todos los grandes y diese con ellos en el corral … Por tomar muchos juntos se le cayó uno a los pies del barbero…, y vio que decía: Historia del famoso caballero Tirante el Blanco.


Y como una imagen vale más que mil palabras, aquí va una recomendación final. En la Web RTVE a la Carta, véase el primer episodio de la serie EL QUIJOTE, con guion de Camilo José Cela, concretamente el intervalo 42:20- 45:10 minutos.


Enrique Suárez Figaredo
Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan