El Quijote viaja a Viareggio”

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A través de una conexión con cámara, socios de la Sociedad Cervantina de Alcázar han impartido diferentes ponencias a los alumnos del Liceo Giosué Carducci de Viareggio con el objeto de que conozcan un poco más el Quijote y otras obras de Miguel de Cervantes

Alcázar de San Juan, 09-03-2024.- Este sábado 9 de marzo se ha desarrollado la actividad cultual denominada «El Quijote viaja a Viareggio» que ha consistido en una conexión mediante videoconferencia en la que socios de la Cervantina de Alcázar de San Juan han expuesto varias ponencias para que los alumnos italianos conozcan un poco mejor la obra cumbre de Cervantes, así como otras de inspiración claramente italiana como La Galatea o como las Novelas ejemplares en las que está muy presente el país italiano.

Esta actividad, que es la segunda de carácter internacional, que lleva a cabo la Sociedad Cervantina ha sido posible por la inestimable colaboración de la profesora de español Laura Alba García, aunque también han colaborado muy activamente las profesoras Simona Vanni, Martina Cerri, Simona Vescovi y Bárbara Pendibene, todas ellas del departamento de lengua española del Liceo Giosué Carducci de Viareggio.

El Liceo Carducci fue fundado en 1912 y fue reconocido en el año escolar 1928/1929. En 1927 se construyó la que sigue siendo la sede histórica del instituto según un diseño del arquitecto Belluomini, un impresionante edificio histórico que pronto cumplirá 100 años de vida.  Desde principios del año 2002/2003, tras la ampliación del personal, Carducci ha ocupado todo el edificio, pudiendo finalmente responder positivamente a las nuevas necesidades docentes. Durante décadas, la escuela secundaria ha formado a generaciones de profesionales de Viareggio y de toda Versilia. En los últimos diez años y para continuar su labor educativa, ha enriquecido los planes de estudio en múltiples direcciones, sin renunciar a su identidad y sus valores culturales. 

Actualmente el Liceo “G. Carducci” es un Liceo Clásico y un Liceo Lingüístico, cuenta con alrededor de 740 alumnos divididos en 32 clases (5 ciclos completos de bachillerato de dos años y de bachillerato de tres años), tiene una plantilla de 64 profesores y ofrece a estudiantes y familias de Versilia diversas ofertas curriculares.

A las 9 de la mañana comenzaba la jornada con la ponencia de presentación de la Sociedad y sus actividades a cargo de su presidente, Juan Bautista Mata Peñuela. Posteriormente, el secretario actual Constantino López Sánchez-Tinajero, habló de como «Italia marcó la vida de Cervantes» y tras una breve pausa, el vicepresidente Luis Miguel Román Alhambra expuso su ponencia «El Quijote de Miguel de Cervantes, de la Mancha a la Toscana», finalizando la actividad justamente a las 11:00, cumpliendo rigurosamente el horario establecido.

La labor divulgativa no ha acabado hoy, sino que, tras finalizar la conexión, se han enviado las ponencias a las profesoras. De este modo, las ponencias serán nuevamente repasadas en clase y después de su exhaustivo estudio originarán preguntas a las que desde Alcázar se responderá con gusto, seguramente a través de un video grabado que se remitirá al Liceo para que lo conserven como material de consulta junto con las ponencias.

Cabe destacar que la actividad se ha desarrollado sin incidencias y que según las propias palabras de las profesoras del departamento de español ha resultado muy interesante e ilustrativa, que ha resultado de utilidad para los asistentes lo que produce una gran satisfacción a los cervantistas alcazareños que consideran cumplido el objetivo propuesto de difundir el conocimiento, la lectura y el estudio de la obra de nuestro universal escritor, Miguel de Cervantes, más aún en Viareggio ciudad muy cercana a Luca de la que el escritor dijo:

“Luca, ciudad pequeña, pero hermosa y libre, que debajo de las alas del imperio de España se descuella, y mira esenta a las ciudades de los príncipes que la desean; allí, mejor que en otra parte ninguna, son bien vistos y recebidos los españoles, y es la causa que en ella no mandan ellos, sino ruegan, y como en ella no hacen estancia de más de un día, no dan lugar a mostrar su condición, tenida por arrogante”. (Persiles, III, 19)

Ahora sólo queda que los alumnos hayan recibido con agrado las aportaciones sobre la vida y obra de Cervantes y les sirva de estímulo para conocerlo todavía más y para desear leer su obra de la que, más de cuatrocientos años después, todavía seguimos hablando.

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Isidoro Panduro, el Dragón alcazareño que fundó una saga familiar en Dinamarca

Jinete perteneciente al Regimiento de Dragones «Almansa»

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Isidoro Panduro nace en Alcázar de San Juan el 7 de abril de 1787, tercer hijo del matrimonio formado por Agustín Díaz Panduro y Ana Dorotea Jiménez Jimeno, bautizado en la iglesia parroquial de Santa Quiteria el 9 de abril.

En 1802 fallecen sus padres a causa de una explosión registrada en la fábrica de salitre en donde trabajaban, propiedad de su tío Pedro Díaz Panduro, dejando huérfanos a sus cuatro hijos, los hermanos Manuela, Agustín, Isidoro y Pedro Agustín; el tío los acogió y les dio trabajo en la salitrería.

Libro Maestro de todas las tierras, viñas, olivares, eras, salitrerías, casas, mesones, molinos, ganado, censos, juros y rentas… en la población término de la Villa de Alcázar de San Juan cabeza de partido en la provincia de Toledo, perteneciente al Estado Secular, en el mes de marzo de 1750. AHMASJ.

Isidoro trabajó allí durante unos años, principalmente realizando trabajos de abastecimiento de agua, pero su inquietud y sus anhelos por salir al mundo en busca de aventuras hizo que, en 1805, con 18 años de edad, decidiera abandonar Alcázar de San Juan para alistarse en el ejército como voluntario, siendo destinado al Regimiento Almansa, 3º de Dragones, que comandaba el coronel Juan A. Caballero, en donde completó una formación militar de dos años y medio en la caballería ligera.

En 1807 el Regimiento Almansa formaba parte de la División del Norte, un contingente de unos quince mil hombres, doce mil de infantería y tres mil de caballería, que, bajo el mando del General Pedro Caro y Sureda, III Marqués de la Romana, fue enviado a Dinamarca para unirse a las tropas de Napoleón allí estacionadas, en virtud del Segundo Tratado de Basilea firmado el 22 de julio de 1795 entre la República Francesa y la Monarquía de Carlos IV de España,

Esta fuerza de ocupación, de unos treinta y tres mil hombres, estaba integrada por soldados franceses, daneses, holandeses y españoles bajo el mando del Mariscal Jean-Baptiste Bernadotte, General en jefe del Ejército del Elba.

Tras cruzar Francia y Alemania, las unidades españolas pasaron el invierno de 1807 acantonadas en las ciudades alemanas de Hamburgo y Lubeck y el 14 de marzo de 1808 entraron en Dinamarca desplegándose por la península de Jutlandia y las principales islas del Báltico (Fionia y Selandia) con la misión de proteger inicialmente las costas danesas de un posible desembarco inglés y, posteriormente, apoyar a los daneses, aliados de Napoleón, en su intento de invadir Suecia, aliada de Inglaterra; acción que nunca se llevó a cabo pese a haber bombardeado Suecia a Copenhague unos meses antes.

La estancia de los soldados españoles en Dinamarca apenas duró seis meses, pues enterados del levantamiento español del 2 de mayo que da inicio a la Guerra de la Independencia Española, y sintiéndose traicionados por los franceses, salen del país el 21 de agosto a bordo de los buques del almirante británico James Saumarez.

La insurgencia de las tropas españolas desplegadas en Dinamarca comenzó el 22 de julio, tras emitir el Mariscal Bernadotte una orden por la que obligaba a los soldados españoles a prestar juramento de fidelidad a José Bonaparte como rey de España y decretar el gobierno danés que se desarmara a los soldados españoles. Ante la difícil situación creada el Marqués de la Romana toma la decisión de organizar la salida de sus tropas de Dinamarca y ordena que se reagrupen en la isla de Langeland, a donde logran llegar cerca de diez mil españoles, entre ellos la casi totalidad de los componentes del Regimiento de Almansa, y desde donde son evacuados por la armada inglesa que los traslada, primero a Goteborg, en Suecia, y tras una breve escala en Inglaterra, los barcos continuaron rumbo a Espa­ña. Pero un fuerte temporal provocó que no llegaran juntos al puerto de Santander, como estaba previsto, sino de forma separada y escalonada a diver­sos puertos del norte de la Península: Santoña, Santander, Ribadeo y la Coruña, a cuyos puertos arriban el 9 de octubre.

