Cervantes utiliza y describe el territorio de la Mancha como el escenario para las aventuras de don Quijote. Quien busque paisaje en el Quijote, como hoy lo entendemos, no lo va a encontrar.
Paisaje
Los Estados Miembros del Consejo de Europa reconociendo, entre otras consideraciones, «que el paisaje es un elemento importante de la calidad de vida de las poblaciones en todas partes: en los medios urbanos y rurales, en las zonas degradadas y de gran calidad, en los espacios de reconocida belleza excepcional y en los más cotidianos», se reunieron en octubre del año 2000 en la ciudad de Florencia para redactar y firmar el Convenio Europeo del Paisaje. España, firmante de este acuerdo, lo ratifica el 1 de octubre de 2008. El convenio, como no podía ser de otra manera, comienza con la definición de paisaje: «Cualquier parte del territorio tal y como lo percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de los factores naturales y/o humanos».
Paisaje, según la RAE, tiene las siguientes acepciones:
- Parte de un territorio que puede ser observada desde un determinado lugar.
- Espacio natural admirable por su aspecto artístico.
- Pintura o dibujo que representa un paisaje.
Tiene la misma raíz etimológica que país y paisanaje, que hacen referencia al territorio y a las personas que lo habitan. No parece muy temerario por mi parte definir el paisaje como: La imagen de una parte del territorio percibida por las personas que lo miran. Para percibir un paisaje, rural o urbano, no es suficiente con ver el territorio hay que mirarlo.
Es a finales del siglo XVIII cuando naturistas, geógrafos y viajeros comienzan a describir paisajes tal y como lo percibían, dando así lugar a la literatura paisajista, subjetiva y cargada de emociones personales. El naturista Alexander von Humboldt (1769-1859) dotó de metodología la forma de percibir y describir el paisaje, alertando que igual que hay territorios en el planeta muy similares, sus paisajes pueden tener una tipología casi idéntica, según el grado de modificación que la actividad humana ha tenido en ellos.
En el siglo XX es cuando se comienza a valorar y estudiar el paisaje cultural, dando lugar a ciertos movimientos naturistas-culturales. Este concepto cultural del paisaje está definido por el geógrafo norteamericano Carl O. Sauer (1889-1975) en su artículo La morfología del paisaje (1925), como «… una asociación de formas naturales y culturales existentes en la superficie terrestre. La cultura es el agente, la naturaleza el medio y el paisaje el resultado» Cultura, naturaleza y paisaje comienzan a estar interrelacionados entre sí.
Así, el paisaje que hoy podemos percibir es el resultado a lo largo del tiempo de la acción de la cultura, esto es del hombre, sobre el territorio natural. Un territorio es moldeado por el hombre a través del tiempo, percibiéndose de distinta manera su paisaje de generación en generación, estando paisaje y tiempo directamente relacionados. Si hoy miro los molinos de viento del cerro de San Antón de Alcázar de San Juan no percibo el paisaje de la misma manera que lo haría mi bisabuelo, molinero, cuando a lomos de su borrico subía de madrugada a coser las velas en las aspas y esperar que el viento Solano se levantase y así poder moler el cereal que le llevaban a la puerta del molino. Lo que para mí es un paisaje cultural para mi bisabuelo era su lugar de trabajo.

Paisaje o territorio en el Quijote
Paisaje, lo que hoy es un término más o menos aceptado por todos no lo era así cuando Cervantes escribía el Quijote a sus primeros lectores. En el Tesoro de la Lengua Castellana, compuesto en 1611 por Sebastián de Cobarruvias, este término no está reflejado en este diccionario coetáneo a la pluma de Cervantes. Es en el Tomo Quinto del Diccionario de la Lengua Castellana o Diccionario de Autoridades, compuesto por la RAE en 1737, cuando aparece el término paisaje como: Pedazo de país en la pintura. El concepto de paisaje comienza en el arte, definiendo el dibujo o la pintura de imágenes naturales como temas centrales de un cuadro o grabado.
Cervantes utiliza y describe el territorio de la Mancha como el escenario para las aventuras de don Quijote. Quien busque paisaje en el Quijote, como hoy lo entendemos, no lo va a encontrar. Aunque fue un viajero toda su vida, el Quijote no es libro de viajes, como hoy entendemos la literatura de viajes, sino una novela de aventuras en la que describe el territorio por donde éstas transcurren. Escoge personas normales como sus protagonistas y el territorio como el escenario por donde transitan, adaptando los tiempos de las aventuras al espacio geográfico, haciendo así verosímil la historia de don Quijote. Se aparta sensiblemente de la literatura caballeresca anterior, donde los escenarios reales son casi siempre Londres y Estambul o ficticios inventados por sus autores, los tiempos no guardaban relación con los espacios y sus protagonistas eran de todo menos personas normales y corrientes. El tipo de los personajes, sociedad, política y geografía del Quijote eran percibidos de la misma manera por el autor y sus lectores, siendo este invento literario del gusto del librero Robles que convencido lo compró y mandó imprimir, convirtiéndose en un libro de éxito en ventas y modelo de la literatura novelesca que ha llegado hasta nuestros días.
El territorio real del Quijote.