Unos cinco mil hombres no lograron escapar siendo apresados y conducidos a Francia en donde fueron internados en campos de prisioneros; con ellos y con otros detenidos capturados en España, Napoleón creó el Regimiento José Napoleón que formó parte de la Grande Armée que invadió Rusia en junio de 1812, siendo de los primeros que entraron en Moscú el 14 de julio.

Isidoro Panduro, que se había fracturado una pierna en un accidente, no pudo llegar a tiempo a la isla de Langeland para embarcar con su regimiento y salir de Dinamarca, quedando aislado en la isla de Fionia, en medio de un país desconocido cuyos habitantes pensaban que los españoles los habían traicionado y abandonado en su intento de invadir Suecia y a los que las tropas napoleónicas buscaban para hacerlos prisioneros.

El accidente de Isidoro ocurrió en agosto de 1808, cuando él y un compañero recibieron órdenes de escoltar a un comisionado francés a Nyborg. Camino de la ciudad fueron detenidos por una concentración de tropas que cruzaban un pequeño puente en el pueblo de Åsum, a media milla al este de Odense, la capital de la isla de Fionia. Isidoro esperó pacientemente con su caballo en el lado derecho del camino mientras el carro de un oficial, con un caballo adicional atado detrás, pasaba junto a él. Sin previo aviso, el caballo pateó la pierna izquierda de Isidoro, rompiéndosela. Isidoro fue trasladado a Nyborg para recibir tratamiento. Pero en las afueras de Nyborg, fue detenido por tropas danesas que lo enviaron a Kerteminde, en donde estuvo un año recuperándose de su lesión.

En 1809 Isidoro viajó a Odense para visitar a un oficial español que planeaba regresar a España; pero en el momento de partir, el oficial, que le había prometido llevarlo consigo, no le avisó y se marchó sin él. Tras este fracaso volvió a Kerteminde en donde el comandante de la ciudad, el mayor Frederik Caspar Conrad Frieboe, le dio una carta de recomendación gracias a la cual pudo entrar al servicio del noble danés Hans Rudolph Juel, cuyas propiedades se encontraban en la aldea de Hverringe, cerca de Kerteminde, allí, avalado por su experiencia como soldado de caballería, pudo trabajar como mozo de cuadra en los establos del noble y más tarde como sirviente auxiliar y ayuda de cámara personal.

De una fuerte personalidad y con una gran capacidad de adaptación para hacer frente a su nueva situación, parece ser que estaba dotado de un trato amable por lo que su señor lo llevaba consigo a las fiestas de sociedad a las que acudía con el fin de divertir a los asistentes relatando las costumbres de España.

Tras convertirse al protestantismo y aceptar la ética luterana, el 2 de mayo de 1813, con 26 años de edad, se casa con la danesa Marie Hansdatter, de 23 años, hija de un granjero de Viby, que trabajaba como ayudante de costura en Hverringe. El matrimonio tuvo nueve hijos de los que siete sobrevivieron.

  • Marie Immanuella (1811-1892) sirvienta.
  • Agustín (1813-1883) pequeño agricultor y tejedor.
  • Anna Dorthea (1815) se casa con Gjerhard Ludvig y se van a vivir a Alemania; se desconoce su destino.
  • Gregersine (1819) no sobrevive.
  • Condesa Olave (1820-1860) se casa con Hansen; abuela del conde Ejnar Oberbech-Clausen.
  • Niels (1830) viaja a California como buscador de oro; se desconoce su destino.
  • Hans Rudolf (1823-1904) vicario; bisabuelo del escitor Leif Thormod Panduro.
  • Hans (1826) no sobrevive.
  • Hans (1827-1878) mayordomo y obrero.

A finales de 1838, Isidoro sufrió un corte en la mano derecha con un gancho mientras pesaba lúpulo, la herida se le infectó y perdió el uso de esa mano.

Isidoro Panduro siempre residió en Kerteminde fiel a su benefactor el noble Hans Rudolph Juel y nunca regresó a España; incluso renunció a una herencia en su tierra natal.

Integrado plenamente en Dinamarca siempre mantuvo el estilo de vida que allí había encontrado, recibiendo finalmente la ciudadanía danesa. Gran aficionado a la jardinería, en 1840 recibió de la Real Sociedad Agrícola Danesa una copa de plata por su diligencia agrícola.

Ya en la vejez, su esposa Marie contrajo glaucoma y quedó ciega después de una operación fallida. Isidoro, enfermo, padeció episodios de depresión y tristeza, atribuyéndolos a haber abandonado la iglesia católica y seguramente agravados por la muerte de su empleador, el noble Hans Rudolph Juel. También es probable que sintiera melancolía acordándose de su Alcázar de San Juan natal.

Los últimos años de su vida fueron tranquilos, gracias a los cuidados brindados por su hija Marie Immanuella Panduro y por su nieta Sidsel Marie Oberbech Clausen.

En la primavera de 1859 contrajo una neumonía y murió el 23 de junio, a los 72 años, celebrándose su funeral el día 28 de ese mismo mes. Fue enterrado en el cementerio de Viby, pero su tumba se perdió durante la renovación del cementerio.

Libro de enterramientos en el que figura la fecha de su muerte, 23 de junio de 1859, y la fecha de su funeral, 28 de junio de 1859. Curiosamente, en la misma página del libro también aparece anotado el enterramiento de su benefactor, Hans Rudolph Juil, muerto en 1857.

Su hijo Rudolf fue uno de los primeros habitantes de la comarca en conseguir un título universitario y su tataranieto Leif Thormod Panduro (18 de abril de 1923 – 16 de enero de1977) novelista, cuentista y dramaturgo, es uno de los más acreditados escritores daneses que, entre otros muchos, recibió en 1963 el Premio de la Crítica Danesa de Literatura, en 1971 el Gran Premio de la Academia Danesa y en 1976 se convirtió en miembro de esta Academia. Algunas de sus novelas han sido llevadas al cine y a la televisión.

Otro de sus descendientes, su tataranieto Carlo Panduro, fundó una popular cadena de tiendas que lleva su apellido: *Panduro HOBBY, y están especializadas en el bricolaje, las manualidades y los artículos de regalo.

Ésta es la historia del alcazareño Isidoro Díaz Panduro, una persona totalmente desconocida para la gran mayoría de sus paisanos, pero no así para nuestro socio Juan Miguel Ruiz de Morillas, otro alcazareño, abogado y residente en Copenhague, quién nos ha hablado de él y facilitado la documentación necesaria para completar este breve relato de su vida.

El recuerdo de la buena impresión causada por los soldados españoles se conservó de padres a hijos tanto tiempo en la isla de Fionia que, cien años después, el 14 de marzo de 1908, se conmemoró solemnemente en Odense el Centenario de aquel desembarco, evocando y elogiando la conducta de los españoles durante su estancia en Dinamarca. 

Y en 2008, con motivo del bicentenario de aquellos acontecimientos, el museo de Holbæk, al norte de Copenhague, en colaboración con las pinacotecas de las cuatro localidades danesas en donde mayor fue el impacto de su estancia, y con el apoyo de las instituciones españolas, organizó la exposición Cuando los españoles llegaron, un encuentro cultural en 1808”. Su coordinador, el historiador Henning Petersen, destacó que los españoles fueron y siguen siendo recordados en Dinamarca como gente alegre, educada y musical; añadiendo que nunca entraron en combate, sólo estuvieron estacionado y fueron los primeros soldados extranjeros que no arrasaron el país; vivían entre la gente y se comportaban de forma familiar; aceptaban sin remilgos la comida local, no como franceses y belgas; jugaban con los niños, tocaban la guitarra y hacían fiestas.

Hasta la llegada de los españoles, los daneses no sabían lo que era aliñar la ensalada con aceite y vinagre. También fue la primera vez que los nórdicos tuvieron contacto con los cigarros que fumaban los españoles y les daba miedo tener el cigarro puro encendido tan cerca de la cara. Debido a que los españoles fumaban de esta forma, un cigarro mal apagado pudo ser la causa de que prendiese y se quemase el castillo de Koldinghus, en Kolding.

Pese a que para la Dinamarca Oficial fueron unos traidores por no haber ayudado a invadir Suecia y a que el mantenimiento de su estancia sangró las arcas danesas, Petersen señaló que es difícil encontrar un relato negativo sobre aquellos españoles que les hicieron descubrir una mentalidad distinta; y citando a su gran literato, el célebre Hans Christian Andersen, comentó que mientras que los soldados franceses se caracterizaban por su altanería, los españoles eran bondadosos y amables. Virtudes que, con toda seguridad, adornaron la trayectoria vital de nuestro paisano, el soldado de Dragones Isidoro Díaz Panduro.

                                                  Juan Miguel Ruiz de Morillas

                                   Constantino López Sánchez-Tinajero

                                                           Manuel Rubio Morano

                   Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

La Sociedad Cervantina de Alcázar estará presente en la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia de El Puerto de Santa María

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Luis Miguel Román Alhambra (vicepresidente) y Constantino López Sánchez-Tinajero (secretario) viajarán a la ciudad gaditana para impartir sendas conferencias

Anualmente la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia organiza a finales de abril una Lectura Pública del Quijote para conmemorar el Día del Libro, suele hacerlo en fechas cercanas a esta celebración, concretamente este año será el 21 de abril.

Coincidiendo con estas celebraciones, D. Luis Francisco Garrido Quijano, su presidente, ha cursado invitación a miembros de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan para que estén presentes en su sede impartiendo un ciclo de conferencias en el mes cervantino por excelencia.

El jueves 25 de abril, Luis Miguel Román Alhambra (vicepresidente) y Constantino López Sánchez-Tinajero (secretario), estarán en el Puerto de Santa María para impartir sendas conferencias dentro del ciclo “Cervantes y el Quijote. Sus lectores en el siglo XXI”.

La participación de los alcazareños, ha sido posible gracias al buen hacer del socio común Antonio Leal Jiménez que es el Representante del Cuerpo de Académicos dentro de la junta directiva de la asociación cultural portuense.

De hecho, la presentación del ciclo y de los conferenciantes correrá a cargo de Antonio Leal Jiménez, quien abrirá la sesión y dará paso a las intervenciones de sus paisanos alcazareños. Las conferencias se titularán “Dos Cervantes, un autor del Quijote a cargo de Constantino López Sánchez-Tinajero y “Tras los pasos de Rocinante. Realidad y ficción en el Quijote” que impartirá Luis Miguel Román Alhambra.

El objetivo final de ambas ponencias es que los socios gaditanos puedan conocer aspectos de la vida de nuestro primer escritor y su obra principal, El Quijote, poco conocidos en el cervantismo actual.

Pero fundamentalmente en lo que incidirán ambos, es en que hay que ver el Quijote con ojos nuevos cada día e insistirán en la lectura de esta novela, así como de toda la obra cervantina, porque siempre nos enseña un punto de vista nuevo y siempre podemos extraer enseñanzas profundas de su lectura, al tiempo que se disfruta de ella.

El hecho de que la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia lleve 124 años trabajando al servicio de la cultura portuense es un reto para los cervantistas alcazareños que agradecen de todo corazón a esta institución, de solera reconocida,  la invitación recibida, porque representa una ocasión excepcional para llevar el nombre de Alcázar de San Juan  a tierras gaditanas, así como para difundir el conocimiento de los textos cervantinos más allá de la Mancha, en el territorio andaluz que tan bien conoció Cervantes y en el que pasó una parte muy importante de su vida trabajando en favor de la Corona de España.

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

La estupenda batalla entre don Quijote y el vizcaíno en Puerto Lápice

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Dice el narrador que «siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser un lugar muy pasajero» (Q1, 8).

Poco antes, Sancho socorría en el suelo a don Quijote derribado por las aspas de un molino de viento de Campo de Criptana. Esta vez, ha sido el sabio Frestón el que ha convertido a los gigantes en molinos de viento para quitarle a nuestro hidalgo manchego «la gloria de su vencimiento», o al menos así estaba convencido don Quijote que había ocurrido.

Puerto Lápice es actualmente una localidad manchega de la provincia de Ciudad Real, en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, con alrededor de mil habitantes. En tiempos de la escritura del Quijote no era más que un paraje con una venta y unas pocas casas quinterías de agricultores dentro del término municipal de Herencia. En las Relaciones Topográficas mandadas hacer por Felipe II, los vecinos encargados de elaborar las contestaciones de Herencia, declaran en 1576 que «en el término de ella está una venta que se dice el Puerto Lápice como está declarado y esto responden, y esta venta es de un particular vecino de Villafranca».

Ubicada esta venta junto a un cruce de caminos, era muy conocida por viajeros, arrieros y trajinantes a finales del siglo XVI principios del siglo XVII. Cervantes, sin duda alguna, también la debía de conocer y hasta allí encamina a sus personajes después de la batalla contra los molinos de viento.

En el mapa anterior he marcado en azul las carreteras actuales que unen Campo de Criptana con Puerto Lápice, trazadas en una buena parte sobre los antiguos caminos viejos que unían estos lugares. El lector curioso que sigue mis trabajos, sobre los caminos y parajes reales en el Quijote, se estará preguntando por la ruta o caminos que desde el molino de viento siguió don Quijote para no volver por su mismo pueblo, Alcázar de San Juan, ya que tanto su familia como la de Sancho ya estarían alborotadas al notar su ausencia esa misma mañana.

No, lógicamente no vuelven por el mismo camino de Campo de Criptana a Alcázar de San Juan para después continuar hacia Herencia y llegar a Puerto Lápice, el camino más lógico y recto. Teniendo en cuenta el escenario, interpretes y diálogos escogidos por Cervantes en esta aventura encontramos la respuesta.

            Después de caminar todo aquel día y pasar la noche entre unos árboles, llegan a ver Puerto Lápice a las «tres del día». Siguen caminando hacia Puerto Lápice mientras don Quijote, entre otras cosas, insta a Sancho a que no le defienda con espada sino es contra «canalla y gente baja». En esto iban cuando advierte el narrador que «asomaron por el camino dos frailes de la orden de San Benito» junto con un coche de caballos con «una señora vizcaína que iba a Sevilla, donde estaba su marido, que pasaba a las Indias con un muy honroso cargo». Don Quijote cree ver en estos actores que entran en la escena a unos «encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche». Esta sencilla y pacífica comitiva llegaba a Puerto Lápice por un camino en sentido opuesto al que don Quijote y Sancho también llevaban.

            Don Quijote decide «deshacer este tuerto… y se puso en la mitad del camino por donde los frailes venían». A sus voces para que liberaran a «las altas princesas», los frailes se identifican como tales y le dicen que no saben realmente quien viaja en aquel coche, lo que irrita aún más a don Quijote que arremete con su lanza a uno de los dos frailes, que tratando de salvar su vida se tira al suelo. Mientras el otro fraile huye, Sancho trata de despojar de sus hábitos al fraile caído en el suelo, según él, porque le correspondían por haber sido vencido por su amo en batalla. Los mozos de mulas de los frailes, que no lo entienden así, comienzan a golpear a Sancho dejándolo molido y en mitad del camino.

            Don Quijote, sabiéndose vencedor y libertador de aquellas «princesas», estaba «hablando con la señora del coche» a la que «en pago del beneficio que de mí habéis recebido no quiero otra cosa que volváis al Toboso y que de mi parte os presentéis ante esta señora [Dulcinea] y le digáis lo que por vuestra libertad he hecho». Dice el narrador que uno de los escuderos de la señora, «que era vizcaíno… viendo que no quería dejar pasar el coche adelante, sino que decía que luego había de dar la vuelta al Toboso» increpa a don Quijote. El final de esta «estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron» acaba con el vizcaíno en el suelo casi muerto y don Quijote con una oreja malherida.

Para encontrar a esta señora aquí en su viaje a Sevilla, a principios del siglo XVII, voy a tener en cuenta las guías e itinerarios de los caminos de España muy conocidos en aquella época. En ellos se relacionan los pueblos y ventas, entre el principio y el final de cada itinerario, y la distancia que hay entre ellos.

Juan de Villuga edita en 1546 su Repertorio de todos los caminos de España, con 139 itinerarios. Treinta años después, en 1576, Alonso de Meneses publica su Repertorio de Caminos identifica 134 caminos distintos. Ambos son muy parecidos, si bien el de Meneses puede resultar más práctico al estar ordenado alfabéticamente con la primera letra del nombre del lugar de origen.

Desde Bilbao, en la actual provincia de Vizcaya, la señora vizcaína podría seguir, según Villuga y Meneses, el camino de Bilbao a Burgos, Burgos a Toledo, Toledo-Sevilla pasando por Ciudad Real, Sierra Morena por el Valle de Alcudia y Córdoba (camino marcado en verde en el mapa). Este camino real era muy transitado por todo tipo de viajeros, especialmente por quienes realizaban su viaje en coche de caballos porque era el único de ruedas que permitía su paso a través de Sierra Morena.  

Pero Puerto Lápice, como podemos apreciar en el mapa anterior marcado en rojo, no está en este camino de Bilbao a Sevilla.  Para localizar a esta señora vizcaína en este paraje manchego, con intención de llegar a Sevilla en su coche de caballos, habría tenido que seguir otro camino.

Aunque no está anotado en los Repertorios de Villuga y Meneses, desde Madrid era ya muy utilizado un camino hacia Andalucía, que con el tiempo se convirtió en una de las seis carreteras generales de España. Desde Madrid, el viajero podía ir hasta Aranjuez y desde allí por Ocaña, Tembleque y Madridejos llegar hasta Puerto Lápice. Desde este paraje cervantino continuaría por Villarta de San Juan, Manzanares, Valdepeñas, Santa Cruz de Mudela sin entrar en ella, para llegar a El Viso a los pies del Puerto de Muladar. Atravesando con mucha dificultad por aquí Sierra Morena el viajero entraría en Andalucía.