Martha Pavón López, del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el curso Escenarios espaciales en las novelas: geografía y literatura (2011), donde se trató de los diferentes escenarios de las novelas, entre otras el Quijote, afirmaba que «Un autor no necesariamente necesita plasmar en su texto un lugar; el lector puede descubrirlo con la lectura», como también que «No dejará de escribirse literatura, real o ficticia, que no se apoye de la geografía». Félix Pillet, catedrático de Geografía Humana de la UCLM, en su libro Geoliteratura. Paisaje literario y turismo, nos traslada conceptos geográficos-históricos de varios autores con relación a la novela como «que tanto la literatura de viajes como la novela son una forma de hacer turismo, en la creencia de que se viaja con la imaginación» y «En una novela se puede estudiar el sujeto (autor), el objeto (la obra literaria) y la sociedad a la que el autor dirigió la obra, sin olvidar un último componente, el tiempo histórico en el que está escrita». Miguel Panadero, catedrático de Geografía Humana de la UCLM, recientemente desaparecido, afirmaba en su artículo Elementos de Geografía del Quijote que «A pesar de las incoherencias e imprecisiones de su localización, derivadas de las limitaciones de los medios técnicos existentes para su realización, las referencias disponibles nos permiten reconstruir en la actualidad su representación cartográfica con un grado aceptable de correspondencia con la realidad de su tiempo».
Quien afirma en el siglo XXI que el espacio geográfico escogido por Cervantes no es real, resultando imposible enmarcar esta o aquella aventura en una zona concreta de la Mancha, quizá olvida que el Quijote está escrito por un hombre del siglo XVII para unos lectores del siglo XVII, con distintas percepciones del territorio de las que hoy tenemos. No se puede confrontar la novela de Cervantes con la novela actual donde los autores describen el territorio y su paisaje a veces casi de forma fotográfica, como tampoco el Quijote tiene el mismo interés geográfico para sus primeros lectores y para los actuales, deseosos de visitar o caminar por los lugares nombrados explícitamente e implícitamente en la novela.
Por poner un ejemplo sobre que «En una novela se puede estudiar el sujeto (autor), el objeto (la obra literaria) y la sociedad a la que el autor dirigió la obra, sin olvidar un último componente, el tiempo histórico en el que está escrita», el genial autor tomellosero Félix Grande (1937-2014) describe el paisaje urbano de Tomelloso de mitad del siglo XX en La balada del abuelo Palancas (2003): «…don Valentín Malaño, junto a los Almacenes San Antonio, más allá del tostadero de café, tenía una nave que servía de herradero, adonde venían los propietarios de percherones y de mulas y de borricos y borricas a calzar a sus animales […] En el anochecer, quien solía ordeñar las cabras era mi padre, que casi siempre se iba desde el almacén de Malaño a la calle Asia, y luego se venía a la calle Toledo para cenar con su mujer y con sus hijos…». Hoy nadie pone en dudas la imagen real de Tomelloso en la novela, incluso sin haber estado nunca pisando sus calles, y los mayores todavía recuerdan los Almacenes San Antonio y el herradero de Malaño, incluso la calle Asia mantiene su nombre no así la antigua calle Toledo. Si alguien lee esta preciosa novela dentro de tres o cuatro siglos ¿pondrá en tela de juicio la descripción detallista que hizo el autor de su querido pueblo? Quizás algún autor, sin tener en cuenta «el tiempo histórico en el que está escrita» tache a Félix Grande de impreciso, ambiguo… o que La balada del abuelo Palancas es mera ficción, como hoy ocurre con la Mancha y Cervantes. Cervantes y Félix escriben en su época para los de su época.
Hoy es posible viajar con el Quijote por el territorio de la Mancha sin movernos de nuestro sillón, solo nos hace falta conocer este territorio y cerrar los ojos. No obstante, si nos acercamos a los caminos y lugares de este territorio mítico entonces sí podremos percibir el paisaje manchego actual, resultado de su historia, el clima, la cultura y la acción antrópica del hombre sobre el territorio. Esta imagen de hoy y la que pudo apreciar Cervantes solo puede explicarse desde el estudio del medio ambiente modificado por el trabajo y la presencia del hombre en la Mancha durante estos cuatro últimos siglos, la antropo-geografía, como en los últimos años se conoce esta ciencia.
Nos animaba Miguel Panadero a seguir buscando los escenarios del Quijote en el espacio geográfico real manchego, con «… la conveniencia de volver a insistir en nuestro entorno en una aproximación a la lectura del Quijote con un enfoque geográfico renovado. Tarea que produce no pocas satisfacciones a quienes sin prisa, en ella se entretienen»
¡Ya lo creo que da satisfacción pisar un camino por el que pisó Cervantes y después don Quijote sobre Rocinante!
Para leer más entretenido:
Paisajes y Turismo (UNED), de Antonio Fernández Fernández y Julio Fernández Portela.
La morfología del paisaje, de Carl O. Sauer.
Geoliteratura. Paisaje literario y turismo, de Félix Pillet
Investigaciones Geográficas (México). Curso: Escenarios espaciales en las novelas: geografía y literatura por Martha Pavón López.
Elementos de Geografía del Quijote, de Miguel Panadero Moya, en El espacio geográfico del Quijote en Castilla-La Mancha, coordinado por Félix Pillet y Julio Plaza. (UCLM)
Luis Miguel Román Alhambra
Publicado en Alcázar Lugar de don Quijote