Entre finales de 1575 y principios de 1576, coincidiendo con la publicación del Repertorio de Meneses, así respondían vecinos de estos lugares de paso:

-Ocaña: Esta villa es pasajera dende la villa de Madrid donde reside al presente y lo demás ordinario la Corte de Su Majestad a los reinos de Murcia y de Valencia y a tierras de Cuenca, y algunos pasan por ella al reino de Granada, que aunque no es tan común camino, como por la ciudad de Toledo, es algo más breve, tiene en su término las ventas que dicen de Juan Sarmiento y de Carrión y de Escolchón que rentan poco.

-Madridejos: Por esta villa pasan los carreteros y caminantes que vienen de Murcia a Toledo y los que vienen de Madrid para Granada, y en su término no hay venta ninguna.

-Villarta de San Juan: Al cincuenta y cinco dijeron que el pueblo es pasajero a Toledo y Granada y a Sevilla y a la Mancha y a Cuenca.

-Viso del Marqués: En cuanto al cincuenta y cinco capítulos, esta villa es pueblo muy pasajero por estar como está al pie del dicho Puerto Muladar y ser camino real para todos los que caminan hacia el Andalucía y del Andalucía a Toledo y Madrid y Valladolid y otras partes. Y a la entrada del dicho puerto, a dos leguas de esta villa, está una venta que llaman del Iruela que es de la Encomienda del dicho don Francisco de Álava, comendador de la dicha dehesa de Mudela, y dicen que renta al dicho comendados en cada un año quinientos ducados poco más o menos.

El paso de Sierra Morena por el Puerto de Muladar solo era posible a pie o en caballerías, conocido como un camino de herradura. Y así siguió hasta que, durante el reinado de Carlos III, se abrió el nuevo Paso de Despeñaperros por el ingeniero francés Carlos Lemaur, terminándose en 1788. Este inconveniente para quienes seguían este camino en coche o en carro lo anota precisamente Matías Escribano en su Itinerario Español o Guía de Caminos para ir desde Madrid a todas las Ciudades y Villas más importantes de España. En la edición de 1767 describe en el camino de Madrid para Cádiz, que aunque es camino de rueda, al llegar a El Viso «Aquí se toman caballerías para pasar el Puerto del Rey. Sierra Morena».

Con este gran inconveniente en el viaje en coche de caballos,  la señora vizcaína llegaría desde Madrid hasta Puerto Lápice y desde aquí continuaría por el camino a Villarrubia de los Ojos y Ciudad Real, para seguir camino hacia el Valle de Alcudia atravesando Sierra Morena por el también conocido Camino de la Plata. 

Otro camino, también recogido en los Repertorios de Villuga y Meneses, sería por la ciudad de Cuenca. Cuenca está señalada por Villuga y Meneses, como inicio o final de itinerario, en siete de ellos. Es uno de los nodos de caminos más importante de Castilla, junto a Toledo y Burgos.  La señora vizcaína podría seguir el camino real de Burgos a Cuenca, y desde aquí seguir por el camino de Cuenca a Alcázar de Consuegra. Desde el actual Alcázar de San Juan continuaría por el camino derecho a Herencia y Puerto Lápice. Una vez en Puerto Lápice seguiría su viaje por buen camino hasta Villarrubia de los Ojos y desde allí a Ciudad Real, ya en el Camino de Toledo a Sevilla.

Una pequeña variante, con distancias similares, de este camino la encontramos casi al final. El Camino de Cuenca a Alcázar de Consuegra pasa por Mota del Cuervo. Desde aquí podrían haber seguido su camino hasta El Toboso, y por Miguel Esteban a Herencia y Puerto Lápice.

En total, siguiendo el camino de Burgos-Cuenca-Ciudad Real la distancia recorrida es de unas diez leguas más que por Burgos-Madrid-Toledo-Ciudad Real y su variante por Madrid-Aranjuez-Puerto Lápice-Ciudad Real. Decidir uno u otro camino dependía mucho del interés de paso de los viajeros y la comodidad de los alojamientos.

Por un camino o por otro, lo que es evidente es que Cervantes sitúa en Puerto Lápice a la señora vizcaína y su comitiva de acompañantes, escuderos y mozos, para encontrase allí, de frente, con don Quijote, quien después de creer haber vencido a quien le llevaba secuestrada,  les mandaba «que volváis al Toboso… dar la vuelta al Toboso».

Según notas al pie de página de grandes editores del Quijote,«volváis al Toboso» o «dar la vuelta al Toboso» podían tener significados distintos para los primeros lectores de la novela. Para Martín de Riquer: «deis la vuelta hacia el [Toboso]», para Francisco Rico: «os desviéis del camino para ir al Toboso» y para Enrique Suárez: «en este pasaje, como en otros, no ha de entenderse estrictamente regresar por donde se venía, sino: cambiar de dirección, poner frente a, encaminarse».

Según podemos apreciar en el mapa anterior, después del encuentro con don Quijote, darse la vuelta por donde venían o encaminarse a El Toboso desde aquí, coincide geográficamente con los caminos reales que podían traer los vizcaínos.

Por tanto, el camino desde Campo de Criptana a Puerto Lápice, pasando por Alcázar de San Juan y Herencia, uno de los que podría haber traído hasta aquí a la señora vizcaína, no es el seguido por don Quijote y Sancho por dos motivos evidentes:

1. De haberlo seguido el cuento no habría sido este. Habrían sido vistos por sus familias y vecinos, y seguramente obligados a abandonar la empresa recién empezada.

2. Habrían llegado a Puerto Lápice por el mismo Camino viejo de Herencia a Puerto Lápice que la comitiva vizcaína y de frailes de San Benito (camino amarillo), por lo que tampoco se habría producido el encuentro de frente con ellos, tal y como describe Cervantes.

Solo llegando don Quijote y Sancho a ver Puerto Lápice es posible entender geográficamente esta aventura (camino azul). Sigamos ahora los pasos de Rocinante por otro camino hasta llegar a Puerto Lápice por este camino a Villarta de San Juan.

            Desde el paraje de los molinos de viento criptanenses, don Quijote y Sancho «siguieron el camino del Puerto Lápice». Cervantes, lógicamente no deja a sus primeros lectores  detalles del camino a seguir desde aquí por sus protagonistas, estando tan cerca de su pueblo del que quiso olvidar su nombre al principio de la novela, como tampoco nombra explícitamente a Campo de Criptana, aunque fuese el único lugar de toda la Mancha que contase en aquella época con «treinta o pocos más desaforados gigantes».

Solo les describe cómo ese día lo pasan caminando, pasan la noche entre unos árboles y que al día siguiente, pasado el mediodía, ven Puerto Lápice. Para los lectores curiosos de su tiempo no necesitaban mucha más información para seguir creyendo verosímil el cuento que Cervantes les estaba contando. Desde los molinos de Campo de Criptana, al paso lento del bueno y despaldado Rocinante, por su encontronazo con el molino, en ese tiempo narrado habría caminado unas quince horas, jornada y media larga. Conocen ya la pobre condición física del rocín, aquejado de los dolorosos “cuartos” en sus pezuñas, por lo que el camino recorrido a media legua a la hora, la mitad de un caballo normal, estaría en torno a unos cuarenta y cinco kilómetros.

En mi próximo Tras los pasos de Rocinante. Segunda salida, voy a llevar al lector viajero por los caminos que don Quijote guió a Rocinante en esta segunda salida de su casa. Lógicamente, desde Campo de Criptana bordearán Alcázar de San Juan por el Camino de la Media Legua para seguir por el Camino de Herencia a Tomelloso entrando en Herencia. Desde aquí, siguiendo el Camino de La Pedriza, parte del Camino de Herencia a Villarrubia de los Ojos, atravesando por mitad de sus sierras, llegar al Camino de Villarta de San Juan a Puerto Lápice. Desde aquí, con la visión lejana de Puerto Lápice, tal y como lo vieron don Quijote y Sancho, llegarán al centro de Puerto Lápice, a su magnífica plaza.

Allí podrán sentarse en sus balcones y creer ver la llegada de los frailes benitos y la señora vizcaína por el Camino de Herencia a Puerto Lápice por un lado y a don Quijote y Sancho por el otro, mientras releen los capítulos VIII y IX de la primera parte del Quijote. Realmente, habrán recorrido desde los pies de los desaforados molinos de viento poco más de cuarenta kilómetros, los mismos que Rocinante recorrió en la ficción.

                                                    Luis Miguel Román Alhambra

“Tras lo cual”, Enrique Suárez Figaredo

Enrique Suárez Figaredo en el Sillón de Sancho en la Platera, Alcázar de San Juan

Enrique Suárez Figaredo (Barcelona, 1951) vivió su infancia en el barrio del Poble Sec, a las espaldas de aquella fábrica de la luz de la que hoy sobreviven sus emblemáticas chimeneas. A ellas, a la Fecsa, lo llevó el destino en 1974. Cuando Fecsa se integró en Endesa, se le encargó el Centro de Ingeniería de Distribución de esta compañía, y, posteriormente, la Subdirección de Control de Calidad de Aprovisionamientos.

Su afición al Quijote empezó hace ya muchos años, cuando editó un Quijote para su empresa con el que agasajaban a los ilustres visitantes o regalaban a los empleados por su jubilación. Hizo cierto el aforismo de Cicerón: “si quieres aprender sobre algo, escribe un libro”.

Pero una vez editado su Quijote no paro ahí, hombre inquieto, se interesó por el asunto, y empezó a acumular documentación, a consultar ediciones, antiguas y modernas, a contactar con quijotistas del mundo, a leer toda la producción cervantina y a otros autores del Siglo de Oro y, finalmente, a compulsar los ejemplares originales de las primeras ediciones del libro.

Investigando y confrontando originales en la Biblioteca Nacional de España fue como descubrió que del Quijote de Avellaneda (del que la BNE poseía 4 ejemplares) hubo dos ediciones y que los ejemplares que se manejaban correspondían a la segunda y por tanto se había dado a la imprenta una edición anterior (la primera) que no estaba catalogada como tal.

Es por tanto uno de los mayores especialistas mundiales en el Quijote apócrifo, obra de la que todavía hoy desconocemos quién fue su autor.

Como bien nos relata Cristina Ruiz Urbón en su trabajo Los diez entremeses atribuidos a Miguel de Cervantes Saavedra: historia crítica y estado de la cuestión, desde el siglo XVIII se han barajado infinidad de propuestas de la persona que podría haberse escondido tras el pseudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda: fray Luis de Aliaga, fray Juan Blanco de Paz, Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Tirso de Molina, Agustín de Rojas, Pedro Liñán de Riaza, Francisco López de Úbeda, Alfonso Lamberto, Juan Ruiz de Alarcón, Alonso Castillo de Solórzano, fray Luis de Granada, Alonso Fernández Zapata, fray Cristóbal de Fonseca, Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, fray Alonso Fernández, Juan Martí, Alonso Pérez de Montalbán, el clérigo cordobés Juan Valladares, Alonso de Ledesma, el conde de Lemos en colaboración con Mira de Amezcua y Gabriel Leonardo de Albión y Argensola, Ginés Pérez de Hita, Baltasar Eliseo de Medinilla, fray Hortensio Félix Paravicino, Cristóbal Suárez de Figueroa, alguno de los hermanos Argensola e incluso el propio Miguel de Cervantes. De un tiempo a esta parte, el debate se centra en el soldado aragonés Jerónimo de Pasamonte (Riquer 1988 y Martín Jiménez 2005), el dominico vallisoletano Baltasar de Navarrete (Blasco 2005) y el poeta arriacense José de Villaviciosa (Rodríguez López-Vázquez 2011a).

Como se ve la nómina es grande. Nuestro querido Enrique se atrevió a proponer como autor a Cristóbal Suárez de Figueroa, en atención a un estudio del estilo, de construcciones léxicas particulares y de palabras que utilizaba repetidamente el autor y que sometida a la comparación con las obras de Suárez de Figueroa alcanzaba una concordancia muy superior a la de otros posibles autores, cuyas obras también fueron sometidas a confrontación y estudio.

Es notable que Enrique Suárez haya encontrado una construcción en el texto que es muy poco usada en el Siglo de Oro y que caracteriza esta obra, se trata de la expresión “tras lo cual”, que aparece 28 veces en el texto. No obstante, su excepcional trabajo no quedó sólo en eso, sino que hizo un completo estudio estilográfico del Avellaneda que puede consultarse completo aquí: https://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista10/SuarezFigaredo/SuarezFigaredo.pdf

Desde este momento, sometemos esta frase a la consideración de los expertos que traten de encontrar los tics avellanedescos en otros autores (escritores o nobles) contemporáneos a Cervantes y en caso de hallar el frecuente uso de “tras lo cual”, ya podemos avanzar que se encontrará cerca de resolver este enigma aún irresoluto.

Por azares de la vida, conocimos a Enrique y por su afabilidad, bonhomía y accesibilidad en el trato, nuestra amistad se ha ido asentando y es hoy un amigo extraordinario y además Socio de Honor de esta Sociedad y el hecho de que viva lejos no impide que disfrutemos de su erudición y sobre todo de su amistad. Todo esto, lo completa, además, con al menos dos presencias físicas anuales en Alcázar de San Juan.

Estas son las cosas que el amor por el cervantismo y el quijotismo nos traen a la Sociedad Cervantina de Alcázar: son premios añadidos a esta pasión.

Como, por ejemplo, la amistad de Manuela Sáez González, monfortina, investigadora incansable y autora de la mejor biografía sobre el Conde de Lemos (mecenas de Miguel de Cervantes y otros escritores).

Si hemos leído con atención, en la relación de Ruiz Urbón se encuentra también el Conde de Lemos en colaboración con Mira de Amezcua y su secretario Gabriel Leonardo de Albión y Argensola como posibles autores del Avellaneda; pero en los numerosos escritos del Conde de Lemos, Manuela sólo encontró la expresión “por lo cual”; ningún “tras lo cual”.      

Ojalá otras mentes inquietas y doctas sepan tirar de los hilos convenientes y busquen por donde se pueda encontrar al tordesillesco autor, y de este modo puedan dar felice terminación a los trabajos iniciados por estos buenos amigos antes citados.

Y como decía nuestro querido don Miguel, a ti que lees: «Dios te dé salud y a mí no olvide».

 Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Miguel Ángel Martínez Martínez, embajador de la Mancha en Bruselas

El que fuese vicepresidente del Parlamento Europeo por un periodo de ocho años ha dicho que la única obra literaria que ha sido traducida al mayor número de idiomas y que además tiene versiones adaptadas para niños, es el Quijote

Alcázar de San Juan, 03/02/2024.- El sábado 3 de febrero visitaba la Sociedad Cervantina de Alcázar el ex eurodiputado Miguel Ángel Martínez Martínez para tomar parte de los “Almuerzos de don Quijote”, actividad que regularmente organiza esta asociación cultural.

Miguel Ángel Martínez Martínez fue elegido diputado por Ciudad Real en el Congreso en 1977 y en 1981 fue elegido Secretario General del PSOE de Castilla-La Mancha (hasta 1988), en 1999 fue elegido eurodiputado, cargo que desempeñó hasta 2014, siendo además vicepresidente del Parlamento Europeo entre los años 2007 a 2014.

A las 12 de la mañana los socios cervantistas visitaban el Museo que la Asociación Amigos de Miguel Ángel Martínez le tiene dedicado en Alcázar de San Juan donde fueron recibidos por el propio Miguel Ángel junto con Carmen, su mujer, y por María Ángeles Pérez Montero, presidenta de la Asociación, quienes han acompañado la visita al museo y han compartido también el almuerzo.

Este museo acoge gran parte de sus documentos gráficos y escritos, y también las numerosas condecoraciones obtenidas a lo largo de su dilatada vida política. Todo ello convierte a este Museo en un sugestivo recorrido por la memoria democrática de Europa y en una luminosa ventana que permite conocer interioridades de la más reciente historia de Occidente. 

El Museo se encuentra en el andén número 1 de la estación de ferrocarril de Alcázar de San Juan. Se trata de un espacio simbólico y representativo tanto para la localidad como para el conjunto del país, ya que fue uno de los nudos ferroviarios más importantes de España. A lo largo de sus salas se encuentran reunidos los objetos que permiten hacer un recorrido por las diferentes épocas de su vida y que muestran referencias de su dilatada carrera, recuerdos atesorados en una vida dedicada a servir a los ciudadanos desde la política en las diferentes responsabilidades que desempeñó, así como sus condecoraciones, objetos personales y su colección de Quijotes.

El vínculo de Miguel Ángel Martínez con Castilla-La Mancha, así como su afición por la lectura, fueron los motivos por los que durante más de cuarenta años coleccionó ediciones de El Quijote en diferentes idiomas. Esta colección de la obra cervantina, que ha estado expuesta en el Parlamento Europeo, así como en numerosas ciudades españolas, cuenta con ejemplares en 46 lenguas diferentes tanto en ediciones completas como en adaptaciones para niños.

A este respecto, Martínez Martínez aseveró que el Quijote es la única obra literaria de carácter universal que además de ser traducida a numerosas lenguas, tiene versiones adaptadas para niños, ya sea en forma de libros de aproximación, en formato cuento o como tebeos.

En esta colección de Quijotes están representados todos los países de la Unión Europea y también los de países vecinos, Suiza, Macedonia, Albania. Montenegro, Armenia, Moldavia, Rusia, etc. La colección tiene Quijotes en chino, azerí, árabe, en latín y latín macarrónico y por supuesto en Braille.

Los cervantistas alcazareños disfrutaron de esta visita y elogiaron la colección completísima tanto de las diferentes ediciones del Quijote como de la abundante iconografía quijotesca. Reconocieron el trabajo intenso de coleccionista de Miguel Ángel que ha ido recopilando y conservando infinidad de recuerdos que están a disposición de cuantos visitan el museo.

Ya en la sede cervantina, a lo largo del almuerzo, Miguel Ángel Martínez refirió las extraordinarias relaciones personales que pudo construir con importantísimas personalidades de todo el mundo gracias a sus viajes y a su intermediación en el ejercicio de sus responsabilidades políticas, labor que ha sido reconocida con innumerables condecoraciones y distinciones que lo convierten en una de las personas más reconocidas de España en la historia reciente.

Siempre se mostró como un firme y digno embajador de la Mancha y del Quijote tanto en Bruselas como por cuantos lugares ha visitado, allí siempre presumió de provenir de la tierra de don Quijote y Sancho Panza, y ante las autoridades de todo el mundo nunca olvidó pronunciar palabras de reconocimiento para la importantísima obra literaria de Miguel de Cervantes, estimando que es tan grandiosa la obra que -a su juicio-, cree haber superado en fama a su autor.

En relación con el aprovechamiento del Quijote como recurso gratuito que la Mancha tiene para posicionarse en el mundo del turismo, y más concretamente dentro del turismo literario, cree que debe hacerse un trabajo bien programado, conjuntamente ejecutado y coordinado entre diferentes municipios y administraciones para alcanzar el resultado más óptimo y cuyos beneficios alcancen a todos. En este aspecto coincide plenamente con esta Sociedad Cervantina en su idea de lo que debe ser la “Comarca Quijote”.

No resulta exagerado decir que los cervantinos alcazareños no sólo han tenido el privilegio de estar en compañía de una persona extraordinariamente afable, que conoce y ha difundido con denuedo el Quijote por el mundo, sino que han podido disfrutar por unas horas de la historia viva de España.

 Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

«32 nuevos documentos inéditos sobre el sueño americano -Bolivia, Colombia, Guatemala, México, y el Perú- del brillante soldado aventajado Miguel de Cervantes Saavedra, autor del Quijote»

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

El profesor extraordinario Emilio Maganto Pavón, Jefe de Sección de Urología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, ex profesor asociado de la Universidad de Alcalá de Henares, y autor de los magníficos libros, inter alia: El poeta Pedro Laínez (1538-1584), basado en los 63 nuevos documentos, 9 poemas redescubiertos, y 4 firmas autógrafas del «antiguo y verdadero amigo» del Manco de Lepanto (1547-1616) y «su maestro en poesía», el madrileño Pedro Laínez (1538-1584), «extremo de discreción y sabiduría»; La familia Villafranca y Miguel de Cervantes. Nuevos documentos cervantinos localizados en el Archivo General de Indias (Alcalá de Henares, 2014); y Isabel de Saavedra. Los enigmas en la vida de la hija de Cervantes (Madrid, 2013), primera biografía de Isabel, apoyada por los 21 nuevos documentos; descubre nuevas perlas documentales relacionadas con el sueño americano de Miguel y de sus amigos en su análisis exhaustivo: «El frustrado sueño americano de Miguel de Cervantes. Nuevos documentos sobre las desestimaciones del Consejo de Indias a las pretensiones del escritor», Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, 2023, 287-324.

En este sentido, huelga recalcar que hasta ahora sabemos que Miguel quería obtener un empleo en Hispanoamérica tres veces–el 16 de noviembre de 1581, el 8 de agosto de 1582 y 1590–como asalariado de la Monarquía Hispánica. Empero el biógrafo cervantino Emilio elucubra que «es posible que hubiera un cuarto intento frustrado en la primavera de 1586, hipótesis que desarrollamos en el trabajo con nueva documentación» (E. Maganto Pavón, El frustrado…, 289).

Asimismo, conviene subrayar que desconocemos los cargos que el héroe de Argel solicitó en sus dos primeras peticiones y «nadie puede asegurar si Cervantes realizó alguna petición más» (E. Maganto Pavón, El frustrado…, 290). Sin embargo, por lo que atañe a la tercera petición del autor de La Galatea (1585), es conocido que fue elaborada el 21 de mayo de 1590 (K. Sliwa, «Miguel de Cervantes quiso emigrar dos veces a América Latina», 264), pero la respuesta del Consejo de Indias fue negativa, recomendándole: «busque por acá en que se le haga merced».

Con certeza, el investigador madrileño Emilio sostiene correctamente que «el escritor, tras su redención y pese a sus otras dedicaciones y servicios a la Corona, primero en Portugal, más tarde en la corte y, finalmente en Andalucía, a pesar de los diez años trascurridos desde la primera a la última solicitud, nunca abandonó su afán de ser destinado a alguna de las provincias o virreinatos americanos. Ese anhelo que tenía en conseguir un oficio en las Indias para alcanzar fortuna que nunca pudo ver satisfecho, que fue definido por Luis Astrana Marín (Astrana Marín, IV: 456) como una ensoñación imposible: “el sueño más absurdo”» (E. Maganto Pavón, El frustrado…, 291).
De igual modo, el documentalista cita al espléndido historiador chileno José Toribio Medina (1853-1930), quien afirmaba que «uno de los que pudieron informarle en esa época de todos los detalles referentes a diferentes vacantes fue Jerónimo Venegas, procurador en la Casa de la Contratación, amigo suyo, que le había servido hacía bien poco de fiador en algunas de sus encomiendas y requisas» («Cervantes americanista», 2022).

También, fundamentándose en la nueva documentación, el profesor Maganto Pavón opina que «la información más fidedigna del periplo marítimo y lo que giraba en torno a la autorización para viajar allí (licencia de pase), la pudo obtener mucho antes, quizás después de su regreso de Portugal, a través de sus amistades indianas que volvían a la Metrópoli para conseguir alguna merced o petición y que permanecían en la Villa y Corte durante muchos años antes de conseguirlas. Muchos de ellos eran militares, encomenderos en los virreinatos, o con algún cargo de importancia en el Nuevo Mundo. Entre estos, quizás los más significados, el sevillano Pedro de Montesdeoca y el limeño Juan Dávalos de Ribera, ambos poetas residentes en Perú, que volvieron juntos a España en 1580 y de los que se sabe que fueron muy amigos de Cervantes en Sevilla y Madrid durante varios años, o el poeta y escritor Alonso de Ercilla que tras su regreso definitivo a la Península residió permanentemente en la Villa y Corte» (E. Maganto Pavón, El frustrado…, 292-93).

Al lado de ello, Maganto Pavón testimonia documentalmente que «muchas de las vacantes o cargos de nueva creación que se generaban en la Metrópoli o en América y que no implicaban jurisdicción, eran vendidos o subastados por la Corona al mejor postor. Pero, en general, solo un grupo de pretendientes seleccionados, con linaje reconocido, poderosos económicamente, o méritos muy definidos, entre ellos su larga relación con las Indias, podían optar a ellas. La política de ventas de cargos y honores seguida por parte de la Monarquía Hispánica en el momento de las concesiones, en particular las vacantes que se producían en los territorios americanos, ya fue demostrada hace casi 50 años por Francisco Tomás y Valiente (1972), quien fijó su atención sobre todo en la venta de oficios municipales, clasificándolos en oficios vendibles – oficios de pluma, oficios de poder en el ámbito municipal, y oficios honoríficos o de dinero–, y aquellos que, como el de gobernador, corregidor, oidor, o consejero, que implicaban jurisdicción, nunca llegaron a enajenarse por la Corona» (E. Maganto Pavón, El frustrado…, 300).

Además de esto, acentúa que «no puede descartarse que Mateo Vázquez fuera el que eliminara a Cervantes de una primera selección de candidatos, tengo para mí que el escritor tenía otros condicionantes negativos que quizás influyeron en la decisión de los miembros del Consejo para excluirlo. Aparte de no tener estudios universitarios, no tenía un apellido ilustre o con linaje, no pertenecía a ninguna élite u oligarquía social, pero, sobre todo, no tenía relación alguna con las Indias. En teoría, ni podía acceder a plazas que implicaran jurisdicción, ni tampoco económicamente podía aspirar a los oficios vendibles, muchos de los cuales se subastaban allí» (E. Maganto Pavón, El frustrado sueño…, 301).

De igual forma, confiesa que «durante mi investigación documental también he conseguido localizar los inéditos documentos que tratan la resolución de la última plaza solicitada por Cervantes en su memorial de 1590: la de contador de las galeras de Cartagena de Indias. Como estudiaremos más adelante, el escritor quizás pensó que podría lograr esa plaza por el apoyo que su amigo Pedro de Lodeña, Gobernador de Cartagena en ese momento, le podría brindar ante el Consejo de Indias. Cervantes le había invitado como padrino a su boda con Catalina de Palacios en enero de 1586 y aún ostentaba ese cargo.

Sin embargo, si Cervantes llegó a solicitar su intermediación ante el Consejo, cosa que ignoramos, tampoco hubo una respuesta favorable del Organismo. El oficio le fue concedido el 11 de julio de 1590 a un tal Ramón de Monreal. En teoría, y por lo que hemos visto, este sería el único cargo al que hubiera podido acceder el escritor con alguna posibilidad. Aunque el oficio de contador de las galeras llevaba anejo el de veedor de los navíos de la armada de Indias que protegían las costas de Tierra Firme, una de cuyas bases se situaba en Cartagena, como podemos leer en el nombramiento de Felipe II, el salario que percibía no era muy elevado: 100.000 mrs.
Pero, podemos preguntarnos: ¿quién era el tal Ramón de Monreal y que méritos tenía para ser nombrado contador y veedor de las galeras de la guarda de Tierra Firme y Cartagena? Por lo poco que he podido descubrir de él se trataba de un infanzón del reino de Navarra, natural de Aoíz, criado real, y caballero de la Orden de Santiago. Aunque se ignoran las circunstancias de su nombramiento y como lo consiguió, por su linaje, por ser servidor de la Casa Real y por sus privilegios, podemos imaginarlo. Debió comprar el oficio con el beneplácito de la corona o del Consejo.

De todos estos pormenores y datos documentales podemos deducir que tampoco ese oficio vendible le hubiera sido concedido nunca a Miguel de Cervantes. Si es que el escritor llegó a formar parte de la lista de candidatos, que lo dudo, tenía un difícil competidor. Me consta que el mismo Cervantes acabó dándose cuenta de la triste realidad por lo que, muchos años después, escribió en la segunda parte del Quijote:


«no hay ningún género de oficio,

de estos de mayor cuantía,

que no se granjee con alguna suerte de cohecho».

(E. Maganto Pavón, El sueño…, 306-307).

Para finalizar, deseo resaltar que los nuevos documentos, localizados por el distinguido profesor Emilio Maganto Pavón formarán parte de mi libro: Documentos de Miguel de Cervantes Saavedra, 1547-1616, que ya abarca 1.115 documentos tocantes únicamente a Miguel, de estos 800 nuevos datos, y le agradezco al infatigable detective Emilio su ejemplar y excelente colaboración.

A fin de cuentas, le felicito a nuestro benemérito historiador Emilio por su brillante hallazgo de los nuevos testimonios de inestimable valor historiográfico, que contribuyen los nuevos detalles biográficos, precisan las fechas, y desvelan que los biógrafos cervantinos del autor de Las Novelas ejemplares (1613) definen su imagen que en verdad no corresponde con la realidad, en particular, con su deseo de emigrar y vivir en América Latina. En efecto, dichas joyas documentales de excelencia brindan especial interés histórico para la reconstrucción de la biografía documentada del glorioso Manco, así como para la Historia de Bolivia, la Historia de Colombia, la Historia de Guatemala, la Historia de México, y la Historia del Perú, y deberían ser puestas en letras de molde para rectificar así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!


«Laus in Excelsis Deo», Krzysztof Sliwa

«A mis queridos compañeros» carta ganadora del tercer concurso de cartas a los Reyes Magos de Café Monago

Daniel Ortiz Mata de Alcoy (Alicante) se hace con el primer premio. El domingo 7 de enero a partir de las 18:30 se han dado a conocer en directo los ganadores del concurso que ha tenido una excelente participación y un gran nivel de calidad.

Alcázar de San Juan, 8 de enero de 2024.- A las 18:30 del domingo, se hizo público el nombre del ganador, Daniel Ortiz Mata de Alcoy, así como del resto de finalistas del tercer concurso de cartas a los Reyes Magos “Café Monago” organizado por la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan y patrocinado por Centro de Conductores Rondilla y por Gestoría Sánchez.

Evento que fue transmitido en directo a través de YouTube con un enlace facilitado previamente en la web de la Sociedad Cervantina de Alcázar, que se encuentra a disposición en:

El acto ha estado conducido por Luis Miguel Román Alhambra (vicepresidente de la SCA), y han tomado parte en el mismo Manuel Rubio Morano que ha dado lectura al acta del fallo, como secretario del jurado, a continuación, el presidente Juan Bautista Mata Peñuela ha dado a conocer a los diez mejores clasificados en orden inverso de puntuación, acabando su anuncio con las cartas ganadoras. Finalmente, Manuel Castellanos (socio de la SCA) ha dado lectura a la carta ganadora.

Esta es la lista completa de las cartas mejor valoradas:

1er Premio, Diploma y 100 euros a Daniel Ortiz Mata (Alcoy), “A mis queridos compañeros”, con 173 puntos.

2º Premio, Diploma y 50 euros a José Alberto Ruiz Cembranos (Leganés), por “Tres motivos para una carta”, con 171 puntos.

3º. Premio, Diploma y 50 euros a Mela Ortiz Arbones-Dávila (Madrid), por “A través del espejo”, con 168 puntos.

4º. Diploma a Luis David San Juan Pajares (Segovia), por “El Rey Escoba”, con 167 puntos.

5º. Diploma a Carlos López Pérez (Logroño), por “Carta de un niño cualquiera”, con 164 puntos.

6º. Diploma a Laura Baleztena Pérez (Pamplona), por “El cuarto Rey Mago”, con 163 puntos.

7º. Diploma a Mª. Soledad Romero Castellanos (Alcázar de San Juan), por “Deseo”, con 160 puntos.

8º. Diploma a Amalia Moreiras (Orense), por “Casos Reales”, con 157 puntos.

9º. Diploma a Alberto Cotillas Revilla (Burgos), por “Quedaos en Belén, por favor”, con 156 puntos.

10º. Diploma a Eduardo José Viladés Fernández de Cuevas (Logroño), por “Los te quiero de mamá”, con 155 puntos.

También este año, ha sido altísimo el nivel de las 185 cartas recibidas para participar en el concurso, con temas muy variados e ingeniosos haciendo que el jurado haya sudado tinta para escoger las mejores, como se puede comprobar por la escasísima diferencia de puntos entre las primeras clasificadas.

A pesar de que el tema es único y cerrado, y teniendo en cuenta que el estilo epistolar es bastante limitado, todo ello no ha sido obstáculo para que los escritores hayan puesto en práctica su desbordante imaginación y hayan compuesto cartas muy bonitas, y aunque muchas han recordado la difícil situación de los países en guerra y por ende las dificultades a que se encuentran sometidos -sin culpa- los niños que habitan esos territorios, otros muchos participantes han optado por reivindicar la alegría de esa noche mágica y por la ilusión con que niños y mayores esperamos la llegada de los Magos de Oriente y por la esperanza que aporta a nuestras vidas.

Un año más, algunos autores han hecho peticiones no para ellos sino para sus familiares o terceras personas, intercediendo así ante los Reyes Magos en favor de otras personas más necesitadas. Estas peticiones, al igual que en la oración, cuando se hacen para beneficio de otros y no para uno mismo, siempre son escuchadas…

Así mismo, los escritores han tenido un cariñoso recuerdo para los mayores y para los que ya no están con nosotros. Recordarlos, aunque sea de forma epistolar, hace que se mantengan vivos en nuestros corazones.

De la fabulosa participación, los miembros del jurado quieren resaltar que a pesar de llevar muchas cartas leídas -en los diferentes concursos hasta ahora convocados-, siempre se ven sorprendidos por la agudeza y estilo narrativo de algunos autores, que hace que sea muy bonito el trabajo de emitir una valoración.

En unos días se publicará en las redes de la Sociedad Cervantina de Alcázar un documento en formato pdf conteniendo las diez mejores cartas de esta edición para solaz y disfrute de todos nuestros amigos y seguidores y quizás también para que sirva de inspiración a futuros participantes en la edición de 2025 en la que comenzaremos a trabajar en los próximos días.

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Publicado un estudio sobre los azulejos quijotescos del Parque Cervantes de Alcázar de San Juan

Se encuentra disponible en la web de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan y ha corrido a cargo de uno de sus miembros. La particularidad que hace único a este conjunto de azulejos es que contiene las aventuras completas del Quijote desde el comienzo hasta el final (Primera y Segunda Partes)

En estos días hemos colgado en nuestra web un estudio que interpreta los azulejos quijotescos del parque Cervantes de Alcázar de San Juan y que está disponible para su descarga por todas aquellas personas interesadas en el tema.

Este conjunto de azulejos del Quijote está instalado en una glorieta del parque, pero hagamos un poco de historia: la glorieta del parque se construyó de forma similar a La Glorieta de Cervantes en Sevilla (que consiste en un pequeño espacio octogonal incluido dentro de la Plaza de América frente al Pabellón Real, que a su vez está ubicada al sur del Parque de María Luisa y que fue realizada en 1913).  

Al igual que en Sevilla, los azulejos que se instalaron inicialmente, eran de la fábrica trianera de Ramos Rejano. Los de Alcázar se han deteriorado de forma irrecuperable por estar casi un siglo a la intemperie. Estos azulejos aún se encuentran en los bancos, colocados debajo de la serie actual.

El conjunto actual de azulejos del Quijote del Parque Cervantes data de finales del siglo XX. Es fruto de la actividad del Aula de Cerámica de la Universidad Popular del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, que con la ayuda de los alumnos de una Escuela Taller creada al efecto para los oficios cerámicos, tuvieron como objetivo la restauración de la glorieta octogonal existente en el parque, con la rehabilitación del monumento y la fabricación de nuevas piezas de colección (tomando como modelo las antiguas) para cubrir los existentes en el Parque Cervantes que por la acción de los elementos meteorológicos, la intemperie, el vandalismo y por qué no decirlo, por el abandono, se perdieron.

La Escuela Taller se creó con este propósito. Su trabajo consistió –mediante la aplicación de la técnica de la cuerda seca-, en la creación de una bella serie de azulejos, de medidas 15 x 15 cm (azulejos principales), además, trabajaron en piezas de menor tamaño empleadas para decorar la parte superior de los bancos, así como ángulos ornamentales para la terminación y protección de las esquinas.

Igualmente, el taller de cerámica de la Escuela Taller Municipal, realizó una segunda serie de azulejos más pequeños (tamaño 7 x 7 cm) que decoran los laterales y los bordes de los bancos, así como el resto de elementos decorativos, bordes, cuadros y terminaciones.

Alfredo Martínez Pérez, reconocido ceramista local, estuvo al frente del taller de cerámica. El dibujante principal fue Francisco Manzaneque. Hicieron miles de azulejos entre los años 1989-1990, hasta dejar el conjunto en su estado definitivo.

Para la primera parte, tomaron como referencia los dibujos que el pintor José Jiménez Aranda realizó para la edición madrileña de R.L. Cabrera de 1905-1908 (cuatro tomos) conocida como “Quijote del Centenario”. Y para la parte segunda las de Salvador Tusell (a partir de G. Doré) de la edición barcelonesa de Viuda de Luis Tasso de 1905.

En Triana existieron al menos, tres importantes fábricas que se dedicaron a la manufactura de azulejos del Quijote, pero todas –sin excepción- dibujaron escenas del inicio del libro, tan solo comprenden escenas de hasta el capítulo 20 de la Primera Parte.

Luego repetían las imágenes hasta hacer series muy grandes, no obstante, cuando se estudian, se observa lo expuesto en el párrafo anterior, poca variedad y mucha repetición, así ocurre en la Fonda de la estación FF.CC. de Alcázar, Instituto Gaona de Málaga, casas particulares de Sevilla y Ronda, etc…

En cambio, esta serie de azulejos del Quijote es excepcional, es la única entre todas las azulejerías (hasta ahora conocidas en el mundo, fabricadas con la técnica de la cuerda seca), que representa gráficamente las escenas de la novela al completo, es decir desde el principio hasta el final de la Segunda Parte en que el hidalgo Alonso Quijano “el bueno”, muere en su cama rodeado de su familia y amigos.

Los azulejos que componen la serie principal que relata gráficamente la novela completa del Quijote, recubren completamente los asientos y respaldos de los cuatro bancos que conforman una glorieta o rotonda.

El número total de azulejos asciende a 288, corresponden a la primera parte del Quijote 179 y 109 a la segunda parte. Faltan 5, hay 5 rotos y 8 más vandalizados.

Están muy trabajados y son muy bonitos, llaman la atención sus vivos colores y su terminación con un altísimo nivel de detalle; y lo que a juicio de la Sociedad Cervantina alcazareña es lo mejor: que recogen fielmente todas y cada una de las aventuras y vicisitudes del hidalgo Alonso Quijano a lo largo de las dos partes de la novela.

Aparte de esos 288 azulejos individuales, que son la secuencia principal donde se relatan las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza, hay colocados también ocho esquineros, dos por banco, que son grupos de azulejos que forman una imagen relativa a pasajes de la obra y que además de estar colocados perfectamente como nexo de unión en las series de azulejos, ofrecen escenas muy bellas del Quijote.  

Con este estudio, que ha sido elaborado por nuestro socio Constantino López, al que diferentes miembros de esta Sociedad han ayudado en esta tarea, y con la interpretación que se hace de los azulejos, explicando junto a cada uno de ellos el pasaje del Quijote al que corresponde la imagen, será posible acercarse al Quijote de Cervantes de una nueva y más fácil manera.

Nunca será suficiente todo lo que se haga para conseguir que se lea esta monumental novela de Miguel de Cervantes.

Azulejos quijotescos del Parque Cervantes de Alcázar de San Juan

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan

Un estudio recoge todas las placas de cerámica instaladas en las calles de Alcázar de San Juan

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Estas placas con el nombre de las calles informan al paseante o turista de la historia, curiosidades y las personas que las habitaron. La recopilación ha corrido a cargo del alcazareño Constantino López

El proyecto “La ciudad que habla” se llevó a cabo entre los años 2000 y 2010, con él se pretendió recuperar la historia de las calles de Alcázar de San Juan y al propio tiempo añadir otro atractivo turístico más a los muchos de que dispone la ciudad.

La idea inicial era conformar un recorrido turístico que pudiera realizarse por los visitantes de la ciudad, así como un circuito educativo que podría ser utilizado por los colegios para que los más pequeños pudieran conocer el origen del nombre de las calles.

La colocación de las placas se fue haciendo por etapas, cada año se instalaban un determinado número de ellas, teniendo en cuenta que es un producto genuinamente alcazareño ya que tanto los bocetos preparatorios y pinturas sobre soporte cerámico, originales, fueron realizados por Ángel Vaquero; como los textos, que fueron elaborados por José Fernando Sánchez Ruiz.

Rebuscar en la historia y sobre todo hablar con los vecinos mayores de esas calles para obtener de ellos las anécdotas, curiosidades y datos que no se encuentran en ninguna otra parte salvo en los recuerdos de los propios vecinos e incluso en la transmisión oral recibida de sus antecesores,  fue una ardua tarea que hay que valorar en su justa medida, estimamos el trabajo realizado por estas personas que empeñaron todas sus fuerzas para que este proyecto viese la luz con la calidad que todos podemos apreciar.

La recopilación ha sido realizada por Constantino López (miembro de la Sociedad Cervantina de Alcázar), y es un reconocimiento al esfuerzo y dedicación de las personas que idearon y llevaron a término el proyecto. Visto así, el estudio recopilado al completo muestra la grandiosidad del trabajo realizado que ha quedado para el disfrute futuro de los alcazareños y de todos aquellos que nos visitan, siendo una de las señas de identidad de nuestra ciudad.

Además de las placas conteniendo los nombres de las calles, algunas otras están vinculadas a personajes relevantes que vivieron o estuvieron en ellas tales como los poetas Miguel Hernández (estación), José Corredor Matheos (plaza Aduana) y Juan de Dios Raboso, un alcazareño que fue un político importante en Madrid en el siglo XIX.

En palabras de su autor, Constantino López: “Pretendo en este estudio, hacer un catálogo detallado de ellas, reflejadas en orden alfabético, indicando el lugar donde están colocadas y la leyenda que incluyen”.

El estudio recopilatorio recoge un índice alfabético de las calles que disponen de una placa, también acompaña un plano de situación de cada una de las placas, dedica una página completa para cada placa que va acompañada con el texto de su leyenda.  

También recoge sitios muy particulares en los que, por la solera de la historia de las calles, confluyen en un pequeño espacio muchas placas que están cerca unas de las otras, lo que ocurre en dos lugares del centro histórico.

Lo más curioso de todo es que al final del estudio, el autor ha diseñado una serie de rutas organizadas por temas, objetivo que desde un principio estaba marcado por el consistorio y que nunca se ha llegado a desarrollar.

A juicio del autor es posible hacer los siguientes recorridos:

1.- Ruta de los pintores.

2.- Ruta de maestros y médicos.

3.- Ruta de escritores y personajes literarios.

4.- Ruta de políticos, gobernantes y acontecimientos.

5.- Ruta religiosa, santos e iglesias.

6.- Ruta de las curiosidades de Alcázar de San Juan.

7.- Ruta de Cervantes y el Quijote.

Estudio completo para descargar

Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan